Carla Orsini tiene 38 años, es pediatra y desde hace un tiempo reúne a una comunidad de más de 286.000 seguidores en las redes sociales, donde responde consultas sobre la salud de los niños y muestra una faceta más íntima, maternando a sus cinco hijos.
“Mi cuenta surgió de la necesidad de expresarme, comunicar, acompañar a la distancia, desmitificar y brindar herramientas”, afirma muy segura en diálogo con LA GACETA. “Saber es poder, empodera a las familias”, resalta.
La pediatra, quien tuvo a su último hijo hace menos de dos meses, no reniega del término “influencer” que, asegura, “puede ser mal visto en el ámbito de la medicina”. “Influencer como influyente de cosas positivas, así lo veo yo. No me ofende cuando me llaman así, inclusive si lo hacen desde una perspectiva negativa. Estoy muy orgullosa del espacio que comparto con las familias”.
Con todo un extenso camino recorrido en hospitales, consultorios y en redes sociales, Orsini presentó hace un mes su primer libro “100 preguntas y respuestas sobre crianza respetuosa” (lanzado por Editorial Planeta), justo cuando nacía el pequeño Simón, su quinto hijo, que comparte ahora con ella la mayoría de sus posteos. “Fue hermoso escribirlo, fue un viaje por mi infancia, mi maternidad y mi profesión”, explica sobre la producción que ya va por su segunda edición y agrega que fue pensado para cuidadores “con poco tiempo”.
“La crianza respetuosa es una manera de transitar la crianza basada en generar y vivir vínculos con respeto a todos los individuos de una familia. Se respeta su tiempo, sus necesidades y sus emociones”, explica Orsini sobre esta modalidad que no representa una manera “técnica” de acompañar, sino básicamente tener presente que, especialmente los niños, son sujetos de derechos y el deber de los cuidadores es acompañarlos respetando sus tiempos.
Cambio y evolución
Como la sociedad y la cultura, la medicina es una ciencia en constante cambio y evolución. “Es dinámica, no estática”, dice sobre las respuestas que pensó cuando se sentó a escribir en medio de la pandemia por la covid-19. Qué es el colecho o el apego, cómo regular las emociones, cómo manejar a los familiares y a los amigos que opinan sobre la crianza que las familias llevan adelante, son algunos de los temas presentes en su libro. En él no existen patologías, sino una manera de abordar ese período que puede colaborar con los mapadres en una etapa tan importante para sus hijos como la infancia.
“No busquemos dejar cosas materiales: dejemos raíces y alas”, asevera la pediatra sobre el objetivo de la educación y el acompañamiento a los hijos: “raíces que les recuerden de dónde vinieron y alas para volar con confianza en sí mismos y con valores. Lo más complejo de la maternidad es soltar. Se independizan primero en actos cotidianos pequeños para luego estar listos y tomar sus propias decisiones en la vida”.
Dos lados
En sus posteos en internet, la pediatra hace hincapié en los dos lados de la maternidad: “me gusta mostrar una maternidad real, sin filtros ni poses, con todas las aristas. Con los días hermosos y con los que no son tanto, con la ambivalencia, las imperfecciones, los errores y los aciertos. Disfruto combinar la pediatría con el día a día. El libro reúne un poco de esto, intenta ser un alivio de largas noches, consuelo de días difíciles y un abrazo eterno”, asegura mientras publica diariamente memes sobre las peripecias de la mapaternidad.
Allí intenta derribar mitos que hasta el día de hoy conviven en nuestra cultura. Uno de ellos es ¿si le hago “upa”, lo malcrío? “Los niños y en especial los bebés necesitan ese margen afectuoso para sentirse contenidos, seguros, confiados y protegidos”, asegura y agrega que el porteo ergonómico, por ejemplo, es mucho más que un sistema de transporte: “favorece el apego, el contacto, la seguridad y la tranquilidad. Es ergonómico cuando garantiza el respeto a la fisiología y fisionomía de ambos y tiene numerosos beneficios como la disminución del estrés, mejora la autorregulación del bebé, sostiene el ritmo cardíaco, sincroniza la respiración a su vez que aumenta la autonomía del cuidador”.
En su publicación, que ya es best seller a nivel nacional, la especialista hace hincapié en la importancia de criar en tribu. “Cuando damos paso al mundo de la crianza, hay una necesidad profunda de estar y compartir con personas que están vibrando en la misma sintonía: amigas, madres, hermanas, tribus presenciales o virtuales. Contar con esta compañía es un entendimiento, un bálsamo, un consuelo, una mirada amable y desprejuiciada. Maternar es un camino de conocimiento, de conocer limitaciones de enfrentar realidades y amigarse con la humanidad”, analiza y añade: “no se puede ni se debe maternar en soledad. Maternar agota, cansa, agobia. Estar y sentirse sola es un gran peso, especialmente en los primeros meses, cuando la maternidad está llena de dudas”.
Consuelo y calma
La clave de cómo conquista a las familias que atiende es pata Carla, su manera de encarar las consultas: “cuando una familia llega a mi consultorio lo primero que hago es consultar cómo se sienten. No solo importan los niños, sino también los padres”.
La profesional asegura que hay un pediatra para cada familia y si el que los está atendiendo no los hace sentir seguros, cómodos, contenidos y respetados hay que buscar otro.
Entre los posteos en redes sociales y su libro, busca llevar consuelo y calma a las familias que se ven revolucionadas por la llegada de un pequeño integrante a su núcleo, cuando las dudas y los temores aumentan por igual. “El reconocimiento a las tareas de crianza de los mapadres debería venir de toda la sociedad”, pide casi como reclamo de un cambio cultural que elimine las críticas y genere ámbitos más sanos y libres de reproches en cada familia.
Porque, al final del día, cuando todos duermen, muchos mapadres se realizan las mismas preguntas: ¿manejé bien el berrinche de hoy? ¿Lo que dije o hice, estuvo bien? ¿Lo estoy haciendo bien? “Nunca obtengo la respuesta, sino que miro la paz con la que duermen mis hijos. En las charlas de consultorio intento reforzar positiva y suficientemente el gran papel de los cuidadores; los niños crecen inmersos en una familia que los contiene y sostiene. El misterio del ‘¿lo estoy haciendo bien?’ se descifra en la sonrisa cuando tu hijo te ve, en cómo se consuela en tus brazos, en cómo te prefiere a los demás y en cómo te busca aunque tenga 40 años y sigue necesitando tus consejos y abrazos”, concluye.