Alberto Fernández venía con una imagen en bajada antes de las PASO, con una gestión que hacía aguas en lo económico y en lo social; el domingo sufrió un cachetazo electoral, un plebiscito altamente negativo sobre su gestión. Hoy, a falta de tantos elementos adversos, los enemigos le salen desde adentro de la propia coalición; desde la Casa Rosada, Cristina Fernández lo presiona para que expulse del gabinete a sus más leales colaboradores, a los albertistas.
Lo apura con las renuncias que ponen a sus disposición los funcionarios que le responden directamente, pero más que nada pone en evidencia, como nunca antes, la tremenda debilidad política que tiene el Presidente. Sometido. Alberto está frente a un verdadero dilema: hace caso, como siempre, a lo que le pide la ex presidenta o se rebela y fractura a la colación gobernante.
La primera opción, además, vendrá a ratificar lo que de él se piensa: que es un obediente de los caprichos de Cristina. O peor aún, perderá todo atisbo o sombra de poder que le queda ejerciendo, incluso, la presidencia de la Nación.
Realmente paradójico: es el hombre fuerte y patea el tablero obligando a realineamientos que pongan en crisis al Frente de Todos; o es el hombre débil que se arrodilla frente a todas las demandas de Cristina y de La Cámpora.
El hecho de que los funcionarios “K” hayan renunciado a través de los medios, y peor aún que el propio Presidente se entere por los diarios de que lo estaban vaciando de poder, dice que ya nadie le tiene respeto. Y si desde la propia coalición lo presionan y lo debilitan, menos se puede esperar que desde la oposición y que de la sociedad se lo respete.
Alberto está en una encrucijada política, tal vez la peor de su vida como dirigente, porque haga lo que haga, lo que venga a partir de su decisión, puede tener consecuencias peores para su gestión. Sin embargo, no sólo está en dificultades personales desde lo político, el propio Gobierno entró en una crisis imprevisible a partir de sus tensiones internas.
Una pregunta, además de qué hará el Presidente, es qué harán los gobernadores que lo respaldaban y la CGT. ¿Qué le aconsejará el gobernador de Tucumán, Juan Manzur? Esta crisis tiene que tener una resolución rápida, la agonía no puede pasar de esta noche. Porque lo que venga puede ser mucho peor para él, y para el país.