La paradoja del deportista olímpico: prepararse durante años para una competencia que puede durar un suspiro. Pero el sólo hecho de estar en la cita que reúne a los mejores atletas del mundo ya es un triunfo en sí mismo. Doble en el caso de Emmanuel Lucenti, porque además de abrirse camino en la clasificación, debió sobreponerse a una lesión de espalda que no lo dejaba ni inclinarse hacia adelante sin sentir un dolor insoportable y que lo llevó a pensar en abandonar el yudo para siempre.
Por eso, aunque todavía no compitió, Lucenti ya puede considerarse un ganador. En su lugar, muchos hubieran tirado la toalla, pero él no. Con los bríos renovados tras el nacimiento de su hijo Camilo, el tucumano se puso como objetivo de base en sus cuartos Juegos Olímpicos lograr otro diploma, como el que se llevó de Londres 2012. Por supuesto, entre el diploma y la medalla hay una victoria de diferencia, por lo que no lo ve como imposible. “Los Juegos Olímpicos son una competencia diferente y quizás los candidatos caen por tanta presión. Por ahí los que no llegamos como candidatos, nos agrandamos y sabemos cómo manejar esa presión”, fue el análisis que hizo en la previa. Si bien confiesa que tiene dolores y no está físicamente al ciento por ciento, piensa dar pelea en Tokio.
Lucenti debutará pasada esta medianoche (a las 0.31) en la categoría hasta 81 kilos enfrentando al búlgaro Ivaylo Ivanov, que logró el séptimo lugar en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Allí, el tucumano se clasificó 9°.
“Me había puesto este desafío de Tokio como fecha de retiro y hoy ya no lo veo así. Estoy a muy buen nivel y me siento excelente”, aseguró hace poco el yudoca tucumano, de 36 años, que se siente en condiciones de atravesar el proceso clasificatorio hacia los próximos Juegos, los de París 2024. Pero ahora, es tiempo de pensar en los de la capital japonesa.