Pase sanitario, pasaporte de covid o tarjeta de salud, los distintos nombres no logran mermar la controversia para los franceses que, desde hoy, tendrán que mostrar un certificado de salud para entrar a un restaurante, viajar en ómnibus o acceder a un tratamiento no urgente en un hospital. Ya debían presentar el pase o un testeo de covid negativo para acceder a museos y otros sitios turísticos. Los empleados de sanidad tienen hasta el 15 de septiembre para vacunarse o serán suspendidos.
Italia, Gran Bretaña y Alemania ya están implementando el pase sanitario. En Francia es donde más resistencias encuentra la aplicación de esa medida.
El sábado, por cuarto fin de semana consecutivo, marcharon miles de manifestantes en todo el país, para denunciar lo que consideran normas opresivas.
No son la mayoría, cuenta Ángeles Díaz, una tucumana de Colalao del Valle que vive en París. Pero son una minoría que se hace escuchar, explica.
“A muchos les resulta muy chocante que, en el país de la ‘libertad, igualdad, fraternidad’ (lema oficial de la República Francesa) se tomen medidas que consideran un avasallamiento a sus derechos humanos”, explicó. No están en contra de las vacunas, es que les molesta que los obliguen a ponérselas, con medidas indirectas, como las restricciones para viajar o para entrar a lugares.
Con su marido, Fabrice, dudaban. “Al principio no quería vacunarme, pero lo hice sin pensarlo cuando supe que era un requisito para viajar. Mi hermana vive en Alemania, hacía dos años que no la veía y no iba a poder visitarla. Fabrice tampoco quería; decía que el proceso había sido demasiado rápido. Hubiera preferido esperar un poco pero, finalmente, también se vacunó”, relata.
Entre los que se oponen a las medidas de Macron hay anarquistas de izquierda y militantes de extrema derecha, remanentes del movimiento antigubernamental de los “chalecos amarillos” que sacudieron a Francia en 2018-2019, algunos “anti vacunas” y los que consideran que el pase sanitario es discriminatorio.
Hasta hay un grupo pequeño que no cree en el coronavirus. Complicado, si se considera que nueve de cada 10 pacientes de covid en terapia intensiva a fines de julio en hospitales franceses no habían sido vacunados.
“Hay todo tipo de opiniones. Tenemos amigos que están muy en contra (del pase sanitario) y otros que ya están vacunados.
El problema -afirma- es que con estas medidas te obligan, de manera indirecta porque, por ejemplo, para entrar a un museo, tenés que presentar la certificación de la vacuna junto con la compra del ticket. Y, si no, hay que mostrar el test de covid negativo. Por ahora, los testeos son gratuitos, pero creemos que desde mediados de agosto van a ser pagados”.
Para los extranjeros en Francia, los testeos cuestan 36 euros y las medidas de cuidado para evitar que se propague el virus son muy estrictas, cuenta la periodista chaqueña Noelia Moreyra, que está estudiando en París con una beca del Instituto Lumiére.
“Muchas personas con las que hablé no están de acuerdo con la vacunación y solamente se inocularon por las restricciones. En ese sentido, se puede ver que las noticias falsas calaron muy hondo”, analiza.
Las protestas han unido a un grupo heterogéneo en contra de la legislación del presidente Emmanuel Macron. En París, Niza, Montpellier y otras ciudades se vio a manifestantes con carteles en los que se leía “No a la dictadura” y coreando “Macron, no queremos tu tarjeta sanitaria”.
A las críticas, Macrón respondió: “Libertad no se puede conjugar en singular”.