No había viajado a otras provincias días antes de enfermarse. La hipótesis más probable es que se contagió al exponerse al virus durante el desarrollo de sus habituales actividades deportivas y recreativas en ambientes silvestres.
Ese fue el resultado de la investigación que se realizó en 2016, cuando falleció una joven tucumana de 23 años por hantavirus. Fue en abril de ese año. Entonces, la muerte de Paula Calleri conmocionó a los tucumanos de igual forma que en los últimos días lo hizo el deceso de María Constanza Marteau Borsini, de 33 años, por la misma causa.
Hasta ahora todo indica que el nuevo caso que se registró en nuestra provincia tendría características similares al ocurrido hace cinco años.
Según la información recabada por el Siprosa, el último contagio podría estar relacionado a las actividades deportivas que solía hacer Marteau Borsini por senderos y caminos rurales de la provincia, detallaron. No obstante, aclararon que iniciarán una investigación formal para tratar de esclarecer cómo sucedió el contagio.
En total, oficialmente se registraron cuatro casos de hantavirus en Tucumán. La muerte de Calleri en 2016 hizo sospechar a los investigadores que se podría haber contagiado en una finca de Burruyacu, donde la joven había estado de paseo un mes antes de enfermarse. Allí realizaron la primera pesquisa y se encontraron con otro caso, que había ocurrido en febrero de ese mismo año.
Se trataba de un niño de cinco años que vivía en El Chañar. El 9 de febrero había sido internado en la terapia intensiva del Hospital de Niños por deshidratación grave, insuficiencia respiratoria y falla multiorgánica. Falleció el mismo día. En este caso las sospechas apuntaban a que el peridomicilio del pequeño habría sido el sitio probable de contagio. El niño residía con sus padres en una casa de material, ubicada en el área periférica del pueblo, rodeada de campos dedicados a la agricultura. Las viviendas de otros familiares del menor, a cuyo cuidado eventualmente quedaba, estaban ubicadas en el mismo sector del pueblo.
Otro caso
El tercer caso fue el de una docente de Leales y ocurrió en 2017. A diferencia de los otros pacientes que se contagiaron, ella pudo sobrevivir a la enfermedad, según detallaron las fuentes consultadas en el sistema de salud.
La paciente es una docente que cuando contrajo el hantavirus trabajaba en una escuela y en un colegio de la zona. También ayudaba en un comedor escolar y manipulaba leña que llegaba de zonas rurales. En ese contexto, se cree que podría haber tenido contacto con excretas de roedores infectados.
Los tipos de virus
Según el trabajo de investigación realizado en Burruyacu en 2016 -del cual participó el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (Ineveh) doctor Julio I. Maiztegui- quedó demostrada en Tucumán la circulación del genotipo HU39694 del virus hanta. En el país circulan al menos 10 genotipos virales diferentes, ocho de ellos han sido asociados al síndrome cardiopulmonar por hantavirus: Andes sur; Andes lechiguanas, HU39694, Andes Central Plata, Andes Orán, Andes Bermejo, Andes Juquitiba y Laguna Negra. El que se detectó en nuestra provincia circula más que nada en el este del país (Buenos Aires y Entre Ríos).
En Burruyacu, los investigadores pusieron tramperas y capturaron cientos de ratones. Pero en ninguno de estos roedores encontraron evidencia de infección.
Por eso, los expertos recomendaron que era necesario seguir investigando. Además, por el hecho de que el tipo de virus que tenían los pacientes fallecidos no suele estar presente en los ratones que normalmente habitan el suelo tucumano. Es común en ratones del este del país.
“La ocurrencia de los dos casos de infección por hantavirus en el departamento Burruyacú podría estar relacionada a factores ecológicos, antrópicos y/o climáticos que conducen a la modificación de la dinámica de las poblaciones de roedores”, resaltaron los investigadores en el trabajo del cual también participó la Dirección de Epidemiología local a cargo de Rogelio Cali.
Como el hantavirus se trata de una zoonosis transmitida por animales silvestres, la erradicación es virtualmente imposible, señalaron los profesionales. “Por lo tanto, es fundamental que los organismos públicos y la población en general se involucren en acciones de prevención”, apuntaron.
“Desde el punto de vista clínico, el hantavirus constituye una amenaza latente para la salud. Es imprescindible la sospecha temprana de esta enfermedad dentro de los síndromes febriles y la recolección de la información epidemiológica, no solo en las áreas endémicas sino también en aquellas áreas donde no se han registrado aún casos humanos”, concluyeron.
Casos aislados
Los cuatro casos de hantavirus registrados en Tucumán desde 2016 son hechos aislados, aclaró Cali. No hay que alarmarse, pero sí tomar precauciones porque la posibilidad de contagiarse está siempre latente.
En la Argentina hay identificadas cuatro regiones endémicas: la región Norte (Salta y Jujuy), Centro (Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos), Noreste (Misiones) y Sur (Neuquén, Río Negro y Chubut). Según datos oficiales, en el país se producen anualmente entre 80 y 100 casos en promedio. Entre 2013 y 2018 se reportaron 111 muertos por hantavirus. Los índices de mortalidad son altos. Esto se debe a que la enfermedad no siempre es diagnosticada a tiempo y porque no tiene un tratamiento específico.
¿Cómo se previene?
- Para evitar contacto con roedores y sus excretas es importante realizar actividades de difusión y educación estimulando hábitos y prácticas para controlar la población de roedores en el medio, evitando factores que posibiliten la anidación, reproducción y alimentación e ingreso a los hogares. Las mejores medidas de prevención son:
- Evitar el contacto con los roedores y sus excretas.
n Mantener prácticas higiénicas del medio que impidan a los roedores colonizar la vivienda y los sitios de recreo y trabajo.
- Evitar la convivencia con roedores y el contacto con sus secreciones.
- Colocar huertas y leña a más de 30 metros de las viviendas, cortar pastos y malezas hasta un radio de 30 metros alrededor del domicilio.
- Ventilar por lo menos 30 minutos antes de entrar a lugares que hayan estado cerrados (viviendas, galpones). Cubrir boca y nariz con pañuelo húmedo.
- Limpiar con una parte de lavandina cada 10 de agua (dejar 30 minutos y luego enjuagar). Humedecer el piso antes de barrer para no levantar polvo.
- Acampar lejos de maleza y basurales, no dormir directamente sobre el suelo.
- Usar veneno para roedores o tramperas para capturarlo (no intentar tocarlo).
- Si se encuentra un roedor muerto: rociarlo con lavandina y esperar un mínimo de 30 minutos. Recoger usando guantes, enterrar a más de 30 centímetros o quemar.