Ana María Cerro: “Los argentinos no aprendemos de los errores de nuestra propia historia”
La economista y profesora de la UNT asegura que las políticas económicas actuales son un rotundo fracaso y le achaca a Macri no haber hecho un ajuste más profundo. “Estamos dentro de una bomba de tiempo”, afirma.
Vivir en un constante Déjà vu. Los argentinos nos acostumbramos a un círculo vicioso en el que la economía siempre nos juega una mala pasada. A Ana María Cerro, doctora en Economía y profesora de la UNT se le pregunta cuándo fue la última vez que estuvimos bien y debe remontarse, con su bagaje como historiadora de los ciclos económicos, a más de un siglo atrás. Casi nadie que lea la entrevista puede haberlo vivido. Pero además, esta tucumana respetada a nivel nacional e internacional, carga las tintas sobre el movimiento justicialista a la hora de tratar de explicar por qué nuestra economía parece, como ella define, un electrocardiograma con aumentos y descensos constantes. No augura un buen futuro a la hora de mirar hacia adelante. Y describe: “estamos dentro de una bomba de tiempo”. Esto fue el diálogo con LA GACETA:
- ¿Qué siento usted cuando ve que en Argentina el 40% de los habitantes son pobres?
- Es muy triste, pero me permite reafirmar que las políticas económicas que se vienen aplicando son un rotundo fracaso. Queda claro que los planes sociales, los intentos y ayudas económicas que se dieron para sacar a las personas de la pobreza fracasaron. Hay que entender que cuando se habla de pobreza, no es fácil sacar a la gente de ahí. Hay dos tipos de pobreza: una coyuntural, que depende de la situación del país en este momento. En recesión los ingresos caen, pero hay personas que salen cuando el país se recupera. Logran salir de esa línea de pobreza, pero se mueven de acuerdo a la coyuntura. Y hay otra pobreza, que es la estructural que no depende de la coyuntura. De esa pobreza estructural, la única forma de poder sacar a las personas es con inversión en capital físico y humano. No tiene nada que ver con dar planes sociales, que tienen efecto a corto plazo. La forma de sacar a las personas de la pobreza es con trabajo, y si no hay inversión, no hay generación de trabajo. A las personas hay que darles mayor educación, para que estén en mejores puestos de trabajo. Hoy, la gran mayoría de las personas de bajos recursos están en trabajos informales. Y el capital físico es generar empresas o comercios que demanden trabajo. Ahí deberíamos invertir. Pero el gobierno tiene una visión cortoplacista de la economía, por eso dan ayudas, y se conforman con eso. No están pensando en el largo plazo, en realmente cómo combatir la pobreza. Esa es una de las grandes razones por las cuales no pueden disminuir la pobreza. No ven, o no quieren ver además, que las ayudas económicas que dan terminan siendo comidas por la inflación. Así no hay posibilidad de salida.
- En la Argentina “sufrimos” los ciclos económicos. Cada Gobierno tiene su librito y esto termina siendo un círculo vicioso...
- Hay períodos de expansión y de recesión. Pero en Argentina tenemos la mala costumbre de los gobernantes, que gastan más de lo que les ingresa. Por eso tenemos ciclos de crecimientos y de fuertes caídas. Hay desequilibrios, aunque a veces se puede sostener la situación siempre y cuando haya buenos contextos internacionales. Pero cuando eso no sucede, y suele suceder seguido, es que caemos en las crisis. No siempre el contexto internacional nos ayuda.
- Cuesta saber cuándo fue la última vez que estuvimos bien…
- Habría que remontarse a 1890, cuando tuvimos un gran crecimiento. Luego, a principios del siglo XX y después hasta poco antes de la primera guerra mundial. Luego otra vez crecemos, pero caemos con la recesión de los años 30. Luego ya comenzamos con los años del peronismo, cuando comenzaron a generarse grandes desequilibrios. Ahí comienza el gran deterioro en la economía argentina, que tuvo efectos duraderos. Tuvimos recuperación y crisis, generamos un índice de turbulencia del mercado, y en la segunda mitad del siglo XX tenemos un tremendo movimiento, como el de un electrocardiograma, del que no logramos recuperarnos, no logramos estabilizar políticas. El Justicialismo derivó en grandes errores institucionales y económicos. Es en esa época cuando, por primera vez, se recurre como ahora a los controles de precios. Se nacionalizan las empresas, se fijan leyes laborales y fiscales que son contrarias a la inversión. Una serie de distorsiones que aún hoy perduran en el tiempo y de las cuales no se pudo salir. Hubo responsabilidad de todos los actores económicos que no fueron capaces de eliminar esas distorsiones.
