“Fui fiel a mi principio de dar todo hasta la última gota”, dijo Paula Pareto en los instantes finales de su paso por el estadio Nippon Budokan. Y se disculpó por no ganar una medalla. “Pido perdón por no hacerlos tan felices como en Río”, declaró recordando su conquista dorada en la cita olímpica pasada.
Una actitud de igual grandeza como sus resultados deportivos. Una producción de 21 oros, 12 platas y 17 bronces en toda su campaña en el circuito internacional de yudo, sumadas medallas de los tres colores en campeonatos del mundo, más otras tantas en Panamericanos del arte marcial; es el resumen de más de 15 años de carrera.
Las enseñanzas de la yudoca, una atleta completa, trascienden el tatami. A saber:
1) Tener un ideal desde niña. Empezó a los nueve años junto con su hermano Marco. Ser de las pocas pequeñas que practicaban, nunca la desalentó.
2) No detenerse ante los problemas. No es la excepción de la situación que se repite en el deporte argentino. “A nivel nacional me iba bastante bien, pero cuando había que viajar tenía que poner plata. Pude hacerlo al cobrar un seguro de cuando me robaron el auto. Cuando me entrenaba en Estudiantes iba en colectivo porque no tenía movilidad. Eso forma parte del crecimiento”, contó.
3) Trabajar en equipo y con continuidad. Es cierto que en un deporte individual mantener un equipo de trabajo es más simple. Pero el exitismo argentino muchas veces pone freno a los procesos sin dar opciones. Laura Martinel, ex yudoca, tuvo con ella una constancia que debe empezar a ser mejor vista.
4) Coraje y fortaleza, sello distintivo. En su última lucha en Tokio, peleó con una limitación física por el esguince de codo izquierdo. En los últimos años una hernia cervical la condicionó. La idea del retiro rondó por su mente. No se rindió. Se operó en octubre de 2019 y puso toda su energía para llegar a sus cuartos JJ.OO.
5) Su sentido de solidaridad. A principios de 2020, además de ayudar a los que ya ayudaba, tomó la posta de las acciones que hacía Braian Toledo, el lanzador de jabalina que perdió la vida cuando sufrió un accidente en su moto.
6) Combinó a la perfección el deporte y el estudio. Es medallista olímpica y médica traumatóloga. “No veía el porqué de elegir una u otra cosa. Yo nunca me puse en la cabeza no poder. Tuve el apoyo de mi familia porque viví de mis padres, y el deporte amateur tampoco es la gloria por más que tengas una beca”, afirmó.
7) El yudo no es de los deportes más populares, sobre todo entre niñas. El caso de Pareto, más allá que su iniciación fue más por cuestiones de familia, dota al arte marcial de más prestigio. Solventa así lo que recomienda la Unesco: califica al yudo como uno de los mejores deportes para la iniciación.
8) Su sentido de pertenencia. Defender la bandera celeste y blanca fue para ella siempre una prioridad.
9) Una reputación de grandeza. “La Peque” nunca fue abanderada de la delegación argentina. El motivo siempre fue logístico, por eso nunca hubo polémica: el yudo, en su categoría, siempre es al día siguiente de la ceremonia inaugural de largas y desgastantes horas. Pero en Japón, estuvo como portadora de la bandera olímpica. Y para que ello suceda hubo un operativo, de común acuerdo entre el Comité Olímpico Internacional y la Federación Internacional de Yudo.
10) El legado que deja. Los grandes son así. Aunque no se lo proponen, dejan una huella para futuras generaciones. Sin grandilocuencia, sin escándalos, con humildad, se ganó el respeto.