Historias detrás de la Historia: Horror en la habitación 514

Historias detrás de la Historia: Horror en la habitación 514

VIGILANCIA. Guardias de seguridad y policías en la trágica madrugada.

Después de haber recibido el alta, Pablo “El Loco” Amín y su esposa María Martas Arias, junto a otras parejas amigas, fueron a cenar a un restaurante del microcentro. Todos estaban preocupados por el mal momento que había pasado ese joven de poco más de dos metros y de 120 kilos. Por su problema de salud, decidieron pernoctar en el hotel Catalinas Park para regresar al día siguiente a su Santiago del Estero natal. Nadie imaginaba que horas después el vendedor de productos Herbalife cometería uno de los crímenes más aberrantes de la historia de nuestra provincia. Hasta el día de hoy nadie puede asegurar cuál fue el móvil del homicidio.

Oficialmente se confirmó que Amín, las 2.20 del 28 de octubre, en la habitación 514 del quinto piso del Catalinas Park, primero golpeó con un objeto contundente a su esposa, después puso su rodilla en el pecho inmovilizándola totalmente, y posiblemente, con un bisturí, primero le extrajo los globos oculares y le hizo cortes en el cuello, en la zona de los pechos y en sus partes íntimas. Moribunda, la ahorcó hasta que dejó de respirar. Lo hizo con tal fuerza que sus huellas dactilares quedaron marcadas en el cuello de víctima. Ambos estaban desnudos. Él no presentaba lesiones defensivas. Por esa razón, los peritos y especialistas sostuvieron que el mortal ataque se produjo cuando ella estaba dormida. Además, fueron tantos los golpes que le aplicó en la cabeza que terminó con una fractura en uno de sus dedos.

Luego se sucedieron los pasos más cruentos del caso. Hubo varias versiones que alimentaron mitos urbanos que aún persisten. Pero en el expediente judicial figuran estas secuencias: Amín tomó de los brazos a la víctima y arrastrándola la llevó hasta el ascensor, cuya puerta tenía manchas por los golpes que le había propinado porque no aparecía. Después también tocó la habitación 513, pero nadie le contestó. No esperó más, la arrastró hasta el cuarto piso. Por el hueco de la escalera, la arrojó y el cuerpo terminó en el tercer piso. De allí la bajó arrastrando hasta el descanso del segundo piso.

El hallazgo

Nuestro diario, antes de que se cumpliera una semana del crimen, publicó los testimonios de las primeras personas que se encontraron con Amín. El recepcionista Carlos Dante Gómez fue quien avisó lo que estaba sucediendo. Llamó al guardia de seguridad Dante Joaquín Fernández para avisarle que en el descanso en el primer piso había un hombre golpeando a una mujer.

“Observé una situación horrenda. Un sujeto grandote, gordo, se encontraba completamente desnudo y estaba sentado sobre el abdomen de una mujer, también desnuda. Le agarraba el cuello y le hacía golpear la cabeza fuertemente contra el piso. Ambos estaban bañados en sangre”, les relató Fernández a los policías. También dijo que se acercó a Amín de atrás y lo tiró del pelo para intentar derribarlo. Pero el sujeto lanzó un manotazo y lo hizo trastabillar. Luego, el joven se puso de pie, enfurecido, y le advirtió al guardia que se fuera o lo mataría igual que a la mujer.

Sergio Núñez, otro trabajador del hotel, también participó del hallazgo. “Escuchamos gritos de personas. Pensé que alguien se había quedado encerrado en el ascensor. Al constatar que estaban funcionando, decidimos subir por las escaleras para saber qué estaba pasando y nos dimos con Amín que la tenía agarrada de los pelos y la hacía golpear fuertemente contra el piso. Nos gritaba diciendo que mandemos un ascensor, porque él había matado a su mujer”, describió.

El guardia, desesperado y aterrado, bajó a pedir ayuda y encontró al policía Miguel Antonio Concha, que solicitó colaboración a tres compañeros. “Entre sus gritos se quejaba y decía: ‘ahí en el piso están los riñones, el hígado, júntenmelos’. Y él mismo pedía que lo espose. Durante toda esta situación estaba acostado al lado de la mujer; no se movía de allí, sólo gritaba”, declaró el efectivo. Por las dudas, uno de los uniformados sacó su arma y la remontó. Inmediatamente el autor del hecho les dijo: “estoy bajo estado de emoción violenta… Los de Atlético son todos putos”.

Las dudas

La fiscala Adriana Reinoso Cuello, que intervino en el caso, recordó que llegó a los pocos minutos. “Al arribar al hotel encontré al acusado tirado en el suelo, desnudo, boca abajo, con las manos y los pies esposados”, informó. “Me arrimé y le expliqué quién era. Me pidió que le diera agua porque se había tragado el anillo de bodas. Después pidió que nos comunicáramos con su hermana, que era abogada. No parecía que estuviera fuera de sí”, explicó la investigadora. El tiempo le daría la razón. Con una radiografía se probó que efectivamente se había tragado la pieza de oro y que su hermana era funcionaria del poder judicial de Córdoba.

