Entre mitos y zafreros, Tito Quiroga retrató a Tucumán

Entre mitos y zafreros, Tito Quiroga retrató a Tucumán

El artista falleció ayer, cuando su trabajo comenzaba una nueva etapa de reconocimiento de los coleccionistas. Las etapas de su producción. De Villa Alem a Francia e Italia. Premios y exposiciones.

Víctor Quiroga identificó un estilo con la región, o al menos intentó hacerlo, convencido de aquella frase de que había que pintar la aldea. No quería mirar a Nueva York y estaba seguro de que interesaba a los europeos con sus imágenes.

Con este planteo compartía mucho con la generación de los paisajistas tucumanos de los años 50, que se rehusaban a mirar a otras tierras. Pero “Tito” se ganó tres becas a Europa: a Italia (1977) y dos a París, donde se quedó por casi nuevo años con el Premio Bracque (1985).

Nacido entre baldíos de Villa Alem, internacionalizó su estilo expresionista en los 80, con decididas composiciones que acentuaban lo geométrico, y los fuertes colores (el neoexpresionismo), entre zafreros y campesinos y paisajes de la zafra. “Mi pintura refleja Tucumán, sobre todo la esencia del pueblo, la gente”, se lo escucha definir en un video publicado por el Ente Cultural (noviembre 2020). “Pegaba perfecto para mostrar una pintura latinoamericana”, señala.

AUTORRETRATO. Uno de los pocos artistas que todavía pintaba con óleo en esta provincia.

Como lo recuerdan algunos de sus colegas, repetía siempre “si no pinto no como”. Se encontraba en un momento de gran producción con importantes ventas en Buenos Aires: “estaba muy entusiasmado con los resultados de sus pinturas de los últimos tiempos, se había comprado una camioneta nueva, y comenzaba a irle muy bien de nuevo”, cuenta el marchand y curador Segundo Ramos.

Hay otra etapa, la de los mitos, con los que se reencuentra con la tradición, con las leyendas, con la mulánima o el familiar. Y finalmente la de una realidad insólita muy cercana al realismo mágico, donde las vacas vuelan.

Su retrospectiva inaugurada en diciembre de 2019 se llamó “No me le afloje la cola a la vaca”, lo que parecía ser una actitud de resistencia.

Destacaba su coherencia a través de los años, lo que es cierto rigurosamente.

Para muchos, Víctor Hugo Quiroga era el pintor vivo más importante de la región. Basta releer los posteos por las redes sociales para saber la opinión de la comunidad artística, el pesar por su fallecimiento. Se conoce que desde Miami coleccionistas preguntaron acongojados con la noticia. Así como artistas nacionales.

Críticas y sarcasmos

“Tito” Quiroga renegaba con los artistas contemporáneos. “Mi obra es clara de entender, sin discursos extras que la expliquen. Tiene por detrás un oficio. Hay un dibujo, composición y el color que necesita. Pero el arte contemporáneo carece de oficio, es más parece que es mala palabra hablar de un oficio de saber hacer una obra. Dentro de ese grupo que hace una idea, pareciera que todo gira en ver cuál es más ingenioso”, le dijo a este columnista. Y con sarcasmo agregó: “Poné un clavito y te llevas un premio. O disponés de un grupo de tierra prensada, le adjuntas un plano de como rehacerla una ver destruida en el desmontaje de la muestra y listo para otro premio. Ahora esa total indiferencia a su lugar dentro del Patrimonio de un Museo para que en algún momento se la exponga, creo que es un distintivo mas de esa manera de ser un artista contemporáneo”.

Un cuadro de un metro por un metro se cotizaba hoy $130.000. Estaba trabajando en una serie nueva, sobre los grandes maestros. “Estaba en una etapa fantástica en su vida: creando, vendiendo y con muchas ganas de hacer”, comenta Ramos.

En la feria

“Creo que fue uno de los más grandes pintores nacidos en estas tierras , con él se va una forma de hacer pintura en Tucumán”, opina el artista Guillermo Rodríguez.

El artista dice que con Quiroga aprendió a plantarse en una feria de arte , y muchas cosas que no aprendemos en la universidad. “’Si no vendo no como’, decía, de esa forma entendí el mercado del arte . Inventor de mitos , carismático , gran contador de historias, en las charlas y en la pintura, trabajador incansable y gran amigo”, concluye.

“Tito” Quiroga participó en casi un centenar de exposiciones en Europa y en el país. Obtuvo numerosos premios y reconocimientos internacionales. Su coherencia artística le permitió exhibir esta provincia y sus miserias, sus dramas. Pero la región no se identificó con un estilo.

“El día que las vacas vuelen”

“ Ya sea para organizar la muestra, para juntarse a comer un asado o para ver la pintura de alguien que recién comienza y compartirle alguna reflexión que lo ayude a surgir, Víctor Quiroga siempre tenía un “si”. Y es que todo lo que levitaba a su alrededor tenía que ver con el color, el texto y los recursos del decir”, cuenta el pintor Pablo Iván Ríos.

“AURORA”. Óleo sobre tela expuesto en el Museo Provincial Timoteo Navarro.

Los asados eran una excusa donde el verdadero y principal actor era el momento irrepetible cuando explotaba la charla sobre la pintura. “Todos esperábamos que arranque y de ahí en más ocurría lo inesperado”, dice.

El asado y los artistas argentinos forma parte ya del trasfondo de las obras. En “Asado en Mendiolaza” Marcos López retrató a varios de ellos; allí se encuentra Víctor Quiroga.

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“Solía hacerme ver pinturas de gente “desconocida” y me preguntaba “¿cuál es su punto más fuerte?’. Así te enseñaba, no como quien lo ganó todo, sino como quien comparte”, recuerda Ríos. “Viajaba por el país y adonde sea que llegaba se le arremolinaban los artistas queriendo saludarlo porque venía “el gran maestro Quiroga”, el mágico, el volador. El de los asados. El de los cielos inmensos, el de los mitos”, añade.

“Un día, Víctor empezó a pintar vacas que volaban en sus majestuosos cielos coloridos y no todo el mundo se percató de lo que estaba ocurriendo. Un pintor de un lugar que se llama Tucumán quebró los cerrojos de las mil puertas de lo imposible”, relata.

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