23 Julio 2021
Las palomas dentro del ejido urbano de San Miguel de Tucumán no tienen nada de poético. Son lisa y llanamente una plaga, al igual que hormigas, roedores y murciélagos. Ninguna figura literaria las exime del peligro sanitario que representan. Se reproducen en escala geométrica y sus heces no solo corroen los tejados sino que ya han tenido consecuencias fatales. Hay gente que se empecina en alimentarlas, pese a los reiterados reclamos de mi parte y de otros vecinos responsables, y lo único que recibimos son actitudes de desdén de "haré lo que me plazca" o directamente insultos. Me he comunicado más de una vez con los organismos de control pertinentes, sin resultado alguno. La respuesta fue que nada pueden hacer porque están "protegidas": increíble, realmente. ¿Qué esperan para tomar medidas ante semejante plaga disfrazada de poema satánico, con la siniestra complicidad de residentes desaprensivos que ya deberían haber sido advertidos de su accionar e incluso multados? ¿Acaso que ocurra otra desgracia o se tornen incontrolables? ¿O lo único que queda es empezar a alimentar a las ratas y que empiece el Armagedón?
Roberto Buffo
Lo más popular
