“Una oportunidad es como darle una caricia después de muchos golpes”

“Una oportunidad es como darle una caricia después de muchos golpes”

Ana Valdivia dijo que la socidad está enojada y triste por la falta de esperanzas.

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“No puedo negarlo, pero quedé asustada con lo que sucedió. No estoy durmiendo bien porque con cada ruido me despierto exaltada”, explicó Ana Valdivia en una entrevista con LA GACETA tres días después de haber participado de una audiencia en la que se archivó la causa del adolescente que le había robado una bicicleta porque ella aceptó su pedido de disculpas.

- ¿Se arrepiente de haber tomado esa decisión?

- No, para nada. Él tiene 17 años y toda la vida por delante. Creo que no puede comprender bien todo lo que le está pasando. Quizás ahora, disfrutando la libertad, pueda entender y cambiar. En estos tiempos se está viviendo una situación bastante difícil. Está la gente laburante y los vulnerables. Las diferencias son muy grandes y eso está generando un resentimiento tristísimo. Es lamentable que se hable de “nosotros o ellos”.

- ¿Por qué lo hizo?

- Como lo dije en la audiencia. Darle una oportunidad es como darle una caricia después de haber sufrido tantos golpes. No sólo es para él, sino para toda su familia. Es para que se enteren los chicos de su comunidad y busquen cambiar. Ojo, acá no habrá un milagro, sino que todo dependerá de cómo aproveche la chance que le dimos.

- ¿Por qué habla en plural?

- Porque en esto intervinieron muchas personas. El personal de la fiscalía, que me trató muy bien y generamos una inmediata empatía. También fue muy importante el papel del juez porque se lo notó involucrado en el tema. Y ese compromiso se los transmitió a todos. Hay otros anónimos también.

- ¿Quiénes se sumaron?

- Muchísimas personas. Los vecinos que lo detuvieron y que no le hicieron ningún tipo de daño. La Policía, que llegó rápido y se lo llevó respetando sus derechos. El personal de la fiscalía que me llamó y lo primero que me dijeron es “¿Cómo está? ¿En qué podemos ayudarla?”. Por eso también sentí un poco de vergüenza cuando terminó la audiencia.

- ¿De qué se avergonzó?

- Imaginate, ellos hicieron un trabajo impecable para que este chico fuera procesado y después hice que terminaran archivando la causa. Los llamé y hasta en eso fueron especiales.

- ¿A qué se refiere?

- Ni bien terminó la audiencia me comuniqué con ellos para pedirles disculpas. Ellos me tranquilizaron y me dijeron: “no se preocupe. Todos quedamos conmovidos por lo que pasó y trabajamos para que solucionen los conflictos de la mejor manera y eso sucedió”.

- ¿Le sorprendió el estado de vulnerabilidad del chico?

- No me sorprendió porque trabajo con familias vulnerables. En mi trabajo recibimos denuncias y luego salimos a atenderlas. Sí puedo decir que me conmovió, como me conmueve cada una de las intervenciones que realizo por cuestiones laborales. Mucho más emotivo fue haber podido hablar con su madre. Hemos hablado de mamá a mamá y eso es importante.

- Su postura no es común…

- Lo sé. Es la segunda vez que me robaron. La anterior fui víctima de un asalto en el que un hombre me apuntó con una pistola y me sacó todo. Sueldo, tarjetas y el DNI que necesitaba para que me entregaran la vivienda. Pero esa vez fue muy diferente y ni loca hubiera aceptado una disculpa.

- ¿Cuál fue la diferencia?

- Y la principal es que es un chico que tiene tiempo para cambiar. Mostró al menos un interés en hacerlo. Ojo, no es un inocente, no justifico lo que hizo, pero hay que apostar por un cambio para que tengamos una sociedad mejor. Lo mismo debe hacer la madre. Ella es responsable por su hijo. Pero también es cierto que hay que ayudarlos a ser más ambiciosos en la vida. Hay que colaborar para que no sólo se sientan satisfechos cobrando un plan o una asignación familiar.

- La sociedad tiene otra idea para los que delinquen…

- Hay que entender una sola cosa: la sociedad está enojada y triste porque perdió las esperanzas. Desde arriba todos los días nos dan cachetadas, y nosotros se las damos a ellos, a los sectores más vulnerables. No hacemos nada con los que están arriba, que son los que pueden cambiar las cosas.

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