Qué zarpazo San Martín. Qué manera de cerrar la primera rueda. Ganarle a Tigre en Victoria es más que sumar tres puntos, es colgarse la chapa de candidato definitivamente.
Más allá de que la victoria previa de Gimnasia de Mendoza lo dejó sin chances de terminar en la cima de la Zona A, el puesto de escolta es un logro enorme tras su anémico arranque de torneo.
El 1-0 con el estreno goleador de Leandro Vella en una noche más que fría en el norte del Gran Buenos Aires se quedó corto. El equipo de Pablo De Muner mereció más. Y si sufrió hasta el último minuto fue en expiación de su único pecado: errar muchos goles.
¿Su mejor virtud? Recuperarse enseguida del porrazo que se dio ante Quilmes una semana atrás, como visitante y ante un rival de fuste (al menos en cuanto a nombres propios).
Ideas claras, funcionamiento colectivo e individualidades en alto nivel fue la exitosa receta del “Santo” en el estadio José Dellagiovanna. Y con “Tomate” De Muner como principal responsable de haber mezclado bien los ingredientes, claro.
El entrenador pareció aprender la lección que le dejó el “Cervecero”: volvió a su esquema predilecto (el 5-4-1 que desplegado en ataque se convierte en 3-4-3). Y salió a jugarle de igual a igual al conjunto de Diego Martínez.
Los ingresos de Vella y de Daniel González enseguida se probaron eficaces. San Martín copó el mediocampo, y los laterales-volantes Nicolás Sansotre y Lucas Diarte pasaban como aviones en un partido trepidante, sobre todo en el primer tiempo.
Es cierto que este Tigre está lejos de ser un felino feroz, más bien se asemeja a un animal doméstico. Es generoso con el adversario, lo deja jugar. Y perdió juego y presencia en relación a años atrás, más allá de Sebastián Prediger y Lucas Menossi. Y de la amenaza permanente que supone Pablo Magnin, el goleador del campeonato.
El gol de San Martín se veía venir. Ariel Chaves sacudió el travesaño. Vella había impactado el palo. Y antes Sansotre había exigido al arquero Manuel Roffo. Las radios partidarias de Tigre imploraban “basta muchachos, basta” al ver cómo la visita imponía condiciones y atacaba con fruición.
Finalmente, a los 35 se rompió el cero tras un cambio de frente de Chaves, un magnífico desborde de Sansotre y esa certera definición de Vella picando al vacío para estrenar su grito de gol con la camiseta albirroja.
Después, el mismo Vella pudo firmar el doblete (tuvo tres ocasiones clarísimas, en un par se engolosinó cuando había compañeros mejor posicionados). El “Matador” apenas inquietó con un remate de Francisco González Mitilli, bien defendido por Ignacio Arce.
El arquero de San Martín fue, justamente, uno de los pilares en que se asentó la gran victoria. En particular en el segundo tiempo, cuando por decantación -y con mucho desorden- el anfitrión se adelantó y apretó en busca de un empate que no merecía.
La defensa del “Santo”, bien abroquelada atrás -Juan Orellana, como reemplazante de Hernán Lópes, supo estar a la altura- también respondió con firmeza a los embates finales. Además, los cambios sirvieron para renovar el aire.
Claro, no sentenciar la historia pudo haberle costado muy caro. En eso deberá trabajar De Muner, para sufrir menos en el futuro y para no poner en riesgo en la red lo construido con solvencia en el juego.
Ahora tendrá unos días para trabajar tranquilo en Buenos Aires, antes de partir hacia Mar del Plata, con la expectativa de que en La Feliz pueda dar el puntapié inicial a una segunda rueda que lo deposite en la final por el primer ascenso.
Tigre, todavía en zona de reducido, está cada vez peor, decían en la radio partidaria.Y San Martín, sin olvidar la cautela, luce cada vez mejor, decimos nosotros.