“La campaña de garbanzo, que acaba de finalizar en la región y en el país, mostró diferentes matices que deben ser analizados, ya que la irregularidad de las lluvias al inicio de la campaña y, posteriormente, durante su ciclo de cultivo, generó resultados dispares en casi todo el país”, indicó Oscar Nicéforo Visgarra, coordinador del proyecto Legumbres Secas de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
Destacó que la irregularidad y la falta de agua en los suelos en la región NOA fue la característica principal al inicio de la siembra de esta legumbre invernal, lo que hizo que los nacimientos en general se demoraran, aunque fueron uniformes, y que no haya sido del todo el ideal el tamaño final de las plantas.
“En zonas con siembras tempranas y con mejores lluvias los garbanzos fueron favorecidos, ya que disponían con un contenido de agua útil mayor y que los cultivos se mostraran mejor”, señaló.
Dijo que durante julio las bajas temperaturas que se dieron disminuyeron aun más el crecimiento, aunque sin perdidas de plantas. “Durante el invierno, cuando no hubo lluvias, las plantas mostraron algunos ataques de fusarium y helicoverpa, que afectaron los cultivos, pero dentro de los parámetros normales esperados”, precisó.
Destacó que los productores actuaron rápido en el control de las plagas y disminuyeron mucho su incidencia en el cultivo.
Luego, señaló que el frío acorto el ciclo a 130 días, lo que dio un menor desarrollo general de las plantas. “Tuvimos un período muy largo sin agua, durante el cual solo llovió a fines de octubre. En general la cosecha se dio hasta esa fecha, por lo que el problema de granos lavados implicó solo un 20 %”, consideró.
Contó que de las aproximadamente algo más de 10.000 hectáreas que se cosecharon en Tucumán se obtuvieron unas 6.500 toneladas de garbanzo de buena calidad. “Ese 20% de granos lavados son castigados en su precio al momento de su comercialización”, acotó.
En el ámbito nacional
Vizgarra contó que a nivel país se sembraron unas 50.000 hectáreas, que en general presentaron los mismos problemas de sequía que se dieron en Tucumán, salvo en algunas zonas que se produjeron bajo riego con, por supuesto, mejores rendimientos logrados.
“Debido a ello que los rendimientos fluctuaron entre 600 y 800 kilos por hectárea bajo secano, y valores mayores a 1.000 kilos por hectáreas bajo riego”, precisó.
Añadió que los calibres en general fueron menores, con mayores porcentajes de calibres siete y algo de ocho, pero de buena calidad. En las zonas con riego los calibres tuvieron mejores porcentajes de calibre nueve y ocho. “A nivel país podría haber disponibles para comercializar unas 45.000 toneladas, y las perspectivas para la campaña que viene son buenas, ya que se estima mejores precios”, finalizó el especialista.