Son mucho más que un autorretrato. Se han convertido en un fenómeno imparable, de la mano de las redes sociales y de los celulares. Solo en Instagram se comparten al día un millón de selfies. Algunas son de rostros, otras de cuerpo entero, con paisajes o lugares llamativos de fondo. Pero las más populares, las que más likes suman, son aquellas que le imprimen algo novedoso; por ejemplo, una aventura extrema. Claro que no es tan fácil lograrlas sin correr un riesgo que puede llegar a ser mortal.
Eso es lo que revela un reciente estudio realizado por la la Fundación iO, especializada en Medicina Tropical y del Viajero. Según este trabajo, entre enero de 2008 y julio de 2021 han muerto en el mundo al menos 379 personas; es decir, una cada 13 días. Además, una de cada tres de estas personas fallecidas se encontraba de viaje.
Si bien se produjo un breve paréntesis debido a la pandemia de covid-19, la tendencia de tomarse fotos en lugares de alto riesgo ha resurgido con fuerza en la primera mitad de 2021. En estos meses ya hubo 31 accidentes mortales pese a las reestriccciones de viajes aún vigentes.
De acuerdo con la Fundación iO, la mayor cantidad de muertes se ha producido por caídas de altura como cataratas, acantilados y azoteas. Luego están los accidentes vehiculares, los ahogamientos, el uso de armas de fuego y siniestros con electricidad. También hubo casos fatales de personas que se acercaron a animales peligrosos.
La mayoría de los accidentes son protagonizados por turistas que asumen riesgos en lugares con los que no están muy familiarizados. De los fallecidos, 141 eran extranjeros y 238 locales. Las tragedias más frecuentes en jóvenes de hasta 19 años.
Ya en 2017 los expertos advertían con preocupación que tomarse una selfie es cinco veces más mortal que un ataque de tiburón, de acuerdo a la comparación de las estadísticas de estos dos sucesos, que fue publicada por la Journal of Family Medecine and Primary Care.
Por las dimensiones que adquirió este fenómeno de las selfies mortales, hay quienes opinan que es un problema emergente que ya puede considerarse de salud pública. “El estudio nos ha ayudado a dimensionarlo y es el primer paso para tomar medidas con las que hacerle frente”, sostiene Manuel Linares Rufo, presidente de la Fundación iO e investigador principal del estudio, el mayor realizado hasta la fecha.
Posibles explicaciones
¿Por qué arriesgar la vida por una selfie?, es lo que se preguntan muchos.
Primero, según los expertos, hay que entender que una selfie en la actualidad se ha convertido en un mecanismo rápido para obtener reconocimiento social. De ahí el empeño de muchos jóvenes de subir constantemente fotos para sumar “me gusta” en Facebook o corazones rojos en Instagram.
Una de las cosas que más cotizan hoy son los seguidores y likes. Roxana Morduchowicz, especialista en jóvenes y consumo de tecnología, sostiene que la selfie encuentra su lugar ideal en una época en que lo que más importa es ver y ser visto. Pero no de cualquier forma. Mucho mejor si a través de lo que hoy se considera un “lujo”: las experiencias.
De hecho, en 2015, el filósofo Yves Michaud, escribió en un ensayo que los lujos del siglo XXI ya no son los objetos valiosos sino las experiencias fuertes. Esto también explicaría de alguna manera, según los especialistas, por qué una selfie puede llevar a una persona, de repente, a asumir comportamientos de alto riesgo.
El psicólogo Arturo Gómez López explica: “las selfies satisfacen la necesidad narcisista de verme y de ser visto, y sin dudas tiene relación con la necesidad de exponerse en ese “enorme escenario común” que son las redes sociales”. El profesional señala que hoy está cambiando la escena a exponer: “antes las selfies eran yo en cualquier situación cotidiana, desde estudiar en casa o en la facultad, cocinar, estar en el gimnasio, en una fiesta o en un bar. Ahora, al naturalizarse y por ende invisibilizarse las escenas anteriores (cosa que en las redes se mide por la cantidad de likes o de reproducciones de los videos o reels), hubo que crear algo nuevo que valga la pena mostrar”. “Entonces, aparecieron estas fotos y videos de experiencias más arriesgadas: desde peleas de pandillas o acciones sumamente arriesgadas a las que les ponen una connotación lúdica, pero que en realidad están orientadas a la mostrar osadía y valentía casi extremos como un rasgo que otorga valor y poder a quienes son capaces de hacerlo y de mostrarlo, pues tiene que quedar registrado y expuesto”, puntualizó.
