Poco después de recibir la noticia que llevaba más de dos meses esperando (la de poder reanudar las competencias tras el parate por la pandemia), el rugby tucumano se vio sacudido por otra que nadie esperaba y que incluso hoy, dos días después, sigue resultando difícil de creer: la del fallecimiento de un adolescente de 15 años en su primer entrenamiento en Lince. Un episodio trágico, que conmovió profundamente a todo el ambiente pero por sobre todo a la comunidad del club de Silvano Bores al 800, que pasó de la alegría de contar con un nuevo miembro a tener que llorar su partida el mismo día.
Resulta muy complejo abordar un tema tan delicado y reciente, más tratándose de un chico con toda la vida por delante. La única forma es con el mayor respeto posible ante el dolor de sus afectos. Dicho esto, es necesario ahondar sobre ciertas cuestiones para evitar preguntas a medio contestar o conclusiones apresuradas, en especial tratándose del rugby, un deporte que se ha visto particularmente vilipendiando en el último tiempo. No se trata de desligar responsabilidades, sino simplemente de aclarar ciertas cuestiones que no son de dominio común y que pueden ayudar a tener un panorama más preciso de hasta qué punto el rugby es un deporte seguro y de qué se hace para evitar este tipo de casos.
Primero, se debe tener en claro que se trata de un hecho excepcional. Si bien se trata de un deporte con alto grado de contacto y el porcentaje de lesión es más alto que en otros, los casos de deceso en el rugby son extremadamente inusuales.
Por otro lado, justamente por tratarse de un deporte de contacto y alta demanda física, se exigen ciertas evaluaciones médicas para poder practicarlo de manera regular en un club. “A principios de año, cada jugador debe presentar la EPC, la evaluación precompetitiva, para poder ser dado de alta en el sistema Bduar, que es la base de datos de la UAR. Los estudios médicos que se exigen en cada evaluación precompetitiva varían de acuerdo a la edad y categoría en la que vaya a competir el jugador o jugadora, pero se tratan por lo general de exámenes cardiológicos, placas de tórax, cuello y demás”, advierte el doctor Federico Caillou, consejero de la URT.
Una vez completados los formularios y realizados los exámenes, se presenta la documentación en el club, y luego se procede a validar el fichaje en el sistema Bduar, con lo cual el jugador queda dado de alta. Sólo a partir de entonces estará habilitado para ser incluido en la tarjeta electrónica que lleva los datos de cada partido. Es decir, no podrá competir hasta que esos trámites sean completados. Este proceso se instrumentó en el marco del programa Rugby Seguro, a través del cual la UAR intenta reducir riesgos de lesiones graves.
Asimismo, hay una constante actualización en los protocolos de seguridad del rugby, como el de las conmociones cerebrales y el regreso gradual al juego en condiciones seguras.
¿Pero qué sucede en casos como el de este adolescente, ocurrido en los minutos iniciales del primer día en el club? Es un área gris, claro, pero que no se limita al rugby. En cualquier disciplina, el primer contacto suele darse a modo de prueba, por invitación de algún amigo, sin demasiados rigores ni protocolos. ¿O acaso alguien lleva la carpeta con los últimos chequeos médicos si lo invitan a un partido de fútbol 5?
No obstante, este lamentable incidente debe ayudar a tomar conciencia de la importancia de la capacitación en los clubes y uniones sobre cómo operar en estas situaciones de crisis y contar con los elementos necesarios, sea cual sea la disciplina. El componente de fatalidad siempre estará presente, pero es menester hacer todo lo posible para prevenir lo que se pueda prevenir.