A un mundo desesperado por encontrar al nuevo Messi antes de que el actual se retire, le haría bien encontrar a un nuevo Sergio Agüero. Un jugador que conservó hasta el final de sus días como jugador profesional la picardía, la desfachatez y hasta ese paso tan típico de crack retacón forjado en el barro de los potreros. Con una autenticidad y un sentido del humor a prueba de balas, y la gran virtud de conservar la humildad largo rato después de haber alcanzado el rango de leyenda. El “Kun” ya es una celebridad del fútbol mundial, pero no se da aires de tal. Y eso vale doble en el fútbol de hoy, repleto de jugadores que se marean con las primeras burbujas del éxito. Y aunque ahora se cumpla su profecía de que algún día lo íbamos a extrañar (a él y a los que jugaron esas tres finales con la Selección de las que muchos renegaron en su momento, como si un segundo puesto fuera deshonroso), cabe agradecerle por tanto fútbol y por tantos goles. Con tanto prodigio de brillo fugaz, nadie esperó que hasta tantos años después seguiríamos hablando de ese chico que cobró fama nacional después de ridiculizar a Diego Crosa en el que fue su mejor gol en Independiente.
La verdad es que 33 años suena a demasiado pronto para el retiro de un jugador de su clase. Pese a la falta de continuidad que había sufrido en los últimos tiempos a causa de las lesiones, a Agüero todavía le quedaban varios cartuchos por quemar. A quién no le hubiera gustado verlo volver a Independiente para una última función, o verlo despedirse de la Selección con un buen Mundial en Qatar. Escenas fantásticas que ya no serán posibles por un final que no está a la altura de lo que se merecía. Pero el fútbol tiene estas cosas: así como un día te regala un guión de blockbuster (como fue el gol de último minuto a Queens Park Rangers que cortó 44 años de espera para Manchester City), otro día te quita en igual medida, obligando al “Kun” a retirarse de manera abrupta por una afección cardíaca y tras haber disputado sólo unos pocos partidos en Barcelona.
Al menos queda el consuelo de haberlo visto levantando la Copa América en Brasil, un torneo en el que jugó casi nada, pero que resultó una especie de resarcimiento por todas esas veces que mereció más de lo que tuvo, y que fueron muchas. Porque no es poca cosa ser el tercer goleador histórico de una selección como la de Argentina, pero ni así se salvó de ser señalado en su momento, al igual que Di María, Higuaín o el propio Messi. Quizás no fue la camiseta con la que más brilló (al menos, comparado con lo que logró en Atlético de Madrid y Manchester City), pero Agüero merecía irse con una copa entre las manos. Sí, hubiera sido mejor verlo retirarse dentro de la cancha, paladeando sus últimos minutos con la consciencia de que eran los últimos y con otra ovación de pie, pero sólo por una cuestión simbólica. A estas alturas, con una bolsa de récords con su nombre en la Premier League, ya no le quedaba nada por demostrar. Sólo jugar por el placer de jugar.
Cómo comenzó
El 30 de octubre, en pleno partido ante Alavés, Sergio Agüero sintió un fuerte dolor en el pecho que lo obligó a dejar el campo. Luego de numerosos estudios se confirmó una arritmia maligna, que precipitó su retiro.
La despedida
A los 33 años, “Kun” le dijo adiós ayer, sin ser su deseo, al fútbol profesional, en conferencia de prensa en el Camp Nou. “Decidí dejar. Todos saben el porqué, estoy orgulloso y feliz por mi carrera”, dijo entre lágrimas.
Sus números
Debutó, en Independiente, el 5/7/2003, con 15 años y 34 días (56 partidos jugados, 23 goles). Desde 2006: Atlético de Madrid (234 y 101). 2011 a 2021: Manchester City (390 y 260). Hasta ayer: Barcelona (5 y 1). Selección: 101 y 41.