Respeto a la montaña
Subir fotos desde las alturas es una tendencia entre los usuarios más extremos. Estos esfuerzos por documentar qué tan valiente es alguien desafiando el vértigo han dejado víctimas en Estados Unidos, México, España, Noruega, Gales y hasta en el Tah Mahal; lugar en donde murió un turista japonés de 66 años tras una caída.
El tucumano Alejandro Bazán (@alebazn), amante del trail running, del trekking y de las selfies, ha visto a muchas personas arriesgarse por una foto extrema. “Hay quienes van a la montaña para hacer una selfie. Y creen que es ir hasta ahí y ya está. Lógico que puede pasar de ser algo lindo a un desastre”, advierte.
En su caso, a él le gustan las selfies jugadas, siempre acompañadas con mensajes de que es posible superarse y salir adelante. Alejandro predica con el ejemplo: hace 10 años pesaba 40 kilos más y era sedentario. Todo eso cambió con dieta y deporte. Y así fue sumando sacrificios y cumpliendo objetivos, hasta carreras a nivel internacional
“Muchas veces nos arriesgamos, pero hay una diferencia muy grande entre tener experiencia y no tenerla; es fundamental saber cómo estar en una montaña y respetarla principalmente. Respetarla por su inmensidad y los problemas que pueden producirse dependiendo de la altura, el viento, las tormentas, por ejemplo. No se puede improvisar ni desafiar al límite y poner en riesgo la vida”, señala.
“Mi límite cuando busco una foto o un video es siempre pensar que hay personas que me están esperando en casa”, resalta. Y recuerda un día en el cual, regresando de Cachi, en Salta, decidió subir a la montaña para tomarse una selfie. “Mi novia se asustó y ahí me di cuenta que no tenía sentido seguir escalando solo por una foto, y sabiendo todo lo que uno pone en riesgo”, evaluó.
Otro punto que resalta Bazán tiene que ver con la responsabilidad. “Quienes conocemos la montaña y practicamos deportes tenemos un poco más de libertad para sacarnos una selfie. Pero, ¿qué pasa si alguien nos quiere copiar?. Kilian Jornet es un súper atleta que sube fotos y videos en forma constante de sus expediciones extremas. Mucha gente le quiso copiar y no contó la historia”, recordó.
¿Las redes sociales premian los contenidos más jugados? Sí, responde sin dudarlo Bazán. El premio de hacerse una selfie muy arriesgada es la valoración social. Además, con esto se logra captar más atención, algo importante en un mundo donde todo se mide a través de los likes en las redes.
Algunos casos mortales
Las noticias por las selfies mortales siempre recorren los diarios y portales de todo el mundo. Aquí te mostramos algunos casos.
Sofía Cheung, la influencer de 32 años originaria de Hong Kong era conocida por publicar fotos en lugares arriesgados en sus redes, ya fuera colgando de una roca o haciendo poses de yoga en las cúspides de alguna montaña. Murió en julio de este año al intentar tomarse una selfie en una cascada del parque Ha Pak Lai, cuando estaba de paseo con unos amigos. Según los testigos, Cheung perdió el equilibrio y cayó en la piscina de las cataratas desde unos cinco metros de altura.
La taiwanesa Gigi Wu era conocida por su afición a subir montañas en bikini y fotografiarse en las cumbres, a menudo nevadas, en unas llamativas composiciones visuales. Falleció en enero de 2019 tras caer por un barranco, aunque no fue el golpe lo que hizo que perdiera la vida. Falleció por hipotermia, ya que no llevaba la vestimenta adecuada.
Mark Johnson, un joven de 24 años que vivía en los Estados Unidos, fue a las Cataratas del Niágara, uno de los lugares favoritos por el turismo interno de ese país y el principal escenario de muertes causadas por sacarse una selfie. “Ma paro acá en el borde así la foto sale mejor con las cataratas detrás”, expresó. Por esa foto, Mark se resbaló y murió estrellado contra las piedras de ese monumento natural de los EE.UU.
Tratando de buscar la fotografía ideal en el mirador del Castillo de Benidorm, en España, una turista ucraniana sufrió un terrible accidente que le causó la muerte al caer al mar en la provincia de Alicante. Murió tras precipitarse desde un edificio de 30 metros de altura. A raíz de este caso, el ayuntamiento del municipio ha empezado a afrontar el fenómeno. La policía vigila los puntos más sensibles e intervienen delante cualquier tipo de riesgo.