KABUL, Afganistán.- Desde que el Talibán (así se denomina al grupo, aunque en castellano se elige casi siempre nombrarlos en plural) tomó el poder en Afganistán, la comunidad internacional teme que los fundamentalistas religiosos vuelvan a implantar su ley, la “sharía”, en su sentido más extremo, como ya hicieron a finales de los 90.
Con la retirada de Estados Unidos, tras 20 años de ocupación del territorio y del fracaso en promover un gobierno “democrático” a su medida, no solamente regresaron los talibanes, sino otros enemigos a los que Occidente mira con horror: Al Qaeda y Estado Islámico.
El jueves, dos explosiones cerca del aeropuerto de Kabul acabaron con la vida de 95 personas y dejaron unos 140 heridos. Estado Islámico reivindicó la autoría de ambos atentados.
Entonces, ¿no es lo mismo el Estado Islámico que los talibanes o Al Qaeda?, se pregunta en un artículo el diario español ABC. La respuesta es “no”.
Aunque comparten algunas características, los grupos son diferentes e independientes. Se parecen en que llevan a cabo atentados terroristas suicidas, justificados en su interpretación integrista de la yihad, la “guerra santa” del Islam. Los tres son salafistas, es decir, proponen la vuelta a la sociedad medieval de la era de su profeta, Mahoma.
Los talibanes y el Estado Islámico son musulmanes suníes. Comparten una interpretación radical del Corán y de la ley islámica, pero difieren en estrategia y objetivo político final.
Estado Islámico, también conocido como ISIS, por sus siglas en inglés, o Daesh, es un grupo paramilitar fundamentalista yihadista que sigue una doctrina heterodoxa del Islam suní.
El yihadismo, dice el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) proclama la yihad, o guerra santa, en nombre de Alá y del Islam. No son lo mismo que quienes profesan la religión musulmana. De hecho, millones de musulmanes luchan para desvincular ambos conceptos
Los talibanes, tanto afganos como paquistaníes, pretenden en cambio establecer en Afganistán y en los territorios pashtunes un régimen islámico en que poder aplicar sus normas y costumbres ancestrales, para lo que se amparan en su interpretación radical de la ley islámica.
Un califato mundial
Daesh (nombre que el grupo odia porque es un insulto en árabe) fue declarado organización terrorista por la ONU y por varios países. Es un movimiento más peligroso, por su vocación global. Aspira a conquistar, por las armas, para su “califato” los territorios de mayoría musulmana, Dar al Islam, y los de mayoría “infiel”, o Dar al Harb.
Al Qaeda es, al igual que el Daesh, una organización terrorista, paramilitar y yihadista cuyo objetivo es también global., pero tiene diferencias de táctica y de estrategia a mediano plazo.
Desde que Al Qaeda cometiera los atentados del 11-S en Estados Unidos, impulsó franquicias mundiales, en África y en Asia, para extender su mensaje y desestabilizar régimes.
El Daesh se ha enfocado en la conquista militar del territorio en Irak y en Siria, donde autoproclamaron el califato en 2014 y donde sufrieron costosas derrotas en los últimos años.
El Estado Islámico Khorasán , que reivindicó las explosiones del jueves pasado, es otro actor vinculado con Daesh. Se trata de una filial en suelo afgano y enemiga de los talibanes, a los que considera traidores por sentarse a negociar con Occidente, es decir, Estados Unidos, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz en febrero de 2020.
Daesh menospreció la toma del poder por los talibanes, el 15 de agosto. En un editorial en su revista “Al Naba”, el grupo considera que no hubo victoria.
“Estados Unidos ha restaurado el Gobierno de los talibán y le concedió Kabul sin disparar un solo tiro”, dice Daesh en el texto, y pone en tela de juicio su voluntad de aplicar verdaderamente la “sharía” en el país. (Especial)