“Esto es una locura”, se excusó vía Whastapp Ignacio Nardolillo. Desde la lejana ciudad de Bhubaneswar, en India, el jugador de San Martín está descubriendo de qué se trata ser campeón mundial. “Pasáme todo lo que quieras, pero no sé si respondo ahora”, escribió. Lo que sucede es que, por más que hayan pasado varias horas, recién empezaban los festejos más íntimos por la obtención del título Mundial Sub-21. Los Leoncitos, con “Nacho” desde el comienzo, derrotaron a Alemania por 4 a 2 en la final del torneo.
“Cuando llegue allá, va a ser otra locura”, dijo imaginando Nardolillo. Es que los mensajes que recibe en su celular y las repercusiones en las redes sociales le dan la pauta que cuando arribe a “El Jardín de la República” la fiesta continuará. “Será el momento de festejar con la familia y amigos”, explicó. Todos sus compañeros y él se merecen muchísimas horas de festejo porque hubo complicaciones de por medio para llegar a India. La clasificación lograda en el Panamericano de Chile tuvo un episodio de aislamiento por coronavirus, rearmado del plantel e incertidumbre porque el torneo se afrontó con un equipo de emergencia. Por eso es que la coronación se disfruta de un modo especial.
Los Leoncitos debutaron con una contundente goleada sobre Egipto (14-0). La sexta conquista “albiceleste” fue lograda por Nardolillo. Luego Argentina perdió frente a los germanos, única derrota en India, y avanzaron a la última fase tras ganarle a Pakistán por 4-3. Nuevamente el tucumano aportó a la causa marcando el tercer tanto. Tan buena fue la acción goleadora de Nardolillo que, primero, su tanto fue uno de los siete seleccionados para competir por el premio al mejor gol del Mundial y después fue elegido como tal. Según el Instagram de la Federación Internacional de Hockey el triunfo fue por un margen pequeño. Es que la media vuelta que “Nacho” ejecutó casi al borde del área, prácticamente de espalda al arco, tuvo rivales de altísima calidad.
Pasada la fase de grupos, en cuartos de final, Los Leoncitos dieron cuenta de Países Bajos (2-1), que llegaba invicto y con la chapa de gran candidato. Francia fue el rival de unas semifinales que se definieron con shoot outs (3-1), tras igualar sin goles en el período regular. En la final del torneo, Argentina no sólo derrotó al seleccionado más ganador de la historia, sino que superó con creces un trámite de juego dramático: estuvo en ventaja hasta el último cuarto, le empataron y retomó la ventaja, aunque con dudas, a 20’ del cierre. Así Los Leoncitos celebraron una victoria que equipara el logro conseguido en el Mundial de Rotterdam 2005.