- Pero no sólo tuvimos gobiernos justicialistas. ¿Qué rol cumplieron en todo esto los radicales, por ejemplo?
- En el caso particular de (Raúl) Alfonsín, una gran carga política y económica muy desfavorable, y adicionalmente cuando intenta hacer algún tipo de política económica como la de privatizar empresas nacionales, no tuvo el apoyo del peronismo. En su período, el crecimiento de la economía fue nulo. Luego algunas cosas que él pretendía hacer las implementa (Carlos) Menem. En el caso de (Fernando) de la Rúa, se tuvo que hacer cargo de una tremenda crisis por los gobiernos de Menem, y cayó por la debilidad de sus políticas. Él quiso continuar con una convertibilidad cuando todo el mundo fluctuaba sus monedas. En otros lados se apreciaban monedas, como el dólar, había devaluado Brasil y eso nos quitó competitividad, pero sobre todo su gobierno era débil. En el caso de (Mauricio) Macri, tuvo en política exterior grandes aciertos, pero debió enfrentar el desajuste del gobierno kirchnerista, con un tremendo déficit fiscal. A mi criterio lo que debió haber hecho fue un ajuste económico, una política de shock mucho más fuerte. Él esperaba que con nuevas inversiones y crecimiento económico iba a poder estabilizar la economía, pero no sucedió porque las inversiones no llegaron y no se pudo estabilizar las cuentas públicas. Tuvo acceso a la posibilidad de endeudarse con el FMI para cubrir todos esos desequilibrios, que habían sido heredados.
- ¿Y hoy cómo estamos?
- La situación es delicada. Para poder estabilizar lo que hace a la inversión son políticas a largo plazo, acompañadas por seguridad jurídica, y, repito, poder tener financiamiento a largo plazo. Pero las políticas que se implementan hoy son de muy corto plazo, y el largo está ausente. En Argentina el largo plazo es mañana y así es prácticamente imposible construir futuro.
- Antes me dijo que durante los gobiernos de Perón se comenzó con medidas como el congelamiento de precios, algo que justamente, y con mucha polémica, se implementó esta semana…
- Son viejas recetas que ya fracasaron. Se implementan los precios máximos con visión cortoplacista y electoralista hasta el 14 de noviembre. El problema es qué va a pasar después. Estas medidas generan desabastecimiento, mercados negros, cambios en la calidad, y son todas situaciones que Argentina ya vivió. En la época de (José Ber) Gelbard, ministro de Economía de Perón en el 74’, se implementa eso. Se vendían autos sin volante, para poder respetar el precio. Ya sabemos que todo esto tiene un efecto a muy corto plazo y para la gente hay una suerte de Déjà vu. ‘Esto ya pasó’. Entonces se genera una suerte de olla a presión. En su momento fue Celestino Rodrigo (ministro de Economía de María Estela Martínez de Perón) quien destapó la olla y terminamos en la híper. El problema no es entrar en el control del precios, sino salir. Aquí se controla el precio de la energía, de los productos, del dólar, y el tema es que a este gobierno le quedan dos años. ¿Cómo va a salir de esto después del 14 de noviembre? Y el otro problema es la ausencia de un plan económico monetario y fiscal consistente. ¿Vamos a seguir emitiendo moneda? La emisión es casi un 2%. Ni ellos parecen tener respuestas. Se evitarían incertidumbres si uno pudiese conocer el plan económico. Esos desequilibrios se están manifestando en las variables económicas. Estamos dentro de una bomba de tiempo. Uno ve el cepo a las exportaciones, no dejan producir, el dólar blue se dispara porque la gente se quiere resguardar de la inflación. Hay un gran desequilibrio. Por eso pregunto de nuevo: ¿hay un plan económico?
- Otro punto polémico es el de las retenciones...
