Hace muchos siglos, los romanos comprendieron que una herramienta fundamental para consolidar el imperio, era la comunicación: “todos los caminos conducen a Roma”. Estos no solo permitían movilizar tropas, sino también impulsar la actividad económica que era esencial para fortalecer lazos con otras ciudades. Cuando llegaron a su punto máximo de expansión geográfica, se estima que red vial construida era de más de 80.000 kilómetros, equivalente a dar dos veces la vuelta a la Tierra. Se considera a los romanos los primeros turistas de la historia, por cierto, eran los nobles los que podían practicarlo. Varias provincias argentinas comprendieron hace tiempo que una red vial extensa y en buen estado era fundamental para desarrollar la actividad turística.
En los últimos lustros, los gobiernos tucumanos pusieron su mayor interés en potenciar a Tafí del Valle como el polo turístico provincial y, al parecer, se olvidaron que nuestro pequeño territorio tiene grandes atractivos como el dique de Escaba, enclavado en un bello lugar, o Taco Ralo, cuyas aguas termales no han sido prácticamente explotadas. Son lugares en los que tampoco se ha desarrollado una infraestructura adecuada en materia de hotelería, gastronomía, entretenimiento y en comunicaciones, vital en estos tiempos dominados por la tecnología.
La ruta provincial N° 307 que es la única vía de acceso a nuestros Valles Calchaquíes, suele ser víctima de derrumbes durante el verano lluvioso y el costo de mantenimiento es elevado. El tramo de más de 57 kilómetros, entre El Infiernillo y Amaicha del Valle hasta el empalme con la ruta nacional N° 40, está prácticamente destruido, por lo menos, desde 2006, cuando ya se escucharon fuertes quejas por el mal estado del camino. Ni siquiera la realización anual de la Fiesta de la Pachamama, que tiene una convocatoria multitudinaria, ha podido lograr la reparación de esta ruta que conduce, además -tomando la N° 40- a las Ruinas de Quilmes y a Colalao del Valle.
A fines de 2013, se abrió al tránsito la ruta provincial N° 352, que conectaba Hualinchay (a 18 km de San Pedro de Colalao) con Colalao del Valle. La obra se inició en 1988 durante la administración de José Domato, tomando como base la iniciativa del ingeniero Jorge Ungherini, autor del proyecto. Por razones de índole política, los trabajos se paralizaron. En 2004, se anunció nuevamente la posibilidad de retomar la apertura de la traza, con el apoyo de la Nación.
Finalmente, en febrero de 2013 se retomó la obra. “Significa integrar la provincia por todo el norte. Hoy, para ir a la última comuna que tiene la provincia -Colalao del Valle- hay que tomar la ruta nacional 40 y bajar al suroeste por la ruta 307. No hay una comunicación transversal”, declaró en ese entonces Raúl Basilio, director de Vialidad. Para concluirla, solo faltaba construir el puente sobre el río Santa María para llegar a Colalao del Valle. El camino fue abandonado y la naturaleza comenzó a cerrarlo. Esta ruta iba a proporcionar múltiples beneficios a la actividad económica y turística, tanto en Colalao y alrededores (El Pichao, El Bañado, Quilmes), como en San Pedro y Trancas. Lejos de volver a mirar hacia este camino, en cuya apertura se invirtieron importantes dineros públicos, hace pocas semanas, el gobierno provincial anunció que le daría prioridad a la autovía Tucumán-Termas. Escaba, Taco Ralo y otros lugares que tienen que ver con nuestra identidad e historia, seguirán postergados. “La caridad empieza por casa”, decían nuestros abuelos. Hace más de 20 siglos, los romanos se convirtieron en los primeros turistas, valiéndose de sus caminos construidos, una lección que no deberíamos olvidar.