El crimen de Rocío Rojas tuvo otro protagonista: su hermanito. Un niño de 19 meses aproximadamente que fue rescatado en un sigiloso y reservado operativo que se realizó el mismo día que se confirmó que la pequeña había sido víctima de homicidio. Los profesionales de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia no estaban al tanto de que el pequeño había sido entregado a otras personas y en el informe que hizo tampoco pudieron precisar dónde se encontraba.
Los detalles del caso se van conociendo con el correr de los días. Los primeros días de abril, M.R. la madre biológica se internó en el hospital Padilla para someterse a una operación quirúrgica. Sus dos hijos habían quedado al cuidado de una de sus hermanas.
Aprovechando su ausencia, Amalia Carolina Graneros se presentó en el domicilio, puso la ropa de ambos en una mochila, sus respectivos DNI y se los llevó sin ningún tipo de autorización legal. Antes, en abril, había denunciado que la progenitora los maltrataba y vendía droga para un transa del barrio Manantial Sur.
Rocío, según la investigación del fiscal, habría sido asesinada el miércoles 1 de julio. Graneros y Hernán Caro habrían llevado su cuerpo hasta una letrina de una finca cercana donde le prendieron fuego. Luego se retiraron. A la siesta, la madrina y su yerno, Mauro Véliz, se volvieron a presentar en ese lugar. Habrían puesto los restos de la niña en una bolsa arpillera y de allí podrían haberla trasladado hasta abajo del puente del río Colorado. Los pesquisas creen que allí intentaron quemarla más y luego esparcieron sus restos en diferentes lugares.
Todavía no está muy clara la participación de cada uno de ellos en el caso. Pero se sospecha que Caro habría abusado de la pequeña, que su pareja estaba al tanto de la situación y que Véliz solo habría decidido colaborar con la mujer, ya que habría tenido una relación con ella.
La única que habló en la causa fue Flores Nieva, la hija de la acusada, que vivía en la casa de ella. Según declaró, la niña perdió la vida porque se había ahogado con su propio vómito. No detalló por qué habían decidido ocultar esa situación.
El fiscal López Bustos cree que en realidad podrían haber elaborado ese macabro plan para ocultar todas las evidencias del maltrato y hasta el supuesto abuso sexual que habría sufrido.
En medio del fragor de la búsqueda, en la puerta de la comisaría se encontraba M.R., la madre de Rocío, acompañada por su abogado Humberto Castaldo. Buscaba tener alguna información sobre su hija. Ahí le transmitieron la peor de las noticias y, después de superar una crisis de nervios, preguntó por el más pequeño.
Los investigadores en ese momento se enteraron de que la acusada se había quedado con los dos pequeños. Transmitieron la novedad a López Bustos, quien ordenó que se lo buscara de manera inmediata.
La progenitora dio algunas pistas sobre dónde podría estar, ya que ella vivió en el asentamiento por un tiempo. Una comisión encabezada por Hugo Cabeza, del Equipo Científico de Investigación y la comisario Juana Estequiño, hicieron un recorrido por el asentamiento La Chabela tratando de ubicarlo. Mientras se realizaban esas medidas, la hija de la mujer se presentó en la comisaría de Lules para explicar que su madre había aceptado que ella se quedara con el niño.
Luego se dispuso que el pequeño fuese alojado en la Sala Cuna. “También nos hemos presentado en el juzgado para anunciar que haremos todo lo posible para que el pequeño vuelva a estar cuidado de su madre. Hasta aquí, por lo que sabemos, no hay ningún tipo de medida judicial que le impida estar con él”, dijo Castaldo.
“Estamos convencidos de que la detenida inventó todo para quedarse con las criaturas. Es más, ella un día se presentó en la seccional 8ª e hizo la denuncia de apropiación. En el móvil de la dependencia se presentaron y la llevaron al asentamiento. Golpearon la puerta y los atendió la acusada. Les mostró un papel al uniformado y este le explicó que no podía hacer nada porque había una orden judicial”, concluyó.