El Gobierno nacional acaba de anunciar que firmó un acuerdo con Moderna para la compra de 20 millones de vacunas contra el coronavirus. Se trata del primer contrato que permitirá recibir inmunizaciones basadas en la plataforma ARN mensajero (ARNm). Hasta el momento, hay dos vacunas que emplean esta técnica y que han sido autorizadas en el mundo. Una de ellas es Moderna, desarrollada por esa compañía de biotecnología de Estados Unidos y por los científicos de los Institutos Nacionales de Salud de ese país, de modo conjunto. La otra es la también estadounidense Pfizer, en asociación con la firma alemana BioNTech. Pero, ¿qué significa esto del ARN?
En primer lugar, este tipo de vacunas enseña a las células del organismo humano a producir una proteína, o incluso solo una porción de una proteína, que pueda desencadenar una respuesta inmune si la persona queda expuesta a una infección. En segundo lugar, "podría decirse que la plataforma es el vehículo en el cual va montado el antígeno de cada vacuna", explica, en tono catedrático, el médico Gustavo Costilla Campero, jefe del servicio de Infectología del Hospital Padilla.
Una nueva generación
Cuando un virus ingresa al organismo, el cuerpo tarda semanas en desarrollar anticuerpos y otros mecanismos para combatirlo. Sin embargo, el sistema inmunológico tiene memoria, por lo que si el cuerpo reconoce al virus, puede activar rápidamente las defensas. Eso es lo que hacen las vacunas: le dan al cuerpo la posibilidad de generar defensas a un virus.
La forma tradicional de desarrollar vacunas es inyectarle a un paciente el virus inactivado. Al exponerse al virus muerto, la persona desarrolla anticuerpos. Sin embargo, este es un proceso largo. Por eso, muchos laboratorios han estado probando con otros métodos, como el de ARN mensajero. De hecho, los científicos han estado estudiando y trabajando en las vacunas de ARNm por décadas. De hecho, se veían analizando versiones contra la influenza, el zika, la rabia y el citomegalovirus.
El ARN (ácido ribonucleico) es el intermediario entre el ADN, que tiene la información genética de una persona, y la máquina celular, responsable de sintetizar las proteínas. Es decir, el ARN lleva el mensaje del ADN con las instrucciones sobre lo que debe hacer la maquinaria celular. En el caso de las vacunas tradicionales, se inyecta un antígeno, para producir una respuesta inmune- En el caso de las vacunas de ARN mensajero, en lugar de introducir un antígeno, se introduce directamente una secuencia de ARN con las instrucciones para producirlo.
Combinables entre sí
Actualmente, las vacunas más utilizadas contra el coronavirus están diseñadas para ser administradas como inoculaciones de dos dosis, y casi todas las personas vacunadas han recibido inyecciones de la misma vacuna. Pero eso está cambiando: cada vez más países están permitiendo -y en algunos casos, alentando- la inoculación combinada. El caso más resonante es el de la canciller alemana Angela Merkel, quien el 22 de junio pasado recibió una segunda dosis de Moderna, tras una primera de AstraZeneca. Es decir, que ambas son combinables entre sí. "Siempre que sean de una misma plataforma, se pueden intercambiar", añade Costilla Campero.
Enseguida explica que la intercambiabilidad de las vacunas no es un concepto nuevo. Y ejemplifica con las antigripales, las destinadas a evitar la hepatitis o las meningocócicas, todas se colocan en los vacunatorios sin que las personas pregunten siquiera qué marca les ha tocado antes y qué marca les toca ahora. La vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca utiliza una plataforma denominada vector viral no replicante, que consiste en el empleo de un adenovirus de chimpancé para transportar material genético del coronavirus al organismo e inducir la respuesta inmune. La Sputnik-V -la que se ha colocado de modo mayoritario en la Argentina- se desarrolla en una plataforma de adenovirus humano. Costilla Campero advierte que es poca la evidencia científica todavía sobre las combinaciones de la vacuna rusa.