La diabetes es una enfermedad crónica, y -aunque las hay de dos tipos, 1 y 2- sus efectos pueden causar ceguera. Así de duro como suena. La diabetes no se puede curar, pero se puede controlar; y la ceguera se puede prevenir. ¿Cómo es todo esto? Te lo explicamos.
La diabetes tipo 2 (DM2) es la más frecuente: casi el 90% de los casos. La causan dos factores que se complementan: por un lado, células en los músculos, la grasa y el hígado crean resistencia a la insulina, y como no interactúan normalmente con ella, no incorporan azúcar suficiente. Por su lado, el páncreas no puede producir insulina suficiente para controlar los niveles de glucosa en la sangre.
En la diabetes tipo 1 (DM1) lo que sucede es, directamente, que el páncreas no produce insulina, o produce poca... Pero en definitiva, en ambos casos el efecto se llama hiperglucemia.
“El efecto de la elevación de la concentración de azúcar en sangre es la hiperglucemia, que, con el tiempo, daña gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos”, explica Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de Ospedyc.
Porcentaje elevado
Respecto de ese daño hay muchas personas en riesgo: según datos del Ministerio de Salud de la Nación, uno de cada 10 argentinos mayores de 18 años, es decir, casi 4,5 millones de personas, vive con DM2, y la situación no tiene miras de mejorar; por el contrario: es una de las enfermedades no transmisibles que más están aumentando. Y quizás lo más alarmante es que la mitad de las personas que viven con DM2 no lo sabe.
Cuidá tus ojos a tiempo
No es un dato menor, porque muchas de las morbilidades que causa la enfermedad pueden prevenirse (listo, te lo dijimos tres veces ya) uno de sus efectos de largo DM2 es lo que se conoce como retinopatía diabética: la tercera causa de ceguera a nivel mundial, pero la primera en personas de edad productiva en países en vías de desarrollo. Se produce como resultado del daño en los vasos sanguíneos del tejido ubicado en la parte posterior del ojo (retina).
“Si no se trata la enfermedad de base (diabetes), dichas alteraciones de los pequeños vasos progresan y alteran la funcionalidad de la retina, lo que provoca disminución visual progresiva y sus complicaciones”, explica Walter Brigglier, director Médico del Centro Médico Urquiza, de Ospedyc.
“Si no se trata, la retinopatía diabética causa ceguera en un gran porcentaje de los pacientes -advierte Brigglier-; pero es prevenible en un 80% de los casos con detección y tratamiento tempranos, asociado con el manejo general de la diabetes”.
Ventana de oportunidad
El especialista resalta además que, si bien la diabetes y progresa rápido cuando no se diagnostica o no se trata a tiempo, la retinopatía se desarrolla entre cinco y 15 años después del inicio de la enfermedad. Y es esa ventana de tiempo lo que permite actuar en el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno del daño de la retina, prevenir la pérdida visual y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
“Si un paciente mantiene el control estricto de su diabetes, no necesariamente va a sufrir pérdida visual, pero para ello son indispensables los controles periódicos con su médico de cabecera y controles oftalmológicos: algo tan simple como un fondo de ojos puede prevenir la pérdida visual permanente”, destaca Brigglier.