Con Juan Manzur como jefe de Gabinete de la Nación, el peronismo tucumano, exultante, aguardaba un triunfo histórico en estas elecciones legislativas.
Si en las PASO del 12 de septiembre el oficialismo había obtenido casi el 50% de los votos, con 480.000 sufragios, hasta los más pesimistas auguraban superar el medio millón de votos.
El resultado de hoy cayó como un baldazo de agua fría. Nadie imaginó -reiteramos, con Manzur de mano derecha del Presidente- que el peronismo perdería casi 8 puntos en dos meses.
Fue una de las peores elecciones que hizo el PJ desde 1983 a esta parte y Juntos por el Cambio estuvo a apenas dos puntos de arrebatarle los comicios.
El Gobierno provincial perdió 76.000 votos respecto del 12 de septiembre, mientras que la oposición de JxC sumó casi 70.000.
Casa de Gobierno era un velorio esta noche, pese a que se quiso disimular la caída con una muletilla que repitieron todos los dirigentes, casi como una estrategia acordada: “el peronismo ganó en Tucumán”.
Lo cierto es que, aunque técnicamente esto sea cierto, el oficialismo hizo una pésima elección, y seis de cada diez tucumanos le bajaron el pulgar a Manzur, a Osvaldo Jaldo, a Alberto Fernández y a Cristina Fernández, esta última, la madre de la derrota, a nuestro entender.
La campaña electoral, antes de las PASO, se “cristinizó”, se endurecieron los mensajes y se profundizó la confrontación. Kirchnerismo de paladar negro. El resultado de esta salida de la prometida moderación en 2019 se reflejó en las urnas.
La pandemia, la grave crisis económica y la violencia verbal de la vicepresidenta, a la que casi obligado se sumó luego Alberto, sellaron el resultado de estas legislativas.
Ahora se presenta una furiosa interna en Juntos por el Cambio Tucumán, entre los intendentes Germán Alfaro y Roberto Sánchez, frente a serias chances de quedarse con la gobernación en 2023.
¿Participará esta vez Ricardo Bussi de las PASO opositoras?
Entre estos dos principales espacios opositores alcanzaron hoy el 52% de los votos. Se abre un gran interrogante.