“A partir de 2006 se implementaron los Programas de Reconversión Industrial (PRI), con los cuales se lograron superar los distintos procesos que afectaron la cuenca Salí-Dulce”, contó el secretario de Medio Ambiente de la provincia, Alfredo Montalván, en la jornada virtual Bioenergía en el contexto del cambio climático: situación mundial y local, que organizó la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
Dio detalles sobre lo ocurrido en las distintas etapas de los PRI.
• 1° período, de 2007 a 2009: uso de filtros en la chimenea.
• 2° período, de 2011 a 2014: disposición transitoria de vinaza y de cenizas en piletones, por medio del Sistema de Gestión Ambiental- Estación de Medición y Monitoreo.
• 3° período, de 2015 a 2019: control de efluentes. Parte integrante de los PRI con vinaza cero, cachaza cero y recuperación de agua lavado caña. Uso Sustentable de los recursos y control y seguimiento de acuerdos y convenios.
• 4° período, de 2019 a 2022: tecnologías para la valorización de residuos y eficiencia energética.
En 2010, una mortandad significativa de peces conllevó a que el sector industrial reclamará ante el gobernador -por entonces, José Alperovich- que la Secretaría de Medio Ambiente (SEMA) no les decía qué hacer con la vinaza. La dependencia, junto a la Eeaoc, generararon respuestas, mediante protocolos para disposición de la vinaza en suelos salinos y productivos.
En 2011, el Gobierno de Santiago del Estero y la Defensoría del Pueblo de esa provincia demandaron a 10 ingenios tucumanos, y pidieron una medida cautelar y un amparo para que no se les permita producir alcohol si no contaban con una planta de tratamiento para vinaza que, en el mundo, todavía no existía. La demanda en lo Civil y Comercial tiene competencia directa de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN).
“A partir de este hecho, nace en diciembre del mismo año un acuerdo para dar respuesta a los demandados y a la CSJN, en el cual se comprometieron, a partir del 2012, a ceniza cero y a vinaza cero volcadas en cauces hídricos; y a partir de la zafra 2013, a la recuperación de agua de lavado de caña”, contó Montalván. Si bien la SEMA hace monitoreos ambientales mucho antes de la vigencia del convenio, estos se intensificaron tras la aplicación de este.
Esta acción consiste en controlar a diario los efluentes fabriles, la disposición de vinaza, los manejos de cachaza y ceniza en campo, monitorear la calidad del agua de los ríos, del embalse Río Hondo hasta Mar Chiquita (Córdoba). Esto llevó a una recuperación de los ríos y del embalse, al sacar 2,2 millones de m³ de sólidos orgánicos (cachaza, ceniza, vinaza, etcétera).
La mirada de la SEMA a futuro está enfocada al uso racional del recurso hídrico en el sector industrial y al fortalecimiento institucional, aun ante la amenaza del cambio climático. La institución se comprometió con los indicadores del Objetivo de Desarrollo Sostenible para cumplir con la calidad de agua ambiental de la cuenca Salí Dulce y sostener los valores meta 2030.