Es importante el esfuerzo conjunto que se ha hecho entre el Estado (provincial y nacional según aseguró el presidente del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina- y el sector privado para reflotar el edificio de lo que fue la primera confitería a San Javier y sumar un nuevo emprendimiento turístico y gastronómico a la provincia. “La idea es volcarlo a la gastronomía y a la prestación de servicios: bar, restaurante y que se convierta en punto de partida para excursiones, cabalgatas y senderismo, entre otras actividades en la naturaleza”, dijo Giobellina.
El lugar es inmejorable. A pocos minutos de la zona urbana, en un paraje de gran belleza, que acerca naturaleza, tranquilidad, verdor y la frescura de las yungas tucumanas. Es de esperar que el emprendimiento prospere. Por diversas razones. Una de ellas es por el significado histórico que tiene esa confitería. Fue inaugurada en 1938 bajo el nombre Confitería Parque Aconquija –Recreo Aconquija dicen otros memoriosos- pero en el imaginario colectivo quedó como “Primera Confitería”, porque era el paso obligado de las familias o turistas que se dirigían hacia el cerro San Javier, a visitar el imponente Cristo Bendicente, de Juan Carlos Iramain, y tomar algo quizás en lo que era la entonces hostería provincial, hoy Hotel Sol San Javier, que funcionaba como la “segunda confitería”.
En este punto, es destacable que el Ente de Turismo haya dado intervención a la Comisión de Patrimonio Cultural. Entre otras exigencias, Patrimonio ha pedido que el techo vuelva a ser de madera y tejas, para mostrar a la vista el mismo aspecto que tenía cuando comenzó a funcionar. Los inversores -del grupo Hotel Bicentenario SA- fueron más allá y están decididos a conseguir piezas de los pisos originales. También han tenido una iniciativa muy interesante: que los tucumanos que puedan aporten fotografías de la confitería en sus primeros años de existencia.
No es la única precaución que ha adoptado el Ente de Turismo. Como se trata de una obra instalada en un área protegida, ha dado intervención, además, a la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia, que se ocupará de que se tomen todas las precauciones para que el entorno no se vea perjudicado. Además del rescate histórico que significa este emprendimiento, es sin duda sumar infraestructura para comodidad de los turistas que nos visitan y también para los mismos tucumanos. El mismo Giobellina subrayó que esta confitería servirá de base para las caminatas y demás excursiones que se hagan por la zona de yungas y por la sierra de San Javier. Este punto en el límite entre Yerba Buena y San Javier, en plena selva, se vinculará con el circuito mayor que abarca el Cristo Bendicente -área en proceso de jerarquización-, Raco-El Siambón Tapia y El Cadillal.
Como ocurre con toda iniciativa turística, este emprendimiento es un generador de empleo. De hecho, ya se ha tomado mano de obra para las reparaciones, obras que demandarán un año. Y una vez instalada, será otro tipo de empleo el que continuará generando.
Por último, es destacable que los inversores sean tucumanos y que hayan decidido apostar por la provincia. La vocera del grupo, la abogada Carolina Vanni había confesado que fue una decisión casi familiar, porque todos tenían recuerdos de lo que había significado dicha confitería. Y seguramente ese espíritu es compartido por muchos tucumanos que, hasta la década del 80, pudieron disfrutar del lugar. Ahora volverá, con toda su carga afectiva e histórica, manteniendo las líneas originales, pero modernizada para dar los servicios que hoy se exigen.