15 Agosto 2021
Vuelta a vuelta uno puede ver en la publicidad gráfica de supermercados y algunos otros negocios lo que denominamos pasión (malsana) por el número 9. La persona que se pretende forme parte de la clientela motivada por la publicidad es menospreciada por el convocante con eso del número 9 que forma parte de casi todos los precios, en la parte final. Nada cuesta un billete de $ 1.000,- sino que su precio es $ 999,99. Uno de los artículos anunciados que leí ayer en un aviso tiene un precio donde la pasión por el 9 llega a este extremo: el objeto publicitado no cuesta $ 3.000,- sino ¡$ 2999,99! El aviso muestra 55 productos con el incansable 99 para los centavos y repetidos 9 para las unidades, las decenas y las centenas. Es tanta “tomadura de pelo” (por no decir ofensa a la capacidad cognitiva del lector) el lectorpresunto cliente como lo son los avisos de radio en los que se transcribe la leyenda de un locutor a velocidad tal que no se entiende ni sirve para informarse. Es la “letra chica” de la publicidad que mayoritariamente hacen los bancos en radio. Esto mismo pasa con las promesas de los políticos en gigantografías y carteles de toda especie y publicidad en internet (y sólo falta que pinten las nubes) que nos hablan “del futuro” , obviando el presente de pobreza, indigencia inflación descontrolada, junto al enriquecimiento obsceno de la “casta” política en general, salvando escasas excepciones. Basta ya de tanto desprecio a la inteligencia y el derecho de las personas a ser consideradas como seres pensantes y no un número, así sean de estadísticas dibujadas, compradas, pagadas con “la guita” de esos destinatarios de los anuncios.
Carlos Duguech
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