Nuevas ciudades para protegernos de las pandemias

Las epidemias siempre tuvieron una gran influencia en la arquitectura. Y aunque solemos pensar que los avances en la medicina son los que trajeron un gran cambio en la salud de la población y aumentaron la expectativa de vida, también esas mejoras ocurrieron cuando tuvimos viviendas y ciudades en condiciones más óptimas y agua limpia, por ejemplo.

“A lo largo de la historia se puede verificar cómo la configuración del espacio influye directamente en la aparición de enfermedades, epidemias y pandemias -por ejemplo en el Imperio Romano o durante la Revolución Industrial-; ante eso surgieron luego respuestas de los ‘higienistas’ para mejorar las ciudades”, resalta la arquitecta Florencia Caminos, magíster en Gestión Ambiental.

La especialista comentó que en las Conferencias de Cambio Climático, el panel de científicos demostró que el modelo de producción económica prevaleció sobre el ambiental, lo que generó emisiones de gases de efecto invernadero, modificó los usos de suelo y redujo el espacio vegetal. “Para 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Por lo tanto, habrá mayor riesgo de dispersión de enfermedades por la relación de actividades entre los territorios y desplazamientos”, apuntó.

Caminos opina que si hacemos un análisis de la vivienda y el entorno urbano mirando la población total, la densidad, la distancia y tiempo de desplazamientos, la distribución de zonas verdes, la calidad del aire, la cantidad de árboles, el transporte público, etcétera, podemos sacar conclusiones relacionadas con la habitabilidad: “en esta crisis de covid-19, vemos que influyen en la vida cotidiana y que la transformación a la sostenibilidad es muy necesaria. Para protegernos necesitamos ciudades planificadas, menos dispersas, con espacios verdes, con multicentralidades donde los desplazamientos de las personas se reduzcan”.

En cuanto a los cambios que se han visto a partir de la pandemia, la arquitecta sostiene que se hizo muy presente en la población el deseo de habitar en espacios grandes, con iluminación natural, ventilados, con patios y jardines. Este fenómeno se dejó ver mucho en las inmobiliarias, donde crecen las consultas de tucumanos que quieren dejar el centro para mudarse a lugares más tranquilos, en casas con más espacio y aire libre.

Estas condiciones no son fáciles de adquirir por el valor del mercado. En Tucumán, el suelo urbano fue extendiéndose sobre el rural y a yunga, generando las mejores condiciones de paisaje y calidad ambiental para una densidad poblacional baja”, señala.

Nuevas funcionalidades

“La vivienda en pandemia cumplió requisitos de habitar, trabajar, estudiar, realizar ejercicio físico y espiritual y un montón de otras funciones que quizás antes no respondía. En cuanto a las nuevas funcionalidades, los espacios para la separación de residuos, huertas en cajones, escritorio para los estudios y patios internos fueron los que más se destacaron”, enumera.

Según Caminos, la tendencia al espacio flexible y multifuncional viene de hace un tiempo: “el modernismo impuso la fluidez para romper con la forma de diseñar de los clásicos. Las familias tienen claro que les gusta diferenciar el espacio privado (dormitorios y baños) del público, y que éste debe estar conectado con la mayoría de funciones sociales posibles”. Sobre tendencias en construcción, destaca los sistemas constructivos que son más eficientes, con el uso de telgopor para aislación o los sistemas en seco que son de mayor rapidez. “Crecen las consultas para reducir el costo de la energía eléctrica y gas”, apunta.

“La cuestión de la ventilación cruzada se hizo popular en tiempos de pandemia y es un indicador positivo para que los hogares mejoren la calidad de aire interior. Los jardines verticales cobraron mayor visibilidad por su efecto estético y aporte a la producción de oxígeno”, remarca.