"Agosto es, básicamente, un mes seco. No se prevé ningún tipo de precipitaciones". Con esas palabras, Darío Ovejero desalienta cualquier esperanza de lluvia para las próximas semanas en Tucumán. El licenciado en geografía y profesor de la cátedra de climatología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) añade que a partir de septiembre comenzará el período de agua.
Con respecto a la primavera y al verano que se avecinan, el especialista anticipa que probablemente también sean secos y con temperaturas más cálidas que las habituales. "Los parámetros nos indican que se está consolidando el fenómeno de La Niña. Por eso, están alborotados los productores agropecarios de todo el país. Para el campo, esa es la peor condición", explica. Aunque habrá que esperar hasta diciembre -que es cuando se confirma de manera certera la prevalencia o no del fenómeno climático, prosigue- todo hace suponer que nos encontraríamos una vez más bajo sus efectos. "En nuestra provincia causará calor y sequías", detalla Ovejero.
La Niña produce un enfriamiento a gran escala de la temperatura de la superficie en las partes central y oriental del océano Pacífico ecuatorial. Esto impacta en el clima de vastas regiones del planeta. En la Argentina, conlleva sequías. En contraposición, El Niño acarrea lluvias.
Los efectos de La Niña empezaron a sentirse entre agosto y septiembre de 2020, según los indicadores atmosféricos y océanicos. En octubre y noviembre de aquel entonces alcanzaron su pico máximo, de acuerdo a los reportes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). No obstante, hasta abril de este año se sintieron sus coletazos. Ahora, habrá que ver si el Pacífico vuelve a sus condiciones neutras o -como dice Ovejero- habrá un regreso de La Niña. Por ahora y al igual que él, los organismos meteorológicos proyectan hasta un 70 % de posibilidades de que por segundo año consecutivo tengamos una temporada de primavera y de verano bajo sus condiciones.
"La Niña no es el único factor que influye en las precipitaciones, pero sí es el más importante", retoma el especialista. Ante este vaticinio, cuenta que ya han sonado las alarmas en el sector agropeacuario tucumano, principalmente hacia el este de la provincia, donde se encuentran los sembradíos de soja, maíz y trigo. "Ese sector, limítrofe con Santiago del Estero, es el más vulnerable", dice.
La gente del campo no es la única que se asusta con La Niña. La temporada pasada fue fatídica en el país en cuanto a la cantidad y voracidad de incendios forestales. Ante eso, un segundo pronóstico de lluvias que probablemente continúen por debajo de lo normal no resulta alentador. "Se espera un descenso del registro normal de precipitaciones y eso causa preocupación", sintetiza el especialista.
Desde el Laboratorio Climatológico Sudamericano, Leónidas Minetti (h) apunta que la consolidación de La Niña es una posibilidad real, pero un poco aventurada todavía. "Hay que esperar un poco más", dice. No obstante, aclara que no debería sorprendernos tener dos veranos consecutivos en el hemisferio sur bajo las condiciones de La Niña y que la gente del campo ha tomado nota de los augurios.
De hecho, un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires destaca que el escenario climático 2021/2022 apunta a un perfil similar al de 2020/2021, pero con rasgos menos severos que los observados en la temporada anterior. "En la Argentina, La Niña se caracteriza por una escasez hídrica, que varía en cuanto a su severidad, duración y momento. En otras latitudes se presenta de otra manera", explica Ovejero.
La Niña y el cambio climático
Básicamente, El Niño y La Niña son grandes motores del sistema climático. Pero ahora, estos eventos naturales tienen lugar en un contexto de calentamiento global, que aumenta las temperaturas, exacerba el clima extremo, modifica las pautas de lluvias y sequías estacionales y complica, así las cosas, la prevención y gestión de desastres.
"Pero no está muy claro si sus efectos están siendo amplificados por el cambio climático", concluye Ovejero. El enfriamiento temporal que trajo La Niña, por ejemplo, no bastó para impedir que 2020 fuera uno de los tres años más cálidos de los que hay registro.
El año pasado, en Tucumán no llovió desde junio y hasta octubre, siendo agosto, septiembre y la primera quincena de octubre los días más secos. En este 2021, en junio se registraron unas tenues lloviznas en algunos sectores de la provincia, previas o durante las jornadas en la que hubo nevadas. En julio, en cambio, y en lo que va de agosto prácticamente no llovió.