Historias detrás de la Historia: ¿Pablo Amín imitó otro femicidio para matar a su esposa?

Historias detrás de la Historia: ¿Pablo Amín imitó otro femicidio para matar a su esposa?

BIEN CUSTODIADO. Un policía impide el ingreso de curiosos y periodistas al hotel donde Amín asesinó a su esposa.

“El crimen del hotel” fue el nombre mediático con el que se bautizó al caso que conmocionó a dos provincias. Gran parte de los habitantes de Tucumán y de Santiago del Estero quedaron espantados por la manera en que Pablo Antonio Amín mató a su esposa, María Marta Arias, en el hotel Catalinas Park, en la madrugada del 28 de octubre de 2007. Un hecho que, pese al paso del tiempo y la dura condena que recibió el homicida, tiene preguntas sin responder. Pero lo que pocos recuerdan es que otro hombre mató a su pareja en otro hotel de esta provincia. Ambos hechos, registrados con una diferencia de 27 años, tienen similitudes asombrosas. Hasta en la actualidad muchos se preguntan si el último femicidio no estuvo basado en el primero.

Amín y Arias tenían tres meses de casados cuando llegaron a la provincia el sábado 27 de octubre desde su Santiago del Estero natal. Venían a participar de un encuentro regional de Herbalife, empresa de productos dietéticos naturales. Se instalaron en el hotel que está ubicado al frente del parque 9 de Julio. En la reunión matutina que se desarrolló en el Tucumán Center, Amín protagonizó una discusión, se marchó del lugar y no volvió más. A partir del mediodía protagonizó una serie de incidentes en distintos sectores de la ciudad que incluyeron una visita escandalosa a la Catedral, donde se hizo bautizar ante los sorprendidos ojos de los feligreses. Episodios que a nadie le llamó la atención.

Fue demorado por la Policía y llevado al hospital Padilla. Le dieron el alta y cenó con los amigos con los que había llegado de tierras santiagueñas. Esos testigos dijeron que Pablo estaba calmado, que actuó como si nada malo hubiera pasado horas antes y hasta se dio el gusto de tomar cerveza. Pero en el interior de la cabeza de ese hombre de más de dos metros de altura y de más de 120 kilos de peso se estaba gestando un huracán de furia y sangre.

En la madrugada del domingo 28, el conserje del hotel y un policía que realizaba servicios adicionales en el lugar, se toparon de bruces con el horror mismo. Amín, totalmente desnudo, golpeaba contra el piso el cuerpo de Arias, a quien le había sacado los ojos. A los gritos primero pidió ayuda y después amenazó a los primeros que lo vieron. Con un enorme esfuerzo esos testigos lograron reducir a ese gigantesco hombre que se encontraba con el rostro desencajado. Allí comenzaba a escribirse otra historia.

PAREJA I. Pablo Antonio Amín y María Marta Arias tenían tres meses de casados cuando se registró el crimen. PAREJA I. Pablo Antonio Amín y María Marta Arias tenían tres meses de casados cuando se registró el crimen.

Perfiles

María Marta tenía 23 años y estudiaba Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Santiago del Estero y le faltaban pocas materias para recibirse. Era la menor de cinco hermanos (tres varones y dos mujeres). Sobre sus espaldas cargaba una delicada enfermedad: hacía poco tiempo le habían diagnosticado lupus. “Era una chica alegre, un pan de Dios”, dijo Patricia Garnero, su cuñada.

“Arias solía levantarse antes de las 8 para concurrir a la facultad. Según sus amigos, parecía entusiasmada con sus estudios y había obtenido buenas notas en los últimos exámenes. ‘Martita’, como la llamaban todos los que la conocían, cursaba el tercer año de la carrera. Este año (2007), sólo había perdido la regularidad en una materia, ya que había estado internada en Córdoba, para someterse a estudios médicos a mediados de setiembre”, cronicó en esos días Miguel Velárdez, el periodista de LA GACETA que fue enviado a la vecina provincia para conocer los detalles de la vida de la víctima y del victimario.

La historia de Amín, que tenía 24 años, era completamente distinta a la de su pareja. Nació en una familia de clase media alta trabajadora y desde adolescente su nombre quedó vinculado a una tragedia. Cuando tenía 14 años, según consta en el expediente, mató de manera accidental a un amigo de su misma edad. No tuvo problemas legales porque se confirmó que no tuvo intención de matar y porque era inimputable. Ese fue un golpe muy duro en su vida.

Según sus allegados, esa fue la principal razón por la que cayó preso de la cocaína. Durante años consumió drogas hasta que su familia logró que hiciera rehabilitación. El proceso no fue sencillo, duró poco más de tres años. Al recuperarse, comenzó a trabajar en la armería que su familia abrió en 1996. Durante un tiempo se dedicó a la venta de armas en un local que tenía una calcomanía que decía: “Señor, que tus ojos estén abiertos de día y de noche sobre esta casa”.

María Marta y Pablo se habían conocido cuando eran adolescentes y tomaban clases de inglés en un instituto privado de Santiago. Pero la vida los separó por distintos caminos hasta que se reencontraron en 2007. Él se había hecho famoso en la vecina provincia. Su rostro y, especialmente, su cuerpo, se había transformado en un ejemplo para las personas que sufrían de sobrepeso. Había logrado bajar 50 kilos consumiendo los productos de Herbalife.

