Apenas tenía 50 años, aunque la fragilidad de su cuerpo era tan evidente que no le permitió continuar con el último de los proyectos que había encarado. Oficialmente, un ataque al corazón (acechado por un cáncer) terminó con su vida, esa que se le estaba escurriendo entre los dedos como la poesía que escribió en sus tangos. En su muerte se sintetizó una vida de entrega intelectual que lo consumió hasta el final.
Enrique Santos Discépolo, popularizado como Discepolín (para diferenciarlo de su hermano Armando) había nacido el 27 de marzo de 1901 y falleció el 23 de diciembre de 1951. A 70 años de la partida del compositor, músico, actor, dramaturgo y cineasta, las letras de sus tangos (integran la época de oro y el listado de los temas fundamentales del género) mantienen plena actualidad: de su inspiración surgieron “Yira, yira”, “Malevaje”, “Esta noche me emborracho”, “Cambalache”, “Uno”, “Desencanto”, “Alma de bandoneón”, “Canción desesperada” y “Cafetín de Buenos Aires”, entre muchos otros.
Pocos meses antes de su muerte, Discepolín tenía el programa en radio Argentina “Pienso y digo lo que pienso”, donde desarrolló su ideario peronista enfrentando a los opositores al gobierno, encarnados en el personaje Mordisquito. Con estilo burlón y provocativo, los desafiaba con altura intelectual, pero le valió el repudio de sus colegas y el boicot a sus actuaciones a público. Fue su última tristeza.