María Marta Lix Klett: “las víctimas de la perversión están empezando a alzar la voz”

María Marta Lix Klett: “las víctimas de la perversión están empezando a alzar la voz”

La psicoanalista destaca que el manto de silencio que solía invisibilizar estos casos va corriéndose. Y advierte sobre la necesidad de desarticular los discursos perversos.

MANIPULACIÓN PSICOLÓGICA. La perversión actúa de modo que la víctima se siente culpable. INSTAGRAM

“Nos lograron silenciar como sociedad, por eso me parece tan interesante que un niño pueda alzar la voz y señalar de qué lado está la maldad”, afirma María Marta Lix Klett. Ella está a cargo de dos de los módulos del Curso Bianual “Fenómenos y formaciones del inconsciente. Clínica del psicoanálisis”, organizada por el Seminario Psicoanalítico de Tucumán. “De fetiches negros y dioses oscuros”, se tituló uno de esos módulos, con el tema de la perversión como eje de trabajo. Desde Estados Unidos, donde reside temporalmente, Lix Klett profundizó en esta línea de pensamiento. Habló de cómo actúan los perversos y de cuáles son sus motivaciones, describió el calvario que padecen las víctimas y advirtió en qué estamos fallando como sociedad al abordar estas cuestiones tan sensibles y, a la vez, casi invisibilizadas.

- ¿Por qué se habla tan poco de un tema tan importante?

- Hay una larga historia de silencios en relación con la perversión, porque justamente el oficio de la perversión es quitarle la palabra al otro, es silenciarlo. Esto es lo que padecen las víctimas. Pienso que en algún punto estamos saliendo de un silencio. Las víctimas de la perversión están empezando a alzar la voz, lo que es sumamente necesario.

- Pero es un silencio que va más allá de las víctimas...

- Es muy común, leyendo juicios a pederastas, cómo la Justicia, las instituciones religiosas, la misma sociedad, se confunden. Porque justo en esto oficia la perversión, que no hace a la violencia bruta, sino que se trata de una manipulación psicológica. Pienso también adónde apunta un sector de la cultura, donde la corrupción prolifera haciendo uso del recurso de la palabra que dice lo contrario de lo que afirma. Eso es un recurso perverso.

- ¿Cómo actúa el perverso?

- Lo que postula Lacan es que el perverso es un cruzado del goce. Quiere decir, y volviendo a la víctima, que necesita del horror, del espanto, de la división del otro, porque lo que el perverso quiere es restituir eso que le falta al otro, y convertirlo en un otro sin falta. Una condición necesaria para la perversión es que la víctima tiene que gozar de lo que se le imponga, ya sea del dolor. El perverso tiene que ejecutar el acto porque es la única manera que tiene de medir y de probar que eso que le falta al otro ha sido alcanzado.

- ¿Y en el caso de los chicos?

- Los niños, para la perversión, representan un lugar en el que la falta no ha terminado de constituirse. Es decir, son sujetos vírgenes de la falta, donde el perverso necesita penetrar, entrar, para que la falta de él mismo le sea devuelta por el otro. Se dice que los perversos no llegan al consultorio, lo cual es cierto. Pero sí nos llegan las víctimas de la perversión, y cada vez más. Celebro que hoy las víctimas estén pudiendo alzar su voz. Como afirmaba Freud: los niños por un lado y los adultos por el otro. No hay relación sexual salvo en las generaciones vecinas. Si esto existe se produce toda una serie de catástrofes.

- ¿De qué tipo?

- La violencia que ejerce la perversión es la manipulación psicológica que hace que la víctima se sienta culpable: “no le contés a tu mamá ni a tu papá”, “esto queda entre nosotros”, “no te van a querer más”, etc. Son personas que generalmente ocupan lugares de poder, porque hay una cuestión con la pulsión de dominio. Lo que hacen es al silencio de las víctimas, por llenarlas de culpa, y muchas veces logran el cometido.

- Ese silencio del que hablabas al comienzo...

- Logran silenciar, como también creo que logran silenciar a la Justicia. Nos lograron silenciar como sociedad, por eso me parece tan interesante que un niño pueda alzar la voz y señalar de qué lado está la maldad.

- Hablaste de las causas judiciales. ¿Qué se detecta allí?

- El perverso convierte a la víctima en culpable y esto está visto en todos los juicios, tanto de pederastas como de abusadores y violadores. Finalmente se termina investigando a la víctima: si no está loca, si usaba una pollera más larga o más corta. La trasmutación de los valores es una perversión de lo más soberbio y refinado, porque nos hace creer una cosa cuando es otra.

- ¿Qué sucede entonces?

- Es imposible materializar la falta. Estamos habitados por una falta estructural, no somos dioses, no somos perfectos. En el caso del poder nunca va a alcanzar, por eso se quiere más. Entonces se convierte en negro fetiche, porque conduce al goce mismo.

