Higiene íntima: mitos y cuidados necesarios
Tanto en hombres como en mujeres, la limpieza de la zona genital debe ser diferente a la del resto del cuerpo para evitar incrementar el riesgo de padecer infecciones en la vulva o el pene, alergias e irritaciones en la piel. Te compartimos algunos consejos sobre qué productos utilizar que preservan el estado de la flora bacterial, sus métodos correctos de aplicación y las prácticas a evitar.
PARA EMPEZAR: siempre debemos higienizarnos con jabones que tengan pH ácido y omitir aquellos que incluyan fragancias. También es bueno evitar los productos con alcohol o fórmulas antisépticas. A menos que haya una condición específica o prescripción médica, no es necesario utilizar cremas o lociones especiales, porque sus compuestos afectan la flora bacteriana de la vulva o del pene. “Este conjunto de bacterias cumple una función protectora que inhibe la proliferación de microorganismos patógenos. Por eso, sumar estas cosas a nuestra rutina conduce a un desequilibrio de pH y aparezcan eczemas o infecciones”, explica la ginecóloga Guillermina Auad.
DUCHAS VAGINALES: muchas mujeres suelen optar por tomar a diario duchas vaginales para sentirse frescas y evitar los malos olores. ¿De verdad funcionan? “Al contrario de lo que se piensa, irrigar la vagina con agua u otro líquido (con mezclas de bicarbonato de sodio, yodo o vinagre) resulta contraproducente a menos que forme parte de un tratamiento”, agrega Auad. Este órgano cuenta con su propio mecanismo depurador y eso se nota a diario con la leucorrea (pequeñas muestras de flujo incoloro o apenas blanquecino). Los enemas permanentes también representan un “no” rotundo.
EN LA MENSTRUACIÓN: es aconsejable que las toallitas o los tampones se cambien cada cuatro horas, y las copas, cada tres horas si el flujo es intenso o moderado. Entre esos intermedios otra sugerencia es tomarnos algunos minutos para ventilar el área vulvovaginal y evitar la permanente concentración de humedad.
EN LA MENOPAUSIA: durante la menopausia la producción de estrógeno disminuye y nuestra microbiota genital se modifica. Esto implica que las paredes vaginales pierden su grosor y aparece sequedad o escozor. “En esta etapa, hay mujeres que recurren a protectores diarios para remediar las pérdidas involuntarias de orina. Para optimizar la higiene, debemos colocarnos uno nuevo cada seis horas por la misma lógica de controlar la humedad”, comenta la ginecóloga. En relación a la hidratación, hay brumas y cremas tópicas con hormonas que hidratan la vulva y a largo plazo colaboran con la tensión de los músculos.
ANTES Y LUEGO DEL SEXO: ser creativos en la cama representa una virtud, pero hay un límite: omitir el uso de líquidos inapropiados como lubricante. “De optar por el sexo anal, jamás debemos introducir luego el pene o el juguete sexual en la vagina porque las bacterias de ambas partes son diferentes. Además, ir al baño a orinar luego de tener sexo reduce el riesgo de contraer una infección urinaria o cistitis”, detalla la sexóloga Maira Lencina.
ROPA INTERIOR: la seda, la licra y el encaje nos aportan un toque de erotismo en los encuentros sexuales. Sin embargo, lo aconsejable es vestir a diario ropa interior de telas ligeras y naturales (como el algodón) que permitan la transpiración. “En determinadas actividades (running, crossfit, atletismo, yoga, etcétera) es frecuente optar por las bombachas sin costuras o absorbentes para que no se vean marcas en la indumentaria deportiva. Quienes lo hagan tengan en cuenta que estos materiales también son sintéticos y por sus fibras tienen un periodo de vida de sólo un año o dos”, agrega Lencina.
INFECCIONES: cualquier modificación súbita en el color u olor de nuestras secreciones es un llamado de atención. “Muchas de las infecciones que afectan a nuestros genitales ocurren por una limpieza extrema o pobre que le abre la puerta a determinadas bacterias, parásitos u hongos. Entre las mujeres, los diagnósticos de mayor propensión son la vaginitis, vulvitis y vulvovaginitis y en ambos géneros aparece la candidiasis (producida por la Candida albicans) y el herpes”, comenta el urólogo Mariano Toledo.
DEPILACIÓN: por apuro, agarrar la maquinita de afeitar para quitar el “follaje” es la tentación misma… y una mala idea: cuidado con emplear el mismo instrumento para los genitales y el resto del cuerpo (axilas, brazos y cara). “Las infecciones por cuchillas oxidadas y los cortes en el pene y la vulva son frecuentes en los consultorios tucumanos. Además de registrarse cientos de quemaduras por el contacto con cera demasiado caliente o sucia”, advierte Toledo. Por otra parte, cuando el vello se corta al ras -a medida que crece de nuevo- su dureza es mayor y suele causar picor. Cuando ocurre o se produce dermatitis de contacto, el área empieza a descamarse y se torna roja. La solución rápida es humectarnos con cremas a base de óxido de zinc, avena o glicerina, y de ver prurito o granos no explotarlos. Si la sensación de irritación persiste, la visita médica es necesaria.
EXFOLICIACIÓN: exfoliarnos el cuerpo una vez por semana colabora al descarte de las células muertas. En la vulva y en la zona de la cola y las piernas (para hombres incluidos) la regla es idéntica. “Las cremas exfoliantes suaves permiten que los folículos se activen y no haya tantos pelos encarnados, con la única advertencia de contemplarlo como algo ocasional y no rutinario. El proceso hay que hacerlo con la mano, de adelante hacia atrás (nunca al revés porque el arrastre favorecería la diseminación de los gérmenes) y sin valernos de esponjas ni guantes”, indica Auad.