Es uno de los grandes flagelos de nuestro tiempo porque atenta contra la calidad de vida desde la infancia. La obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo desde 1975, según informa la Organización Mundial de la Salud. El sobrepeso y la obesidad se definen como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Se producen porque hay un mayor consumo de alimentos hipercalóricos ricos en grasa, sal y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes; también influye la vida sedentaria. La directora médica nacional de la Obra Social del Personal de Entidades Deportivas y Civiles afirma que alrededor de 800 millones de personas en el mundo padecen obesidad y se estima que en los niños esta se incrementará un 60% en la próxima década, y alcanzará los 250 millones en 2030. En nuestro país, más del 50% de la población tiene sobrepeso.
Los datos son más que preocupantes en lo que a Tucumán se refiere. Según estudios recientes del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la malnutrición afecta a uno de cada dos escolares tucumanos, con predominio del sobrepeso y de la obesidad. Se explica que en los niños con exceso de peso se evidencian alteraciones en su composición corporal: exceso de tejido adiposo, sobre todo en la zona abdominal. Se produce una aparición temprana de enfermedades crónicas relacionadas con la malnutrición, como problemas cardiovasculares y diabetes. La investigadora Laura Cordero, del Conicet, realizó muestreos en escuelas públicas de los departamentos de la Capital, Yerba Buena, Río Chico y Simoca, en estudiantes de entre seis y ocho años y hasta los 12 años.
La directora de una escuela de la comuna de Santa Ana que participó del relevamiento dijo que este problema se debe a una falta de organización alimentaria desde la familia, un desconocimiento de los nutrientes saludables y un consumo de productos chatarras. “Podría decirse que un importante porcentaje de nuestros estudiantes tiene sobrepeso, pero ello no se debe necesariamente a un exceso de comidas, sino a una mala alimentación y a la falta de actividad física”, dijo. Según el informe de Cordero, en Tucumán los números de malnutrición por carencia vienen bajando y los de malnutrición por exceso vienen subiendo.
La obesidad y el sobrepeso incrementan los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, Diabetes tipo 2, cáncer (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon), hipertensión (presión arterial alta), dislipidemia (niveles altos de colesterol total o de triglicéridos), accidentes cerebrovasculares, apnea del sueño y problemas respiratorios; artrosis (la degeneración del cartílago, así como problemas ginecológicos (menstruación anómala, infertilidad).
El Estado tiene un papel central en combatir este flagelo. Se debería diseñar una política pública que involucre a las áreas de educación, salud y deportes. Ya desde el jardín de infantes deberían enseñarse los hábitos básicos de alimentación sana; deberían aumentar las horas de educación física, promover tal vez la realización de competencias interescolares en atletismo, natación, básquet, o bicicleteadas educativas por lugares históricos o sitios de interés de la ciudad. Propusimos en una oportunidad, la formación de gabinetes itinerantes que detecten a los chicos con sobrepeso y que trabajen luego con los docentes y los padres. La educación es el punto de partida para mejorar la salud mental y física de la sociedad y en particular de los chicos tucumanos.