La empresa estadounidense Moderna y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos fueron de los primeros en anunciar, a mediados de noviembre del año pasado y una semana después de que Pfizer hiciera lo propio, que su vacuna experimental contra la covid-19, una de las más avanzadas del mundo, tenía una eficacia preliminar del 94 %.
La vacuna de Moderna se convirtió así y por aquel entonces en una de las pioneras. La firma biotecnológica, con sede en Cambridge, trabaja con dos cadenas de suministro, una en suelo local y otra en Europa; más precisamente en Madrid. Su plan es producir entre 500 y 1.000 millones de dosis este año. Las autoridades estadounidenses calculan que han invertido unos 2.000 millones de dólares para facilitar el desarrollo y la fabricación.
La empresa había afirmado que su vacuna aguantaba hasta una semana con temperaturas de entre dos y ocho grados (las típicas de una heladera). Por ello, cuando en 2020 hicieron una rueda de prensa para comunicar el lanzamiento, su discurso giró en torno a esa condición. Eso supuso un cambio absolutamente radical para hacer llegar el fármaco a todas partes. Además, se considera que el medicamento puede permanecer al menos seis meses a 20 grados bajo cero. Pfizer necesita mantenerse en bajas temperaturas, a -80º, lo cual es un desafío para el almacenamiento y la distribución.
La vacuna se encuentra actualmente autorizada en 54 países. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) emitió una autorización de uso de emergencia a el 18 de diciembre de 2020. El 1 de junio de este año, en tanto, la compañía solicitó a la FDA la aprobación total de su vacuna. Del otro lado del océano, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) concedió una autorización de comercialización válida para toda la Unión Europea el 6 de enero de 2021. También la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el 30 de abril último la vacuna mRNA-1273 contra la COVID-19 en la lista de uso en emergencias.
La vacuna de Moderna, al igual que la de Pfizer y su socio alemán BioNTech, no está elaborada con virus atenuados o fragmentos de virus, como se ha hecho tradicionalmente. En cambio, posee material genético del nuevo coronavirus: su ARN mensajero, como se conoce a esta técnica. Eso implica que introduce en el cuerpo una especie de receta con la que las propias células humanas fabrican proteínas inofensivas del virus. Así las cosas, las defensas de la persona vacunada se entrenan frente a estos componentes virales para que, si alguna vez ingresa el virus, se activen.
A diferencia de la vacuna de Pfizer, sus dosis son de 100 microgramos (las otras, de 30 microgramos). Esta cantidad de ARN tres veces mayor también multiplica el costo de la vacuna, de unos 25 dólares actuales. El Gobierno anunció que comprará 20 millones de vacunas.