Para Juan Manzur las recorridas de campaña son las mismas que hacía no hace mucho tiempo en Tucumán. Nada más que, en Buenos Aires, las distancias son más amplias y, además, hay otras urgencias. El principal distrito electoral de la Argentina es clave para revertir el resultado que el Frente de Todos cosechó en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 12 de septiembre pasado. “No hay que bajar los brazos. Estamos muy cerca de revertir el resultado y es posible que hagamos una buena elección el 14 de noviembre”, comentó ayer por la tarde el jefe de Gabinete de la Nación a un grupo de intendentes del Conurbano bonaerense, en una cumbre realizada muy cerca de Lomas de Zamora. Los datos que maneja la Casa Rosada indican que los 360.000 votos de diferencia en provincia de Buenos Aires no constituyen un escollo difícil de atravesar, más allá de las vicisitudes de la gestión de Gobierno en materia económica. Manzur reconocer que, en la actualidad argentina, el enemigo número uno rumbo a las urnas se llama inflación. De allí el fortalecimiento del esquema de fijación de precios hasta el 7 de enero en 1.432 productos alimenticios y bebidas.
En el balance semanal que Manzur ha realizado con el presidente de la Nación, Alberto Fernández, el diagnóstico es alentador para el oficialismo. Según pudo establecer LA GACETA, en la Casa Rosada creen que en La Pampa, el Frente de Todos puede retener la banca, mientras que Jorge Capitanich garantizó al mandatario nacional que, en el distrito que gobierna, Chaco, el resultado será en favor del peronismo. En Santa Fe, a su vez, hablan de un empate técnico, mientras que en el resto del país la situación es de pelear voto a voto a Juntos por el Cambio, salvo en las provincias donde el Partido Justicialista ha demostrado supremacía electoral: Santiago del Estero, Tucumán, San Juan, Catamarca y Formosa.
En el almuerzo del viernes con ministros e intendentes bonaerenses convocados por Manzur, el presidente de la Nación ha manifestado que es posible revertir el resultado del 12 de septiembre, que causó un cisma interno en el Frente de Todos y que derivó, entre otras cuestiones, en los cambios de gabinete que llevó a Manzur a dejar, circunstancialmente la gobernación de Tucumán, para instalarse en la Casa Rosada. “Ya sabemos lo que la gente necesita y le hace falta. Esto hay que darlo vuelta y podemos hacerlo, porque tenemos el diagnóstico adecuado”, dijo Fernández en la cumbre del viernes en Olivos. “Mis socios son ustedes. De nosotros depende que ganemos. Seguimos peleando. Vamos a seguir gobernando la Argentina, porque la sociedad no nos va a perdonar que vuelva el macrismo”, agregó.
Los peronistas saben que otro resultado adverso implicará un camino demasiado empinado para la gobernabilidad de los dos años que le restan de mandato a la fórmula que integra Alberto Fernández con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. De hecho, Juntos por el Cambio aspira a sacarle la titularidad de Diputados a Sergio Massa y restarle poder de fuego a Cristina en el Senado. “Nada está perdido. El peronismo se ha encolumnado tras la figura del Presidente y hay motivos para pensar de que el resultado de noviembre será diferente al de septiembre”, le transmitió Manzur a los barones del conurbano bonaerense. En el medio de este proceso, el jefe de Gabinete también tiene participación protagónica en la renovación de autoridades de la Confederación General del Trabajo (CGT), que se dará tres días antes del próximo turno electoral.
Cena justicialista
Si bien la madre de todas las batallas se librará en provincia de Buenos Aires, Manzur no descuida al resto de los aliados: los gobernadores justicialistas. De hecho, ya comenzó a hablar telefónicamente con varios de ellos para que el miércoles concurran a la cena que se servirá en Olivos y que será encabezada por el presidente del PJ Nacional. ¿Motivos? El primero es la conmemoración de los 11 años del fallecimiento de Néstor Kirchner. Pero también será motivo para recordar los dos años del triunfo del Frente de Todos sobre el macrismo, que significó la recuperación del poder en la Argentina. Esa convocatoria ha motivado que el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo de Tucumán, Osvaldo Jaldo, difiriera por unos días más su viaje a la Ciudad de Buenos Aires.
El plato fuerte de la cumbre del miércoles será la evaluación, distrito por distrito, de lo que será la elección de diputados y de senadores en las provincias. Las ausencias marcarán una clara lectura de la Casa Rosada acerca del comportamiento de algunos mandatarios que, según el criterio mayoritario, en las PASO jugaron su propio partido, pero que en noviembre están obligados a acompañar por la gobernabilidad. Ni para antes, y tal vez tampoco para después de los comicios, se vislumbra un encuentro para el consenso con la oposición y con otros sectores socioeconómicos para definir el rumbo de la Argentina. Ni en el mismo oficialismo hay criterio unificado para convocar a aquellos dirigentes que despotrican contra la gestión.
Manzur tiene previsto venir a Tucumán hacia el próximo fin de semana. También tiene sus razones: festejar el segundo año del segundo mandato de gobernador y arengar al oficialismo, junto con Jaldo, para que trabaje en forma unificada para las elecciones que se vienen.