El padre Víctor Martín Martín, quien fue sacerdote en Tucumán pero vivió sus últimos años en España, falleció el miércoles. "La fecunda tarea pastoral de nuestro querido padre Víctor queda en el corazón de nuestra comunidad junto al gran cariño que sentimos por él. Nos unimos en oración por el consuelo de sus seres queridos con la certeza de que goza ya en el Cielo del encuentro con el Dios de la vida y con nuestra Madre María", publicó la parroquia Nuestra Señora del Valle, de Yerba Buena, en su muro de Facebook.
Dos días después, se conoció una carta que había dejado el cura para que fuese leída tras su muerte. A continuación, el texto:
Carta despedida
Bienvenidos y muy queridos a todos, Paz y Bien. Gracias por vuestra presencia y sobre todo por vuestras oraciones, pues no quiero flores sino oraciones, porque si me traéis flores hoz lo agradecerá mi familia, pero si rezáis por mí, hoz lo agradeceré yo.
Como lema para mis estampas, recuerdo de mi ordenación y Primera Misa elegí: “Buscad las almas y a TI solo servir”, tomado de San Juan Bosco. Es cierto que lo he intentado y también es cierto que no lo he conseguido por mis debilidades y deficiencias de todo orden, no obstante, hozo citar a San Pablo: “he combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he mantenido la FE.”
He sido muy feliz en todos los sitios a donde he sido destinado: en Pastrana y Valdeconcha, Diéguez y Mazuecos (Guadalajara), Sonseca, Alía y La Calera Cáceres, Ventas con Peña Aguilera y 20 hermosos años en Yerba Buena, Tucumán, Argentina, donde he disfrutado de modo especial del afecto y cariño de aquellas buenas gentes.
Siempre pensé dar algún tiempo de mi vida a América, para conservar y aumentar en lo posible la semilla de la Buena Nueva del Evangelio, que innumerables misioneros y misioneras, anónimos y heroicos, sembraron durante siglos en aquellas venditas tierras, luchando con los indios, los mosquitos, enfermedades e incomodidades sin cuento. Si ahora con las facilidades y comodidades actuales no lo hacemos, no tenemos perdón de Dios.
Todo tiene su comienzo, su desarrollo y su fin, también la vida humana de cada uno, la mía ya ha llegado a su fin. Pero la verdadera vida divina que empezó en nuestro Bautismo no termina jamás y tras lo que llamamos muerte continua en el cielo, porque morir no es cerrar los ojos porque se acerca la noche final, sino bajar los parpados para que no nos encandile la luz del amanecer.
Cuántas veces hemos cantado, …. “juntos como hermanos vamos caminando al encuentro del Señor” …. El primer gran encuentro, el Bautismo, donde como hemos dicho empezó la verdadera vida, luego la primera Confesión, la primera Comunión, Confirmación, para muchos el matrimonio, para algunos el Orden sacerdotal y para algunas la profesión religiosa, y está el encuentro de cada domingo y algunas fiestas, encuentros parciales que nos preparan para el encuentro definitivo, tras la hermana muerte, que diría San Francisco de Asís.
Tenemos una Patria, España, pero nuestra verdadera Patria es el cielo, Hotel de 1000 estrellas, donde ya no hay ni dolor, ni tristezas, ni muerte, sino amor, vida y alegría para siempre, que deseo de corazón a todos los aquí presentes.
Recen por mí, y ya no es un adiós definitivo, sino un hasta luego, pues nos veremos en el cielo, aunque quizá no todos.
Padre Víctor Martin