Todo el día con el teléfono en la mano. A menudo se escucha esta queja en distintos ámbitos, desde el familiar hasta el laboral. La adicción al celular es tal que, según un sondeo realizado por la compañía especializada en el tema HDM Global, tocamos 142 veces el móvil por día para mirar nuestras redes sociales, leer noticias, navegar por la web, escuchar música o, simplemente, jugar.
La adicción puede ser tal que una persona puede llegar a pasarse mirando su smartphone, en promedio, cerca de 76.500 horas a lo largo de su vida -equivale a casi nueve años-, según WhistleOut, un sitio que ayuda a los consumidores a comparar planes de compañías de celulares.
Esa adicción a tener el celular en la mano todo el tiempo se llama nomofobia, una de las "psicopaTIClogías" que han surgido en el planeta debido al mal uso de los smartphones y de las redes sociales. Se denominan así para diferenciarlas de los trastornos de salud mental que ya están establecidos y diagnosticados por organismos oficiales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque ni la OMS ni los Ministerios de los diferentes países han reconocido, de momento, la adicción a internet en los sistemas de clasificación de enfermedades mentales, cada vez hay más personas que buscan tratamiento psicológico porque tienen la percepción de perder el control ante su teléfono y se sienten "enganchados".
En este sentido, Manuel Armayones, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), deja claro que no son las nuevas tecnologías las que "enganchan", sino las personas que, en función de su estado emocional, pueden hacer un uso abusivo de ellas. Cuando se llega a este punto -añade- son los especialistas los que tienen que determinar qué orientaciones hay que dar para solucionarlo.
¿Cuáles son las características de las principales psicopaTIClogías y cómo se pueden evitar? El especialista enumera las siguientes:
• FoMO (siglas de Fear of Missing Out). Es el miedo a perdernos algo de lo que está pasando en las redes sociales relacionado con las personas a las cuales se sigue. La persona tiene la necesidad, casi compulsiva, de entrar continuamente en páginas como Facebook o Instagram. Según el psicólogo de la Universidad de Essex Andrew Przybylski y su equipo, que hace años que investigan esta psicopaTIClogía, es más frecuente en adolescentes y jóvenes y, sobre todo, entre los hombres. Quien la sufre, además, tiene un bajo nivel de satisfacción con la vida. "Las personas con más necesidades sociales insatisfechas son las que más consultan las redes sociales", afirma Armayones. El problema es que en lugar de sentirse bien después de haber pasado un rato en las redes, acaban con una sensación de tristeza. ¿Cómo se puede evitar? Armayones recuerda que son los usuarios de las redes sociales los que tienen su control, o al menos, mucho más de lo que se piensan. "Somos nosotros los que compartimos nuestra vida personal y por lo tanto dejando de hacerlo se acabaría el problema", explica. Ahora bien: como esta solución es casi inviable, el psicólogo recomienda evitar cometer errores a la hora de interpretar lo que se ve en las redes sociales.
• La nomofobia. Es la fobia a no tener el celular a mano. "Hay gente que se lo lleva al lavabo, lo lleva en la ropa de estar por casa mientras hace limpieza o lo tiene en la cocina por si le llaman", ejemplifica Armayones. La nomofobia se manifiesta en dos variantes: la fobia a no tener el celular cerca y el miedo a que se acabe la batería antes de llegar a casa; en esta segunda también se incluiría no tener cobertura. Una de las soluciones para evitarlo es, según el experto, exponerse a situaciones en que no se lleve el móvil encima, como por ejemplo ir a comprar, o llevarlo sin batería. "En esos momentos te das cuenta de que no somos imprescindibles y de que el mundo continúa girando sin que nosotros estemos conectados", puntualiza el experto. Otra vía es apagar el celular por la noche. "La única conexión que no puede fallar es con nosotros mismos y para eso no necesitamos dispositivos, la batería nos dura toda la vida y la cobertura es buena", apunta con ironía el psicólogo.
• La vibración/llamada fantasma. Es la sensación de que el celular vibra o suena cuando en realidad no lo hace. "Son situaciones habituales en una sociedad que tiende a mantenernos hipervigilantes", explica Armayones. Esta hipervigilancia continua puede generar, sin embargo, ansiedad o desgaste emocional. Para evitarlo lo único que tiene que tener claro la persona es que con las veces que utiliza el celular a lo largo del día -150 veces de media- es difícil perderse algún aviso. "Si lo que nos preocupa es la llamada fantasma, la solución más sencilla es apagar el celular", dice.
• Mente erráTICa. Es saltar de web a web, pasar de un contenido a otro con los hipervínculos para encontrar la mejor información, la mejor oferta, el mejor producto. Produce una insatisfacción crónica porque la persona se pasa la vida buscando siempre algo mejor. "Nos puede llevar a una situación de ansiedad y saturación mental y acabar con la sensación de que hemos perdido miserablemente el tiempo", explica Armayones. La estrategia para evitar esta psicopaTIClogía es controlar el tiempo que se dedica a buscar información y anotar lo que se encuentra en una libreta para ser conscientes de si avanza o no la recogida de información. "Cuando tenemos un volumen importante de información se tiene que parar la investigación", dice Armayones. Otra vía para superar la mente erráTICa es descargar y guardar los documentos más interesantes en el ordenador, apagar el router y leer las webs descargadas. "En la red podemos encontrar información infinita, pero nuestro tiempo, energía y paciencia son bastante finitos", señala el experto.
• El efecto Google. Es utilizar el buscador como una extensión de nuestra memoria para recordar por ejemplo el teléfono de algún familiar o una hora en el médico. Algunos expertos defienden que está afectando a la memoria de las personas porque cada vez se necesita traspasar menos información desde la memoria a corto plazo a la de largo plazo. ¿Cómo se puede evitar? Según Armayones, lo que habría que preguntar es si se puede evitar. "Entre los expertos hay diversidad de opiniones: hay quien asegura que Google seca el cerebro y otros que defienden que las TIC son imparables y podrían incluso conectar nuestro cerebro a internet", explica. En su opinión hay que continuar investigando sobre los pros y los contras de tener en el ordenador o en el teléfono móvil mucha de la información que antes guardábamos en el cerebro. "Lejos de ser un problema, es un recurso de gran ayuda, que nos permite dedicar nuestros esfuerzos intelectuales a otro tipo de retos", añade.