Era cuestión de tiempo, sólo que los del gobernador en uso de licencia Juan Manzur y los del vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo, Osvaldo Jaldo, no coincidían. El actual jefe de Gabinete de la Nación resistió todos los embates contra una de las áreas más sensibles de la gestión: seguridad. Lo hizo durante su primer mandato y en estos dos años que lleva de la segunda administración de Gobierno. Incluso el propio Jaldo había pedido la renuncia de Claudio Maley como ministro del área, así como la del titular de Educación Juan Pablo Lichtmajer, durante la campaña que derivó en las internas del Frente de Todos.
Jaldo había dado un tiempo de gracia para que los ministros elevaran un plan de gestión, mientras él se encuentre ocupando la oficina de Manzur en el primer piso de la Casa de Gobierno. El actual jefe de Gabinete de la Nación había postergado, en reiteradas oportunidades, el recambio en Seguridad. Al principio, porque no quería mostrar debilidad ante la sociedad; luego, porque, si Maley se iba, sería darle la razón a la oposición en medio de un año electoral. De todas maneras, ambos avanzaron coordinadamente hacia una salida elegante del Poder Ejecutivo del comandante retirado de la Gendarmería. La semana pasada, Maley visitó a Manzur en la Casa Rosada para establecer su nuevo destino. La promesa que le hizo la ex ministra de Seguridad, Sabina Frederic, se cumplirá en tiempos de Aníbal Fernández al mando de esa cartera: un cargo nacional con orientación federal.
Durante las últimas 72 horas las conversaciones interpoderes se sucedieron. Jaldo habló en primera instancia con Maley. "Tenes la oportunidad de salir por la puerta grande", dicen que el vicegobernador le dijo al ahora ex ministro de Seguridad. Su situación en el gabinete era insostenible, agregan. Fue difícil la decisión de cortar el ciclo de un gendarme que estuvo al frente de un área polémica en los últimos seis años. Luego vino el período de conversaciones con el flamante ministro Eugenio Agüero Gamboa, quien venía desempeñándose como cordinador general del Equipo Técnico de Investigaciones Fiscales (ECIF) en el Ministerio Público Fiscal. El abogado era una de las pocas opciones que el titular interino del Ejecutivo tenía. No quería alguien que esté enrolado en la política y que, por ende, sufra los embates naturales de la sociedad, más aún cuando se avecina un turno electoral. Convocó a una persona con amplia trayectoria en el Poder Judicial y sin identificación partidaria para fortalecer, primero, a la estructura de un área golpeada por los últimos sucesos policiales. Y, también, para darle otra impronta, un poco más cercana a la Policía. Por esa razón se mantuvo la línea de conducción azul.
-¿Sabés en el quilombo que te estás metiendo?, le transmitió -con total franqueza- Jaldo a Agüero Gamboa.
-Me gustan los desafíos, fue la respuesta que recibió el ahora saliente coordinador del ECIF.
Ya no habrá tantos viajes del flamante funcionario con su familia hacia los Valles para descansar los fines de semana. Tucumán es una provincia convulsionada por el delito y, frente a esa situación, el vicegobernador ha decidido avanzar en tal vez la decisión más difícil que le tocó asumir en el poco más de un mes de gestión interina en la Casa de Gobierno. Hay un programa alternativo que se está gestando que implica medidas de corto y de mediano plazo para cambiar la percepción social de la inseguridad. "No voy a acelerar los tiempos, pero sí necesitamos resultados", expresó el titular de la Cámara. Ayer, muy temprano en la mañana, Jaldo recibió el visto bueno. "Metele; está todo preparado", le transmitió Manzur desde Buenos Aires. Respetaron las formas y la cordialidad que existe, actualmente, en la fórmula gubernamental que en tres días cumplirá dos años de gestión del segundo mandato. La pelea política es parte del pasado; el presente es el mismo que existía antes de marzo último, y el futuro todavía sigue siendo un signo de interrogación. Ni Jaldo sabe cuánto durará su interinato en el Ejecutivo ni Manzur tiene preciso si se quedará en la Casa Rosada o si emprenderá el retorno a tierras tucumanas. Por las conversaciones que está teniendo a lo largo de su gestión, todo parece indicar que quiere quedarse al lado del presidente Alberto Fernández.
La asunción del nuevo ministro fue rápida. Jaldo se embarca en un viaje hacia Buenos Aires para mantener reuniones de trabajo con el jefe de Gabinete y con algunos ministros nacionales. Debía cerrar ese capítulo porque necesita imprimirle más ritmo a la administración. El jueves Sergio Mansilla, presidente subrogante de la Cámara, estará al frente del Ejecutivo. Regino Amado, vicepresidente del cuerpo, presidirá la sesión legislativa en la que se le darán las primeras herramientas a Jaldo para concretar algunas obras y avanzar en lo que serían las primeras soluciones de la crisis carcelaria. Este fin de semana puede ser también de trabajo institucional y de armado territorial con el posible arribo del jefe de Gabinete. Es probable que, por primera vez desde el 20 de septiembre, Manzur y Jaldo se sienten alrededor de una misma mesa a diseñar la estrategia de Gobierno de la nueva etapa en territorio provincial. Será un mensaje hacia adentro de la gestión y también hacia afuera, de que el Frente de Todos vuelve a la normalidad, más allá de las diferencias.