El descontento por la crisis económica, la debacle del salario, el hartazgo por el retroceso en la apertura de actividades y el tironeo sobre la validez de las vacunas y el pase sanitario se hacen sentir cada vez más entre los ciudadanos latinoamericanos, y eso se refleja en el mapa político de la región.
Este año, políticos que se identifican con el progresismo son los favoritos para ganar la presidencia en Colombia y en Brasil, lo que colocaría a la centroizquierda en el poder en las seis economías más grandes de la región, de Tijuana a Tierra del Fuego.
El primero fue Andrés Manuel López Obrador, que accedió al poder de México, en 2018; y el último fue Gabriel Boric, ganador de las elecciones en Chile, en noviembre de 2021. En Bolivia, el triunfo de Luis Arce Catacora, volvió a poner MAS de Evo Morales en el gobierno, luego del derrocamiento de noviembre de 2019.
El maestro rural Pedro Castillo llegó a la presidencia de Perú con un discurso socialista, de distribución de riqueza e impuestos al gran capital. En Argentina, la promesa de volver a implementar una política de ampliación de derechos y fortalecimiento de las clases pobre le dio a Alberto Fernández el triunfo sobre el desprestigiado oficialismo gobernante. Mención aparte merece Xiomara Castro, que asumirá el 27 de este mes en Honduras, en un acto que marca el regreso al poder del partido derrocado en 2009, pero en una versión “descafeinada”, según el analista Raúl Pineda Alvarado. “Será un gobierno con clara tendencia a lo social, pero no a lo socialista”, añade el ex diputado del Partido Nacional de Honduras.
Estas corrientes habían perdido terreno frente al avance de las derechas tradicionales -como en Chile, con la derrota de Michelle Bachelet a manos del conservador Sebastián Piñera- o del populismo de derecha, como en el Brasil de Jair Bolsonaro, triunfador en las presidenciales gracias a la proscripción de Luiz Inácio da Silva, favorito a ganar esas elecciones.
La tendencia, ahora, se invierte. Piñera deberá entregar el poder el 11 de marzo al joven de 35 años que habla sobre los derechos de las mujeres, de los indígenas y de las personas LGBT+.
En Brasil, el ex capitán del Ejército ahora pasa por su peor momento, con la credibilidad por el piso, sus antiguos aliados en desbandada y Lula -su gran enemigo político- libre, con su popularidad y conexión con los sectores populares intactos. El ex juez Sergio Moro, que ayudó a encarcelar a Lula, admitió que usó la causa Lava Jato como ariete contra el Partido de los Trabajadores.
Los gobernadores ignoran las directivas de su presidente, como cuando el gobernador de Bahía aceptó la ayuda argentina, en la emergencia por inundaciones, que Bolsonaro había rechazado. Antes, habían desoído la orden de evitar cuarentenas para prevenir contagios de covid-19 y habían desestimado sus diatribas contra las vacunas.
Si se cumplen los pronósticos, los resultados contrarios a los gobiernos que asumieron el poder después de la “primavera progresista” de la primera década de este siglo, mostrarán al péndulo político de América Latina alejándose de las derechas.
Sin embargo, algunos analistas descartan que pueda pronosticarse una oleada regional “de izquierda”, en una América Latina con crecimiento económico moderado (próximo a 3% en 2022, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal), una gran presión inflacionaria y mayor deuda pública, con la incertidumbre que plantea la pandemia, que no termina de irse.
La postulación de un ex guerrillero a la presidencia
Colombia palpita un tiempo de cambios
La primera elección general latinoamericana de 2022 está prevista para el 6 de febrero en Costa Rica, con un posible balotaje entre los dos candidatos más votados para el 3 de abril. Pero la que concentrará más atención será la de Colombia, cuya primera vuelta será el 29 de mayo (más de dos meses después de las legislativas de marzo) y una posible segunda vuelta para el 19 de junio. Con el telón de fondo de las enormes protestas callejeras de 2021 y varios retos económicos, la mayoría de las encuestas de intención de voto ponen al frente a Gustavo Petro, un economista, ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá que perdió el balotaje de 2018 con el actual presidente Iván Duque. Un triunfo de Petro marcaría la primera vez que un candidato de izquierda sea electo presidente de Colombia.
