A fines del mes de julio falleció Jorge Milton Bianchi, profesor emérito de la UNT. Fue uno de los universitarios más auténticos que he conocido y que influyó decisivamente en mis ideas sobre la universidad. En 1958, yo cursaba la materia Lógica en la carrera de Filosofía y por algún motivo tuve que ir a la casa del profesor titular, Roberto Rojo, que vivía entonces en la calle Santa Fe, cerca de la Avda. Sarmiento. Me atendió con la amabilidad que siempre lo caracterizó y nos sentamos en el living; allí estaba Jorge Bianchi, a quien no conocía. ¿Qué hacían estos dos profesores? Frente a un gran pizarrón, lleno de fórmulas, estudiaban matemáticas, a pesar de que uno era filósofo y el otro psicólogo. Me contaron que estas reuniones de estudio eran casi diarias. Desde entonces hasta el día de hoy ese fortuito encuentro determinó el curso de mi vida posterior en la universidad. En efecto, aprendí que la vida universitaria exige el estudio y la investigación permanentes, tal como la que realizaban Rojo y Bianchi; exige además publicar, formar discípulos, dictar cursos de posgrado, vivir creativamente dentro de los Institutos, etc. Los docentes que sólo ocasionalmente dictan clases no debieran pertenecer a las universidades; en consecuencia, los políticos, los funcionarios, los empresarios, los egresados que privilegian su profesión liberal deberían optar por la docencia terciaria. En las décadas del 60, 70 y 80 había facultades que se distinguían por el modelo de vida universitaria que propongo; esto requiere que, por lo menos, el 70 % de los profesores tengan dedicación exclusiva. Con Jorge Bianchi, ya casi al final de su vida y después de una larga y fructífera amistad, iniciamos un análisis meticuloso de dos libros sobre la universidad, que yo había escrito entre los años 2016 y 2018. Sus opiniones tenían para mí un valor inestimable, en parte por su conocimiento de algunas universidades norteamericanas de prestigio donde había cursado una maestría en ciencias y, en parte, por su pertenencia a equipos de investigación que dirigían los doctores Dalma, Décima, Agliano y otros. Estos dos libros se publicaron justo en el momento en que irrumpió en nuestro país la actual pandemia y, por tanto, las ideas compartidas con Bianchi no han podido ser difundidas.
Jorge E. Saltor