El noviazgo duró apenas tres meses, porque decidieron casarse por iglesia únicamente. A la familia de ella no le simpatizó mucho la idea. Primero, porque querían que ella terminara sus estudios y después, porque hacía muy poco tiempo estaban juntos.

La pareja se dedicó de lleno a la venta de productos dietéticos. Lideraban todos los rankings de su provincia y a nivel regional. Se comentó que en esos tiempos, facturaban unos $14.000 mensuales, que en esa época eran más de U$S 4.500. Pero ese éxito generó malestar entre los familiares de ella. Primero, porque trabaja de sol a sol, cuando los médicos le habían recomendado que llevara una vida tranquila. Pero también porque desde que se había casado, Arias se alejó de ellos. Su madre, María Marta Alonso, sabía que algo estaba mal.

Un antecedente

Los que pocos recuerdan es que hubo otro crimen similar en nuestra provincia. También en la madrugada, pero la del 26 de septiembre de 1980, el médico platense Roberto José Lázzari (de 30 años) ahorcó con una corbata a su esposa, la veterinaria Alicia Travascio Martínez (28) y después descargó toda su furia aplicándole patadas por todo su cuerpo. El homicidio se registró en la habitación 243 del segundo piso del hotel Premier, ubicado en Crisóstomo Álvarez y 9 de Julio. El autor del sangriento hecho fue detenido a la noche en la Terminal de Ómnibus, cuando se preparaba para subir a un micro que lo trasladaría a Buenos Aires.

El acusado del femicidio tenía problemas de salud mental generados por una severa lesión que había sufrido cuando jugaba al rugby en 1968. Además de haber recibido electroshocks, tomaba medicamentos. Sus familiares explicaron que Lázzari ya había protagonizado hechos extraños. Contaron que el más conocido de todos sucedió en París, Francia, el día que se casaron. Esa noche, el médico sufrió un ataque que sorprendió a muchos. Tan grave fue que decidieron adelantar el regreso al país.

Como le pasó Amín, horas antes de que cometiera el crimen, Lázzari confió a varias personas que lo querían matar. Los profesionales que lo atendieron sospecharon que desató su furia cuando su pareja quiso acomodarle la corbata y él pensó que pretendía ahorcarlo.

Las similitudes entre ambos casos son increíbles y vale la pena repasarlas:

- La pareja llegó para participar de un congreso de médicos que se desarrolló en nuestra provincia.

- Lázzari, antes de que cometiera el crimen, protagonizó una serie de hechos que nadie advirtió. Una médica tucumana que había trabajado con él, se acercó a saludarlo, pero él ni siquiera le respondió el saludo. Los asistentes al congreso se alteraron cuando Travascio Martínez pidió ayuda porque su esposo se había perdido. Lo encontraron horas después rezando en una iglesia de la capital. Los profesionales lo revisaron y le dieron un calmante porque entendían que no estaba en buen estado.

- Después de cometer el crimen, el autor se cambió toda la ropa ensangrentada, se bañó y entregó la llave de la habitación en la recepción. “Ya está desocupada”, avisó. Media hora después, una mucama se presentó en la pieza y se dio con un horrendo cuadro y el cuerpo de la veterinaria destrozado por las decenas de patadas que recibió.

- El informe de los médicos forenses determinaron que Lázzari era “un paranoico de alta peligrosidad”. Un año después fue declarado inimputable por lo que se anuló todo el proceso penal en su contra. Fue derivado al penal de Villa Urquiza porque no había un sitio donde tratarlo. Nadie se quiso hacer cargo de su cuidado porque lo consideraban un hombre extremadamente peligroso.

PAREJA II. Roberto Lázzari y su esposa Alicia Travascio Martínez en el congreso de medicina. PAREJA II. Roberto Lázzari y su esposa Alicia Travascio Martínez en el congreso de medicina.

Las diferencias

Mario Leiva Haro, representante legal de la familia Arias, quedó helado al conocer los detalles del crimen ocurrido en 1980. “Tengo mis dudas si Amín no lo copió”, fue su primera reacción. “El fin de semana anterior de que matara a María Marta, los hermanos se juntaron a comer pizzas y a ver películas. Una de ellas era de terror y que contaba cómo el encargado de un hotel le sacaba los ojos y mataba a las mujeres que se alojaban y habían mantenido relaciones sexuales en el lugar. Habíamos pensado que se había inspirado ahí en la locura que cometió”, agregó.

Los dos casos tuvieron un final diferente. Lázzari fue declarado inimputable un año después de haber matado a la veterinaria. En 1983, según lo último que se publicó, sus defensores comenzaron a realizar planteos para que le otorgaran permisos especiales de salidas.

Los empleados jubilados de Tribunales dijeron que el hombre consiguió que lo autorizaran a regresar a La Plata, donde estuvo internado durante un buen tiempo. Luego le concedieron la libertad y sabían que se había casado nuevamente.

Amín intentó en vano durante años que se lo declarara inimputable y hoy continúa en el penal de Villa Urquiza cumpliendo la condena a perpetua que le impusieron por haber asesinado a su pareja.

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