En las ciudades hay espacios en lo que es fácil advertir que todo o casi todo ha fallado. Es decir, en los que no se cumplen varias de las condiciones básicas para que la vida de sus habitantes pueda desarrollarse en un relativo estado de seguridad y tranquilidad. En Tucumán no es necesario alejarse mucho de los puntos neurálgicos para advertirlo. Al oeste, justo en el límite entre Yerba Buena y la capital, encontramos uno de estos entornos urbanos fallidos: el Camino del Perú, cuyos vecinos y transeúntes no tienen garantizada la seguridad, ya que pueden ser víctimas de un accidente de tránsito en cualquier momento (además de los hechos de inseguridad que se producen a diario en ese sector, pero sobre los que hablaremos en otra ocasión).
Varias veces, en el último año, dedicamos este espacio a señalar los problemas que padecen quienes circulan por esta ruta provincial que nace en la zona de El Cristo y termina en Tafí Viejo. Vale destacar que las autoridades municipales de la Capital y de Yerba Buena tomaron algunas medidas que mejoraron levemente la situación, pero no alcanzaron para remediar el problema. Por ejemplo, empezó a funcionar el complejo de semáforos del cruce Camino del Perú-Italia-Frías Silva. Esto permitió ordenar una intersección complicadísima. Allí lo que falta es educación vial: sería bueno que los inspectores de Tránsito pasaran más tiempo en esta esquina indicándoles a los conductores distraídos que quienes circulan por el Camino del Perú en cualquier de las dos direcciones ahora tienen prohibido girar a la izquierda.
Por otro lado, durante algunas semanas del último trimestre, parejas de “varitas” se apostaron en el acceso a los barrios cerrados Alto del Cevil 1 y 2. Llegaban entre las 7.30 y las 8, horario en el que decenas de vecinos intentan ingresar al Camino del Perú para llevar a los chicos al colegio o para ir a trabajar. Con muy buena voluntad, intentaron ordenar un cruce que se vuelve más caótico y peligroso día tras día. Es una lástima que su presencia en ese lugar no haya sido permanente: hace ya algunas semanas que no aparecen.
Otra mejora en el entorno de esta ruta fue la que se realizó en lo que se conoce como el “viejo” Camino del Perú, un apéndice que une la zona de San José con Lomas de Tafí. Parte de este trayecto, que toca el municipio capitalino, fue repavimentado. Lo mismo ocurrió con la calle Frías Silva, del lado de Yerba Buena. Ambas generan beneficios indirectos, porque brindan alternativas para descomprimir la ruta
A esto hay que sumar el esfuerzo diario que realizan los empleados municipales de Yerba Buena por ordenar los cruces en algunos de los sectores más peligrosos.
A pesar de estos cambios, que son positivos, el problema sigue lejos de resolverse. Esa cinta asfáltica de apenas dos carriles (en la mayor parte de su extensión) quedó desbordada por los miles de vehículos que la transitan a diario. Se trata de autos, camiones, bicicletas, carros, motos, colectivos, peatones e, inclusive, jinetes a caballo.
Creemos que es necesario priorizar la construcción de una obra de envergadura que mejore las condiciones en las que se circula a diario por el lugar, no sólo por la seguridad de los automovilistas, sino también de los miles de vecinos que a diario deben cruzar ese camino para llevar los chicos a la escuela, para hacer compras, trámites o para trabajar. Ellos conviven con la amenaza de ser atropellados o de quedar tapados por el agua que corre cual río por el Camino del Perú cada vez que cae una tormenta.