El Bicentenario de la Producción: Pioneros de la industria y de la política
Tuvieron orígenes distintos, tanto geográficos como socioeconómicos. Pero cuando se repasan sus notas biográficas en el Archivo de LA GACETA, se advierte un perfil común: su relación con las instituciones del poder político y del poder financiero.
Algunos fueron inmigrantes franceses. Otros, españoles. Y también los hubo netamente tucumanos. Unos nacieron en familias acaudaladas. Otros no tenían más patrimonio que su voluntad de progresar. La vida de los fundadores de ingenios en Tucumán recorre caminos diversos. Pero cuando se repasan las notas biográficas del Archivo de LA GACETA asoma un elemento común en el perfil de los pioneros de la industria: casi todos fueron hombres ligados a las instituciones del poder. Político o financiero.
El francés Jean Nougués llegó a Tucumán en 1824, según ha establecido Carlos Páez de la Torre (h). “Don Juan” explotó el negocio de las curtiembres y en 1828 había ganado tanto que decidió regresar a Boutx, en los Pirineos. Pero cuando viajaba a Buenos Aires lo asaltaron y le robaron todo. Regresó a Tucumán para quedarse. En 1837 (un año después de casarse con Josefa Romero) se dedicó a la incipiente actividad azucarera y fundó luego el ingenio San Pablo. Murió en 1850. Y su descendencia se dedicó de lleno a la política: su hijo, Miguel M. Nougués, fue gobernador de Tucumán. Dos nietos de Juan Nougués, Luis F. Nougués y Ernesto E. Padilla (hijo de Josefa Nougués-Romero), también fueron mandatarios provinciales. Lo mismo su bisnieto Juan Luis Nougués.
También de Boutx y de la familia Nougués viene León Rougés, hijo de Thérese, hermana de Jean. Él emigró a Tucumán tras la muerte de don Juan para ayudar a su tía política viuda con el ingenio San Pablo. Años después puso en marcha el ingenio Santa Rosa, en Monteros. Fue el primer intendente de esa ciudad.
No tan politizada es la historia de los García. Sus faenas azucareras se inician con las plantaciones de caña de don Simón García. En 1835 empiezan a fabricar azúcar con trapiches de palo en lo que más tarde serán los ingenios Cruz Alta (de Simón García hijo) y Concepción (de Juan José García). En 1838 surge el ingenio El Paraíso, en tierras que son propiedad de otro hijo de don Simón: Vicente José García. En 1860, Domingo J. García funda el ingenio San Andrés.
El mencionado Juan José García, casado con Juana Rosa Méndez, dejó a sus cuatro hijos su establecimiento de la Banda, que en 1870 pasó a sus sobrinos políticos, Juan Crisóstomo y Juan Manuel Méndez. Ellos eran hijos de Pedro G. Méndez, quién fue escribano de Gobierno y, luego, miembro de la Sala de Representantes durante el período rosista. Su nieto, Pedro Gregorio Méndez, fundó el ingenio La Florida en 1894.
José Frías Silva, en contraste, se ocupó de la actividad pública y de la privada de manera simultánea. Nació en 1863, nieto de José Frías y de José Manuel Silva, quienes habían ocupado la máxima magistratura de la provincia en 1831 y en 1827, respectivamente. Su bisabuelo materno, Clemente Zavaleta, había sido el primer gobernador después de la Revolución de Mayo. Frías Silva ejerció como abogado, también fue juez, y atendió la marcha de los dos ingenios de su familia: San José y Santa Lucía. Con la Unión Popular, de signo conservador, accedió al Senado provincial. En 1908 fue consagrado diputado nacional. Ese año fue electo gobernador de Tucumán y asumió en 1909.
La de Clodomiro Hileret es otra historia. Nació en Poitiers, Francia, en 1850, y desembarcó en Buenos Aires a los 22 años, “sin más capital que sus aptitudes y su energía”, según un artículo de “Le Courrier de la Plata”, citado por Páez de la Torre. Ganó un contrato para construir un tramo de ferrocarril aquí en el norte y ese fue el origen de su fortuna. En 1879 fue uno de los fundadores del ingenio Lules. Por entonces presidió el Banco Provincial del Tucumán (ente mixto, antecesor del Banco Provincia), de donde renunció ruidosamente porque “la institución estaba amenazada por los políticos de apetitos insaciables”. En 1889 compró las tierras donde estableció el ingenio Santa Ana.
Otro hombre que llegó desde Francia fue Guillermo Griet: nació en 1873 y llegó a la Argentina a los 12 años: había quedado huérfano de padre. En 1891 adquirió con sus hermanos, Miguel y Juan María, una estancia en Villa Ocampo (Santa Fe), que vendieron en 1905 para adquirir el ingenio Amalia. También se dedicó a la política: fue dos veces concejal de San Miguel de Tucumán. También presidió el Banco de Crédito Inmobiliario.
Y están los Posse. Entre ellos, Wenceslao fue “un recio pionero”, al decir de Páez de la Torre. Fue un activo antirrosista en Buenos Aires y en Tucumán. Tras un exilio forzado, fundó en 1845 el ingenio La Esperanza e hizo una gran fortuna. En 1866 fue elegido gobernador de Tucumán, pero en 1867 lo derrocó un golpe de mitristas.
El padre de Wenceslao, Vicente Posse, nacido en Tucumán en 1796, fue juez en 1823 y luego se volcó al antirrosismo. En 1952 fundó con su hijo Emidio (fue diputado nacional) el ingenio La Reducción. Un tercer hijo, Juan Posse, fue gobernador, como Wenceslao.
La vida pública también fue seguida por Ramón Paz Posse. Su padre, Leocadio Paz, se asoció con el gobernador Juan Posse en 1882 para explotar el ingenio San Juan, que el mandatario había instalado hacia 1870. Ramón fue gerente de la empresa. Militó en la UCR y en 1916 presidió el Senado provincial. De 1922 hasta el golpe de Estado de José Félix Uriburu, en 1930, fue senador nacional. Amigo del derrocado Hipólito Yrigoyen, integró la comisión reorganizadora de ese partido.