Los padres de Constanza tienen 65 y 70 años. A sus 40 años, ella es la orgullosa mamá de Rocío, de 7 años, y Lautaro, de cinco. Está justo en el medio de dos generaciones: la de sus papás y la de sus hijos, una situación que significa mucho más que una cuestión de edad. Equivale a tener cada vez más responsabilidades: está pendiente de su casa, de las tareas escolares de los chicos y también de las consultas médicas de sus progenitores, que no les falten los remedios y comida en la alacena.
Como si fuera poco, debe conciliar toda esta rutina con su trabajo como profesora de inglés. En esta pandemia, ha tenido que reducir las horas de trabajo, justamente para poder hacerse cargo de todas las necesidades de sus padres y de sus hijos.
Constanza forma parte del grupo de personas al que se le denomina la “generación sándwich”: han quedado en el medio de sus padres y de sus hijos y asumen la responsabilidad de cuidarlos, una situación que suma altos niveles de estrés y que se agravó con la pandemia.
“Hay circunstancias de mucho estrés familiar”, explica la doctora Aurora Rueda, especialista en gerontología. “En esta pandemia se destaparon muchas cosas. La generación sándwich sufre dos polos de presión importante: por un lado están los hijos, ya sea adolescentes o chicos, tienen muchas necesidades y carencias; por otro lado, los padres. El escenario actual de crisis ha acrecentado la necesidad de cuidado de las personas mayores, muchas de ellas aisladas, pero con demandas emocionales fuertes, y en algunos casos, físicas concretas”, explica
“Todo esto ha generado angustia, ansiedad y estrés en los que están en el medio de los dos grupos etarios; están sufriendo una sobrepresión importante como cuidadores a tal punto que algunos ya manifiestan síndrome de burnout (conocido como el síndrome del “trabajador quemado”), remarca.
Las relaciones no siempre fueron sencillas entre las personas de la tercera edad y sus hijos. Sin embargo, hasta 2019 se habían registrado muchos avances, según Rueda. Esto tenía que ver con una mayor autonomía de los adultos mayores, quienes estaban mucho más activos, se sentían útiles, capaces de desarrollarse y de estar bien. “Pero la emergencia sanitaria les puso un stop: se acabaron las salidas, los viajes, las tomas de decisiones… los mandaron a guardarse, a sentirse frágiles y vulnerables, e incluso culpables de alguna manera porque cuando uno llega a cierta edad en lo único que piensa es en no convertirse en un problema para sus seres queridos si se enferma. Se sumó el temor a morir en soledad”, describe la especialista.
Cuestión de género
En esta “generación sándwich”, el tema de los cuidados recae especialmente sobre el género femenino. “En nuestra sociedad, se espera que sean las mujeres las que se ocupen tanto de sus hijos como de los mayores”, confiesa Constanza. En su caso, aunque tiene un hermano, la responsabilidad es asimétrica.
Pese a que hubo algunos avances en términos de igualdad de género en otros ámbitos, las mujeres siguen siendo las que más se hacen cargo del cuidado de niños y abuelos, remarca Carina Lupica, especialista en género y autora de varios trabajos para el Observatorio de la Maternidad.
Según diversos estudios llevados a cabo durante la pandemia -entre ellos, la encuesta “Uso del tiempo” realizada en nuestro país- las mujeres dedican dos horas diarias más al cuidado de niños, una hora más a tareas escolares y una hora más a la limpieza, cocina y desinfección, mientras los varones duermen una hora más por día, dedican una hora y media más al trabajo que antes y una hora más al ocio”
“Ellas están sobreexigidas”, señala Lupica. “Si bien hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de la carga de las tareas domésticas. Ellas siempre son responsables de esas labores, sean amas de casa o trabajen percibiendo un salario, remarca.
Los datos estadísticos muestran que antes de la crisis de la covid-19, las mujeres latinoamericanas dedicaban en promedio hasta casi tres veces más de su tiempo a las tareas del hogar y de cuidado que los hombres, especifica.
El aislamiento, el distanciamiento social y las recomendaciones de quedarse en casa para prevenir y mitigar los contagios por coronavirus, acarrean altos costos para las mujeres al aumentar la carga de labores domésticas y de cuidados familiares. En la actualidad hay mas personas que atender en los hogares: los pacientes infectados, los niños ante las clases semipresenciales y los adultos mayores que no pueden exponerse al virus, describe Lupica.
“La Encuesta BID-Cornell sobre Covid-19 en países de América Latina y el Caribe muestra que las mujeres han sido prácticamente las únicas responsables de las tareas del hogar (cocinar, limpiar, realizar compras) y de cuidado de ancianos y niños (preparar comidas, alimentar, cambiar ropa y actividades escolares y recreativas) en sus hogares”, apunta. Si bien la pandemia un día terminará (no se sabe cuándo), el panorama no es muy alentador para esta generación sándwich. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo indica que la demanda de cuidados para personas de edad avanzada se duplicará en un dos décadas y, en algunos países hasta se triplicará como consecuencia del envejecimiento poblacional.
¿Qué podemos hacer?
Se pueden hacer algunas cosas para alivianar la situación de la generación que queda entre rebanada y rebanada de pan. Hacer más partícipes a los nietos es una buena opción en plena pandemia, especialmente en la parte de contención emocional.
“Hay que entender que esta es una circunstancia inédita y debemos tener el valor de recuperarnos. Vamos a necesitar mucha resiliencia, aprender a sobreponernos a estas adversidades. Deberemos encontrar el valor de las pequeñas cosas y volver a valorizar a los viejos”, sostuvo Rueda.
Según Lupica, además, será fundamental hacer una revisión sobre el papel de la mujer: “es necesario promover y apoyar el reparto equitativo de las tareas del hogar y de cuidado entre hombres y mujeres. En el caso de las empresas privadas, es importante planificar la vuelta al trabajo con enfoque de género; por ejemplo, implementando medidas de flexibilidad laboral para los trabajadores y trabajadoras en función de la apertura total de escuelas y centros de cuidado”.
Actualidad
La trabajadora social Dorothy Miller, en un artículo publicado en 1981, fue quien utilizó por primera vez el término "generación sándwich" para referirse a las mujeres entre 30 y 40 años que se encontraban atrapadas (como fetas de jamón y queso en el pan) entre los cuidados hacia sus hijos y sus padres mayores.
Con la mayor esperanza de vida y los cambios sociales (tener hijos a edades más avanzadas, por ejemplo), esta etapa se extendió en la actualidad hasta los 55 años. Según una encuesta de la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), dos de cada cinco personas de entre 30 y 54 años se sienten agotados. La encuesta revela que más mujeres que hombres dicen encontrarse de esta forma.