- ¿Cómo se trabaja para tratar a estas víctimas?

- Siempre va a ser caso por caso. También del tipo de perverso con el que lamentablemente la víctima se cruzó. A veces se trata del mismo padre, de un vecino. El oficio del perverso es despertar el goce de los dioses oscuros en la víctima. Es el goce del silencio y el sacrificio. Hay que tener mucho cuidado a la hora de trabajar con las víctimas de perversión, no es lo mismo cruzarse con un neurótico, así sea agresivo o violento, que cruzarse con un perverso. El perverso sabe perfectamente cómo va a trabajar para despertarle la culpa a la víctima, porque es un cruzado del goce. Es algo con lo que las víctimas de la perversión van a vivir para siempre. Me he encontrado con pacientes que dicen “a mí toda la vida me han dicho que me hacía la víctima: la sociedad, la Justicia”. Estamos ante una subjetividad que está devastada.

- Es una misión delicada...

- También hay que tener mucho cuidado de no entrar en el discurso perverso. Para eso trabaja un perverso: para trasmutar el valor de las cosas. A veces hasta pueden ser personas adorables, de ahí la famosa frase “perverso lobo con piel de oveja”. Suelen ser muy carismáticos, logran captar la atención.

- ¿Y qué pasa en los casos excepcionales en los que un perverso llega al consultorio?

- Si llega es por un evento de su propio imaginario, pero lo que seguramente va a hacer es angustiar al analista. Porque lo que busca es la división del otro. Lo necesita porque él será quien transforme eso en otra cosa. No hay mucho que hacer con la perversión.

- ¿Eso es porque en la perversión no hay culpa?

- Es un tema discutido. Creo que el perverso se dice que no tiene culpa y es cierto: no hay conflicto porque él tiene el saber. Pero el perverso siempre va a estar sometido al alzamiento del telón, como dice Lacan. En algún punto sabe de la falta, pero necesita negarla. Siempre va a estar trabajando en la repetición de su acto y los niveles de excitación en él están elevados porque, justamente, no quiere encontrarse con la falta. Va a repetir el acto, y de ahí se puede entender por qué, cuando es liberado, algún preso vuelve a cometer el acto. Lo hace porque siempre va a estar sometido al encuentro con la falta. Ese es el alzamiento del telón.

- ¿Qué quiere decir lo de “fetiches oscuros”?

- Cuando Lacan agrega la oscuridad al fetiche es para algo muy puntual. Fetichistas somos todos, en su etimología la palabra quiere decir hechizo, y se produce cuando se le da a una figura de culto demasiado poder. El fetiche es materializar la falta; por eso cuando alguien está triste dice “voy y me compro algo”. El problema es cuando esa falta toma consistencia, porque una cosa es mantener una cierta distancia con la falta, que a veces uno la tapa imaginariamente, pero otra es querer hacer consistir la falta. En este sentido se convierte en negro fetiche. Cuando se quiere hacer consistir el poder, que no es lo mismo que aspirar a un cierto poder. Cuando se quiere hacer consistir el dinero, que no es lo mismo que vivir bien. Cuando se quiere hacer consistir que todo se puede.

- ¿Hasta dónde llega la perversión?

- Si pensamos en los grandes temas actuales -la corrupción, la violencia de género- no hay que pensarlos por fuera de la perversión. Tampoco la pederastia o los abusos sexuales. La corrupción es un representante fálico, como lo son el poder, el dinero o el sexo. Una es cosa es mantener esos representantes fálicos a la distancia, como una ilusión o algo a lo que se aspira, y otra es hacerlos consistir, materializarlos.

- Se dice que vivimos en una sociedad perversa. ¿Es aceptable tal extremo de pensamiento?

- Nos preguntamos: ¿hacia dónde apunta esta cultura de la corrupción que prolifera? Pero entiendo que es una parte de la cultura, sería injusto afirmar que toda la sociedad va en esa dirección. Hay otra parte que no lo hace, de trabajadores, de profesionales, una parte muy amable. Y digo amable porque la perversión reniega del amor. El amor nos conduce a la falta, y en tanto que a uno le falta es que puede amar. Amar quiere decir aspirar; no quiere decir ser, como en el caso del perverso. El perverso quiere vivir en un mundo donde todo sea posible, donde el acceso a todos los goces sea posible. Y es cierto que la perversión sí actúa sobre la sociedad, porque cada vez es como si fueran corriéndose los límites.

La especialista y la institución

María Marta Lix Klett es psicóloga (Universidad Nacional de Tucumán). Es psicoanalista; miembro y docente del Seminario Psicoanalitico de Tucumán, entidad que acredita más de 40 años de existencia institucional y más de dos décadas de trabajo con su Espacio Escuela, destinado a la transmisión de la enseñanza. Forma parte de la Red Americana de Psicoanálisis.

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