En busca de alianzas con otros países de la región
México y una activa política exterior
Desde que asumió la presidencia de México, en 2018, después de intentarlo varias veces, Andrés Manuel López Obrador ha desplegado una activa política exterior, que muestra una intención de forjar una alianza de gobiernos progresistas en la región. La mano del canciller Marcelo Ebrard es la que agita la necesidad de abrir una nueva etapa en la representación de América Latina en el mundo, y es él quien ha asumido la tarea de consolidar una alianza de gobiernos progresistas en la región. Hasta ahora, los hilos de esa alianza muestran unión con Argentina, Bolivia y Perú, y hay sólidos indicios de que en el futuro también lo hará Chile. A esto se suma la expectativa de que un éxito electoral de Lula en Brasil y de Gustavo Petro en Colombia pudiera llevar a socios importantes a unirse al proyecto.
De dirigir protestas a la primera magistratura
Chile empieza una nueva etapa
La llegada de Gabriel Boric a la Presidencia de Chile, de la mano de una alianza de izquierda que incluye al Partido Comunista, que sumó a la convocatoria electoral a la Democracia Cristiana de Michelle Bachelet, como socios unidos por el espanto ante la posibilidad de que gane el candidato de la ultraderecha. El triunfo del joven legislador, dirigente de las protestas estudiantiles de 2011 y defensor de los derechos de minorías sexuales, pueblos indígenas y mujeres dejó afuera a los partidos tradicionales, los que se alternaron en el poder desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.
Boric, que recibirá el poder de manos de Sebastián Piñera, el 11 de marzo, se comprometió a respaldar el proceso de redacción de la nueva Constitución, más inclusiva que la actual, herencia del pinochetismo, y es una alianza que Argentina ve con esperanza.
Tras la interrupción a las instituciones democráticas
Bolivia retomó el camino de las urnas
En 2020, Luis Arce derrotó a los rivales conservadores que habían tomado el poder en Bolivia para convertirse en el sucesor de Evo Morales, cuya destitución en 2019 había dejado brevemente a la nación andina en manos de la presidencia interina de Jeanine Añez, legisladora por la región de Beni, donde la oposición al líder indígena es fuerte.
A un año de su regreso al poder, el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) mantiene una popularidad significativa y una fuerte capacidad de movilización social, pero está lejos de la hegemonía del pasado. Varios proyectos presidenciales han tropezaod en el Congreso, en medio de tensiones entre “arcistas” y “evistas” y la persistente polarización del país. Un logro en el que están de acuerdo ambos sectores es el de haber encarcelado a los líderes del movimiento que derrocó a Evo.
El regreso del Partido de los Trabajadores
Brasil reflota a su líder histórico
Favorito absoluto en los sondeos, si las elecciones fuesen ahora, Lula seria el ganador. Después de una presidencia asentadas en medidas sociales y de haber estado encarcelaro, el líder del Partido de los Trabajadores regresa con estatura de mártir al terreno político de Brasil, ayudado por el desastre del mandato de Jair Bolsonaro, cuestionado por su mala gestión de la pandemia y sus posiciones cada vez más caricaturescas. Según PoderData, Lula tiene entre 40% y 48% de las intenciones de voto, contra entre 21% y 30% de Bolsonaro. Pero aún faltan 10 meses para las elecciones y eso, en política, es una vida. Según el analista brasileño Leo Barreto, el apoyo a Lula es -más que un apoyo a un líder de izquierda- parte de una ola que derriba presidentes que buscan reelección porque la pandemia generó un nivel de insatisfacción social enorme.
La primera mujer presidenta de un país convulsionado
Honduras y una izquierda moderada
Xiomara Castro, una socialista que propuso un sistema de ingreso básico universal para las familias pobres, se convertirá a fines de este mes en presidenta de Honduras. Será la primera vez que una mujer asume ese cargo.
Su mandato pondrá fin a 12 años de gobierno conservador y devolverá a la izquierda hondureña al poder por primera vez desde que Manuel Zelaya, esposo de Castro, fuera depuesto por un golpe de Estado en 2009. Propone una “refundación del país”, un retorno al orden democrático, con reformas de leyes del mandato anterior, terminar con “la corrupción, el narcotráfico y los escuadrones de la muerte”, con énfasis en el apoyo a las mujeres (Honduras es uno de los países con más femicidios de Latinoamérica), “así como lo que más quieren las mujeres: los hijos y la infancia”.