La noticia de la puesta en valor de la histórica Primera Confitería sacudió a los tucumanos las últimas semanas. Alegría y grandes expectativas inundaron los corazones de aquellos que tuvieron la posibilidad de pasar alguna tarde allí. Pero también vino la preocupación: ¿qué pasará con el asentamiento alrededor? ¿y con el deteriorado camino?
Después de años de rumores, intentos fallidos y polémica, la Primera Confitería volverá a funcionar, si todo sale bien, en 2022. Se trata de un ambicioso plan, con una inversión de $ 60 millones, que espera recuperar la construcción original y restaurarla tal y como era en 1938, cuando fue inaugurada por el gobernador Miguel Campero.
Con el correr de los años la comunidad que habita alrededor del predio fue creciendo y varias familias se mudaron, construyeron sus hogares, e incluso se convirtieron en guardianes de los restos del icónico bar, una vez que la confitería sus puertas en 1995.
Hoy conviven familias que viven allí desde hace más de 50 años. Algunos han visto crecer a sus hijos, y ahora a sus nietos, que también disfrutan de las bondades de la vida cerca de la naturaleza. ¿El problema? es que los terrenos dónde asentaron sus viviendas son fiscales.
Nadie les dijo nada
Con la novedad de la reapertura de la primera confitería, muchos lectores de LA GACETA consultaron sobre qué pasará con las familias que viven ahí. “Cuando se presentó ahora el proyecto de construir, pensamos que nos iban a sacar de acá, porque en los planos que se mostraban no había casas en estos terrenos, era todo como una entrada desde la comisaría”, explicó Laura, que vivió toda su vida ahí. Sus padres, que supieron tener un quiosco en frente (e incluso trabajaron en la Primera Confitería) habitan la zona desde la década del 70.
“Nadie se ha llegado a hablarnos ni a comentarnos nada. Nosotros no tenemos papeles ni nada que diga que los terrenos son nuestros, pero pagamos los servicios, están a nombre de cada vecino”, comentó a LA GACETA.
Telma Paz y su marido David Manuel Zurita construyeron su hogar hace 32 años ahí. “No hemos tenido ningún tipo de comunicación con nadie de ellos (quienes llevan a cabo la obra).
Comentarios han surgido de todo tipo, pero con certeza no sabemos nada de lo que se hará -contó Telma-; tendrían que haberse comunicado con los vecinos, pero hasta ahora no pasó”.
No hay juicios
Lo cierto es que, por el momento, no hay ningún tipo de trámite legal iniciado para el desalojo de los lugareños. Así lo expresó Federico Nazur, fiscal de Estado. “Tenemos alrededor de 25 juicios actualmente en trámite en San Javier: desalojos, reivindicaciones y usurpaciones, pero no son en la zona de la Primera Confitería”, expresó a LA GACETA.
El letrado comentó que el rol de la Fiscalía General es el de representar a la provincia en juicios, pero aclaró: “No actuamos de oficio, de manera que si no hay juicios ahí es porque no se han denunciado”
Preocupaciones
Laura admitió sentirse muy contenta por la renovación de la confitería. ”Más que nada porque quizá esto genere más puestos de trabajo, además va a haber más turistas, más movimiento y más control. Hay mucha expectativa por parte de los vecinos”, dijo. Pero así también, mostró su inquietud: “va a haber más movimiento, más gente, y no sabés quienes son... Mi hijo, por ejemplo, sale temprano a tomar el colectivo para ir a la escuela, ahí en la ruta. La gente toma y no sabés como baja, y la ruta es peligrosa para el que no la conoce”, explicó.
“Cuando cerró la confitería, dejaron abandonada la toma de agua y se tapó. Los vecinos pagaron por limpiarla y, en definitiva, la hemos mantenido nosotros. La mayor preocupación es que ellos (quienes tienen la licitación de la confitería) acaparen toda el agua y nos dejen sin nada. Tendrían que hacer otra toma o solucionarlo de otra manera, porque aquí sin agua no nos van a dejar”, alertó Telma. Y su marido, David, agregó: “dicen que se compraron 5 tanques de 2500 litros de agua. Va a ser mucho el consumo”.
Por supuesto, a la pareja también le preocupa la seguridad. “Si está abierta las 24 horas, sonamos con los borrachos y drogadictos, porque el lugar se presta. Hemos estado demasiado tranquilos durante todos estos años y ahora no van a dejar dormir a nadie”, resumió Paz.
¿Y con la ruta que pasa?
Una vez inaugurada la primera confitería, el volumen de vehículos que circularán por día crecerá notablemente. Ricardo Abad, titular de la Dirección Provincial de Vialidad explicó que ya se están haciendo reparaciones en la ruta a San Javier. “Estamos haciendo una repavimentación desde el Cristo hacia abajo, pero la lluvia no nos está dejando empezar a pavimentar hacia abajo en la ruta.
La propuesta es mejorar el camino, haciendo señalización vertical y horizontal”, aseguró.
Abad aclaró que no se puede hacer otra mano ni ampliación de la ruta porque la zona está protegida. “Hay dos grandes dificultades: una es que es un camino viejo, que ha sido diseñado con otros parámetros de diseño, ya que había otro volumen de transito; y la otra es que es un cerro muy complicado geológicamente, porque tiene movimiento”.
Por lo pronto -continuó Abad- se prevé seguir haciendo mantenimiento a medida que el camino se deteriore. “Si habrá más volumen de vehículos, será necesario hacer más mantenimiento”, resumió.