05 Octubre 2021
El arrepentimiento por las acciones culposas que cometemos, como la firme decisión de no reincidir en las mismas (que suponen la práctica) son dos virtudes religiosas claves para caminar por la vida con libertad y paz interior. A todos nos gusta este ideal: sentirnos libres y con paz interior. Porque este es uno de los requisitos para la felicidad. La Iglesia nos enseña a rezar el “Pésame”, que comenzamos diciendo: “pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido” (…), para terminar con un “antes querría haber muerto que haberte ofendido y propongo firmemente no pecar más, y evitar todas las ocasiones próximas de pecado”. Este acto de contrición y su correspondiente compromiso de cambio, muchas veces no es motivo de reflexión para los cristianos, porque lo rezamos de memoria y sin mostrar el sentimiento de dolor que le confesamos a Dios por haberlo ofendido. Pero esta búsqueda de encuentro con Dios, no es de nuestra exclusividad. También el Dalai Lama, líder espiritual y temporal del pueblo tibetano, en su libro titulado “El poder de la compasión”, exhorta a los creyentes y no creyentes a pensar y actuar firmemente y con una gran convicción, cuando dice: “Es muy importante que te arrepientas de las acciones negativas que cometiste en el pasado, y que desarrolles una potente resolución de no entregarte nunca más a ellas nuevamente”. A lo que agrega: “Debemos predicar con el ejemplo, pues sólo con meras palabras no podemos convencer a los otros acerca de los valores de la religión. Debemos vivir con los mismos modelos de integridad y sacrificio que pedimos a los demás”.
Daniel Chavez
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