- El campo siempre genera recursos. Es uno de los grandes exportadores y genera dólares Y la pelea se da porque el Gobierno ve que hay recursos que son fácilmente extraíbles y trata de sacarlos de los productores agropecuarios, y entonces el campo trata de defenderse. Es la pelea constante con las retenciones a las exportaciones. Hay productos que entran dentro del consumo de alimentos de la población, como la carne, el maíz y el trigo. Los precios internacionales están altos, pero el Gobierno trata de frenar las exportaciones de esos productos para que queden en el mercado interno. Sin embargo, a la larga generan desinversión y una caída en la producción. Ya lo vimos con los Kirchner. Hubo una profunda caída en la producción de animales. Se faenan animales que están en plena producción y se cierran mercados externos. Con estas políticas erráticas nos convertimos en un país poco creíble, y otros países se aprovechan de eso y se apoderan de los mercados a los que nosotros teníamos acceso. Al prohibir las exportaciones, parte del stock que antes se exportaba queda en el país. Entonces hay más oferta y cae el precio, pero, otra vez, es una medida cortoplacista.
- Ahora parece que se puso de moda el liberalismo, con la aparición de Javier Milei…
- La verdad es que no sé mucho de sus ideas. Creo que está buscando un nicho de mercado para desarrollar un personaje. Dice que quiere eliminar el Banco Central, que si bien históricamente no tuvo independencia en relación al Ejecutivo y que emite para financiar el déficit, cuando funciona bien es muy útil. Por el hecho de que no funcione no quiere decir que haya que eliminarlo. Son políticas muy extremas. No estoy en contra del liberalismo, pero no se puede aplicar lo que dice Milei
- ¿Qué tanto nos empujó hacia una nueva crisis la pandemia?
- Implicó una caída muy fuerte en la economía en todos los países. Pero aquí el problema fue que además se aplicaron políticas erráticas con la cuarentena, que derivaron en muchas rigideces en la economía. En Estados Unidos cayó el trabajo, pero se recuperan muy rápidamente. Aquí el cierre de las pymes, la caída del empleo formal, la falta de previsión y la incertidumbre derivaron en rigideces para las que no hay una rápida salida y que hicieron que el efecto de la cuarentena perdure hasta hoy. Recién en este mes se observa una pequeña recuperación en la economía, pero no se pude aventurar cuánto va a durar.
- ¿Qué podemos esperar para 2022?
- Me gustaría tener más esperanzas, pero va a ser muy difícil. Se habla de un 60% de inflación. Pero va a depender mucho de qué hagan después de las elecciones, de cuál sea la política que van a aplicar, si es que la hay. A veces el mundo ayuda y a veces no. En el mundo se espera que haya un aumento en las tasas de interés, se espera que los bancos centrales las aumenten, lo que no es bueno para nosotros ya que además, repito, no se sabe cuál va a ser el plan económico monetario y fiscal. Si no hay voluntad política de salir de las crisis vamos a seguir con estos períodos de recuperación y crisis. Tiene que haber una voluntad política a la hora de proyectar el futuro. Hoy los chicos no cuentan futuro, no ven planes a largo plazo. Cuando veo alumnos que me dicen que se van, siento que Argentina pierde un importante capital humano. Una persona se va y se pierde la inversión que se hizo en capital humano. Y las personas se van y el capital humano es fundamental para el crecimiento económico, como argentinos, con la emigración, perdemos todos. Es otra cosa que el Gobierno no parece estar viendo.
- ¿Hay alguna salida real para la situación en la que vivimos como si fuera un loop?
- Nosotros no aprendemos de la historia. Y los países que no conocen la historia están condenados a repetirla en una permanente sensación de Déjà vu. Es poco alentador lo que nos pasa. Para que haya un cambio debe haber una voluntad política. Si uno ve que tenemos el 40% de pobres debemos entender que las cosas no se están haciendo bien. Si cada medida que toman trae polémica, deberían verlo. Los gobernantes deben asumir la responsabilidad que les cabe. Siempre hablan de la mochila que les dejaron los anteriores, le echan la culpa a los empresarios, a los supermercadistas, pero son ellos, el Gobierno, los que generan la inflación, y por se deben hacer responsables. Y si no saben o no pueden, que dejen gobernar a otros.