El paso siguiente fue requisar la habitación 514. “Era espeluznante”, fueron las dos palabras que utilizó Reinoso Cuello para definir qué se encontró en la escena del crimen. Los peritos no tuvieron mucho trabajo. El recorrido que hizo Amín quedó marcado con la sangre de la víctima. Las paredes de la pieza también estaban teñidas de rojo. Lo único que no aparecía era el elemento con el que le había extraído los globos oculares a María Marta. Se pensó que lo había tirado por el inodoro, pero era imposible porque el baño era el único lugar que estaba impoluto. Después pensaron que lo podría haber arrojado por la venta, pero tampoco lo encontraron. Los forenses que realizaron la autopsia dijeron que podría haber utilizado un bisturí. Inmediatamente todos recordaron que el “Loco” había volteado una bandeja de instrumental médico en el hospital Padilla. Pero las dudas aún persisten porque nunca se encontró ese instrumento quirúrgico.

Pero el mayor misterio es cuál fue el móvil del crimen. Versiones e hipótesis hubo muchas, pero no se llegó a probar ninguna. “La ley no nos obliga a encontrar el móvil del crimen, sino al autor y, además, sumar pruebas para condenarlo y eso es lo que hicimos”, aclaró Reinoso Cuello. “Sí hubo varias líneas de investigaciones que se analizaron, pero al no encontrar pruebas, decidimos avanzar”, agregó en una entrevista con LA GACETA.

Los defensores Roberto Flores (actualmente juez de garantías en el Centro Judicial de Concepción) y Martín Zóttoli (funcionario judicial del Régimen Conclusional) siempre intentaron mantener la hipótesis de que Amín habría sufrido un brote psicótico. Aunque nunca lo dijeron públicamente, buscaron probar que podría haberse desencadenado por su adicción a la cocaína como lo sufrieron varios años después Matías Alé (el ex de Graciela Alfano) o como el cantante Santiago “Chano” Charpentier. Hasta se llegó a rumorear que el santiagueño habría consumido esa sustancia durante la tarde del sábado y esa había sido la razón de su ataque de locura. Pero los estudios toxicológicos dieron negativo.

Otra teoría, mucho más fantasiosa, fue que la conducta del santiagueño estaba vinculada al excesivo consumo de los productos que comercializaba. “Mientras se investigaba, recibimos la información de que una mujer de Misiones había intentado matar a su esposo y, después, un habitante de Bahía Blanca había hecho lo mismo con su mujer; ambos terminaron siendo absueltos por su estado de salud mental. No insistimos con esta línea porque consideramos que Amín debía ser imputado”, explicó Mario Leiva Haro, representante legal de la familia Arias. “Tampoco puedo negar que un hermano de María Marta recibió una oferta de la empresa para que su nombre no sea puesto en el tapete”, agregó el profesional.

Más creíbles

En ese abanico de hipótesis quedaron dos que aún se mantienen vigentes y en las que se sostiene que el acusado no tuvo ningún problema de salud mental. El “Loco”, en la reunión de vendedores, fue cuestionado porque lo habrían acusado de realizar distintas maniobras para montar una especie de monopolio de venta de productos en toda la región. Sospechó entonces que María Marta lo podría haber traicionado y por eso la mató.

La familia, en cambio, siempre apuntó a la línea sentimental. Él pensó erróneamente que la joven tenía un romance con su amigo Walter Cancino. Y la terminó matando por un ataque de celos”, explicó Leiva Haro. “Otro dato importante: los peritos que trabajaron en el caso llegaron a dos conclusiones: Amín no era inimputable y las lesiones que sufrió María Marta tenían connotaciones sexuales”, añadió el profesional.

Hubo cuatro detalles que le llamó la atención a la familia de la víctima desde un primer momento:

- Amín, después de haber cometido el crimen, golpeó la puerta de una habitación: la 513 que estaba a la par, que ocupaban Cancino y su pareja, los cuales, curiosamente, no escucharon nada de lo que había sucedido en la pieza de la par.

- Los parientes de la víctima se enteraron de la muerte de la joven a través de “Crónica”, ya que ninguno de los compañeros de viaje les dijo ni una palabra de lo que había sucedido.

- Los testigos señalaron que ni Amín ni María Marta fumaban, pero en el cenicero de la habitación se encontraron tres colillas de cigarrillos. Se pensó en hacer un análisis de ADN, pero cuando el santiagueño confesó ser el autor del hecho, se descartó esa posibilidad. Prefirieron enviar el caso a juicio.

- Los santiagueños tuvieron que ser citados por la fiscala Reinoso Cuello con la amenaza de que serían traídos con la fuerza pública si no se presentaban.

El paso del tiempo

Más allá de todas las especulaciones, hubo otra realidad. Los dueños del hotel decidieron no cerrar la habitación 514. “Se la limpió exhaustivamente y se cambió todo lo que se debía cambiar y al poco tiempo volvió a quedar a disposición de los pasajeros”, resumió el propietario del hotel, Jorge Rocchia Ferro.

Al empresario le avisaron lo que había sucedido dos horas después. “Cuando llegué estaban todas las autoridades policiales y judiciales. Se habían movido muy rápido. No estaba el acusado ni el cuerpo de la víctima y la mayoría de los pasajeros no se enteraron de lo que había sucedido. Sí tuvimos que trabajar con los empleados para darles contención”, comentó.

Rocchia Ferro despejó todas las dudas y derrumbó los mitos urbanos que en algún momento circularon. “Lo único que puedo decir es que pasaron los años y había personas que hablaban preguntando si estaba disponible la habitación 514. Nunca preguntamos por qué ni para qué la elegían, simplemente la ocupábamos”, explicó. Esa es una arista negra de este caso que generó otras, como subir a internet las fotos tomadas por el personal de Criminalística, que hasta hoy pueden ser vistas por cualquiera. Pero hubo otra más.

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