La habitación es de un adolescente. No hay adornos, tampoco biblioteca. Una escena rudimentaria que acompañará las primeras transmisiones de un joven que en pocos años construirá un imperio. No es tímido, ensaya, saluda y experimenta. Tiene acné, pero también tiene carisma. Son las primeras imágenes que transmitió Coscu hace diez años desde su casa paterna en La Plata, el punto de partida de lo que se convertiría hoy en el streamer más importante de Argentina y un referente de las plataformas en habla hispana.
Coscu, o Martín Pérez Disalvo, tiene 30 años y lleva toda una década con una cámara encendida. A medida que pasaron los años, sus seguidores vieron cómo crecía él, su comunidad, los logros y también la proporción de pantalla que ocupaba su rostro. Los streamers de videojuegos suelen aparecer en una parte ínfima de la pantalla porque lo que importa es el escenario de la batalla, pero Coscu entendió que la ecuación debía invertirse. Lo que importaba era su vida, sus amigos y su rostro. Su intimidad se volvió juego, un desafío personal con el que era capaz de conseguir más seguidores y así llegó el negocio.
Algunas de las escenas más privadas de Coscu se acaban de compilar en un reciente documental dedicado a esta figura argentina que cuenta con más de siete millones de suscriptores que siguen sus videos en Youtube y Twitch. “Coscu, la construcción de un imperio” es una pieza extraña como la figura a la que intenta interpretar. Estrenado en los primeros días de agosto, el film resume en cincuenta minutos la evolución que tuvo un chico que acabó la secundaria como cualquier otro, pero que terminó viviendo en una casa de Nordelta con cientos de marcas interesadas en su imagen.
El relato del documental está basado en una entrevista que el propio Coscu ofreció en el ciclo “Caja negra” de Filo News unos días antes de que el país se encerrara por la cuarentena. Por lo tanto, la historia se torna en primera persona, como no podría ser de otra manera viniendo de un streamer. Pero en realidad es un trabajo minucioso de reconstrucción de todas las transmisiones realizadas en Twitch y videos publicados en Youtube, una labor arqueológica de nuestros tiempos que llevó, en total, más de 1200 horas de trabajo para sus realizadores.
Los autores del documental, agrupados en la productora “Como ha dicho”, son Francisco Parata, Luna Gainle y Santiago Albé. Coscu valió ser protagonista de una producción especial por ser “actual, pionero, influyente en la cultura popular y de internet”. Según ellos, el video publicado también en Youtube le hace justicia a Coscu, como impulsor de la escena del streaming y como creador de la idea de “streaming houses”, una forma de organización que adquirieron los creadores de contenido, hoy replicada en todo el mundo. “Originalmente, el video estaba pensado para durar unos 10 minutos hablando de la influencia de Coscu en el lenguaje. Pero fue creciendo orgánicamente y la cantidad de material disponible nos impulsaba a hacerlo mucho más grande. Llegó un momento en el que se fue todo a la mierda y nos entregamos”, cuentan sus realizadores.
Esta nueva versión de Gran Hermano, montada a partir de cientos de mini videos, es una buena oportunidad para conocer no sólo las meteóricas hazañas que están consiguiendo estas figuras que hoy conocemos masivamente por su afinidad con Lionel Messi o el Kun Agüero. Coscu no es un personaje que se agiganta con la élite del fútbol. Mucho antes ya se había convertido en el autor de la transmisión más vista de la plataforma en Latinoamérica con 400 mil espectadores en la entrega de premios a streamers que él mismo organizó, una especie de Oscars sub-30, para estrellas intrascendentes hoy para la industria del cine o la televisión. El documental relata efectivamente cómo Coscu y su equipo consiguieron levantar un imperio, pero se hace más interesante cuando la cámara desnuda los sentimientos contradictorios de una estrella. El amor, la amistad y la traición son ejes centrales de la épica de nuevos famosos con piel de rockstars, pero con corazón de provincia.
El video sobre Coscu es una oportunidad de conocer por qué las audiencias están mutando. Es un desafío para desprenderse de prejuicios sobre los jóvenes realizadores, que parecen vacíos de contenido, improvisados, egocéntricos. Puede ser que lo sean, pero hay algo más. En el documental no hay conclusiones, no hay análisis. Es solo una puerta abierta para entender porqué hoy Coscu puede dar esta respuesta: “Antes de ser streamer, hubiera pensado ‘si quiero ser famoso tengo que estar en Tinelli’. Hoy, si él quiere ser famoso tiene que meterme al Bailando a mí”.