Florencio Robles está emocionado por los logros de las tres tucumanas campeonas con San Lorenzo. Actualmente técnico de la Selección tucumana, Robles las recibió cuando desempeñaba un rol similar en San Martín. No hay sorpresa en su análisis sobre la conquista. “Pese a su corta edad, ya demostraban muchas condiciones”, aseguró Robles, que también trabajó con Solana Pereyra, hoy arquera de Real Unión de Tenerife Tacuense de la Segunda División española y que jugó el Mundial de Francia 2019.
“Recuerdo que a Correa, de 13 años, y Pereyra, de 14, las trajeron junto a Puentes, de 15. Fue un profe amigo, Dante Segovia”, precisó. “Coronel, que jugaba en Garmendia FC, la trajimos en 2012. Una jugadora distinta que, cuando muestre todo su potencial, tiene destino de selección”, anticipó Robles. “Las saludé ese mismo día y estaban re contentas. Nunca se olvidaron de sus inicios. Son conscientes de que sus triunfos y alegrías, también son los nuestros”, agregó.
Karen Puentes, con sus palabras, permite entrar a la intimidad de la coronación de San Lorenzo en el Torneo Apertura femenino. “En el vestuario dijimos: ‘tenemos que irnos vacías’, reveló la tucumana. Eso fue lo que reflexionaron con Nicolás Basualdo en el medio tiempo de la final que “Las Santitas” le ganaron a Boca por penales. En ese vestuario estaban también Sabina Coronel y Rocío Correa, las otras integrantes del plantel de Boedo formadas en San Martín, como Puentes.
“Sí, en un momento sentí que se nos escapaba”, reconoció Coronel. “Pero cuando Sindy metió el gol agónico, dije: ‘esta Copa tiene que ser nuestra’. Y así fue”, recordó “Chamy”, que en su ciudad natal, Gobernador Garmendia, fue recibida por una multitud (ver aparte).
Para derrotar a Boca todo fue cuesta arriba. San Lorenzo, a los 18 minutos, ya estaba en desventaja y a las “Xeneizes” se las notaba muy a gusto, manejando el trámite del partido, en la cancha de Deportivo Morón. No había otra que terminar dejando lo que no se tenía. Vacías, tal como explicó Puentes, que vino a Tucumán a los siete años, junto a su mamá, desde Neuquén.
La defensora, precisamente, hizo ese nivel de desgaste, no sólo por haber reemplazado a una compañera lesionada, sino porque ejecutó el último penal (en la foto) que puso el 3-2 final dándole a “Las Santitas” el primer título de la era profesional femenina. “No me considero una especialista en patear penales, pero sí me gusta. He pateado en otras ocasiones, cuando se definía todo y me gustó”, reconoció. Ante Boca, se notó que la dama de 23 años la pasó bien frente a la arquera Dulce Tórtolo, que ingresó exclusivamente para atajar los penales, luego del tremendo error que cometió Laurina Oliveros en el último minuto del partido. La arquera titular de Boca le hizo todo simple a Sindy Ramírez: quiso salir jugando, la mediocampista uruguaya aprovechó y se puso el traje de nueve para definir.
La efectividad desde los 12 pasos fue mejor en San Lorenzo, más fortalecido, principalmente, en lo mental. “Cuando fui a patear, pensaba en mi familia y todo el tiempo me decía que lo tenía que hacer, me alentaba. Mis compañeras, en toda la caminata, me decían que me relaje, que todo iba a salir bien, por eso creo que se dieron las cosas para ser campeonas”, explicó Puentes.
Tanto a ella, como a Coronel y Correa les costó dormirse la noche del jueves. Los teléfonos no paraban de recibir mensajes y los pensamientos se generaban constantemente. Los flashes incluían los recuerdos generados pocas horas antes, como también los de varios años atrás cuando el trío conquistaba títulos con el club de La Ciudadela. “Somos tres de San Martín. Me siento súper orgullosa. He ganado campeonatos con ellas y también soñaba mucho poder hacerlo con San Lorenzo y que ellas también sean campeonas”, aseguró la autora del penal de la gloria.
“Sin dudas, que en San Martín me formé mucho como jugadora”, reconoció Coronel. “Me potenció para dar un paso al fútbol profesional, pero nunca me imaginé jugar profesionalmente, ni mucho menos salir campeona del torneo”, afirmó “Chamy” que, como Puentes y Correa, terminó “vacía” de energías, pero llena de felicidad, compartida más allá de toda la hinchada “azulgrana”.