La consolidación de un gobierno de científicos (es increíble que la oposición siga resistiéndose a entenderlo) supone notorios avances para la Argentina. Cuestiones que la humanidad lleva todo el Antropoceno sin resolver, en este país acaban de ser explicadas en un discurso. Mientras el homo sapiens tiene (según los descubrimientos del último lustro) unos 350.000 años inventando cosmogonías, filosofías, religiones y ciencias para tratar de explicar de dónde venimos, aquí, a la gestión de “los que saben” le tomó apenas 18 meses averiguarlo.
“Los mexicanos salieron de los indios; los brasileños salieron de la selva; pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos. Y eran barcos que venían de allí: de Europa”, le explicó nuestro presidente a su homólogo español, Pedro Sánchez, que no podía creer lo que escuchaba… Tanta sabiduría atesorada en un solo estadista. Apenas 13 segundos le llevó a Alberto Fernández explicar la genealogía de las naciones americanas. Imagínense si le dedicaba al tema un minuto completo...
La estratégica decisión del mandatario nacional de hacer públicas estas conclusiones de estudios antropológicos (¿acaso del Instituto Patria?) implican la puesta en marcha de una verdadera revolución del conocimiento y la necesaria actualización de contenidos educativos para desterrar teorías equivocadas que han moldeado durante generaciones concepciones erróneas sobre el ser nacional. En muchos casos, simplemente habrá que “visibilizar” lo que ahora, a la luz del esclarecimiento del jefe de Estado, se torna evidente.
Los de Santa Fe, como su nombre lo indica, vienen de El Vaticano. En Río Negro, pegadito a Bariloche, está la Colonia Suiza. Los neuquinos descienden de franceses, como evidencia la ciudad de Plottier. Y los santacruceños vienen de Galicia, como se advierte en Río Gallegos.
Para no ir más lejos, el NOA es como un museo a cielo abierto con innumerables vestigios de que, originariamente, fuimos poblados por europeos. En Catamarca se asentaban los ingleses (como testimonia la localidad de Londres de la Nueva Inglaterra); en Salta hubo primigenios asentamientos germanos (sobre todo en Alemanía, cerca de Cafayate) y Tucumán tuvo por primeros habitantes a los venecianos (de ahí que vivir entre inundaciones y anegamientos nos resulte tan natural). Claro que en el territorio hubo otras influencias: los menhires de los Valles vienen de Stonehenge. Y las ruinas de Quilmes, claramente griegas, tienen notables reminiscencias a los órdenes jónicos y dóricos, aunque ya no quedan columnas, por desgracia…
Por supuesto, no todos los pueblos originarios europeos que poblaron la Argentina desde la prehistoria tuvieron una ubicación específica. Algunos eran trashumantes, característica propia de las sociedades primitivas de cazadores y recolectores. De allí que, en todo el país, las personas de estatura mediana provengan del pueblo nómade de los Países Bajos.
Los “indios”, queda claro, llegaron mucho después, provenientes de la India. Y, ya en el transcurso del siglo XIX y de principios del siglo XX, hubo olas inmigratorias. Los árabes vienen de la Sociedad Sirio Libanesa. Y los uruguayos, de los Buquebús…
Rápidos de reflejos…
Mientras se adecuan bibliografías, el Gobierno ya está tomando medidas concretas, coherentes con los copernicanos descubrimientos del gobierno de los científicos. Por caso, horas después de que revelara que los brasileños provienen del Amazonas, el oficialismo presentó un proyecto para anular el aumento retroactivo de las cuotas del Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes. Según fuentes informadas, en Cancillería explicaron que era mejor no generar “ruidos” en el Mercosur: en una misma semana les explicaban a los brasileños que ellos, técnicamente, descendieron de los árboles y, a la vez, se reajustaba el “mono-tributo”. En el oficialismo lo entendieron en el acto (mientras la oposición se comía el amague de las deudas que les aparecieron a los contribuyentes de la noche a la mañana por el ajuste aplicado a enero). Y fue el propio presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa (él viene de un molino harinero) quien presentó el proyecto para dar marcha atrás.
Por supuesto, el actual presidente de la vecina jungla, el derechista Jair Bolsonaro, se hace el distraído y chicanea en las redes sociales pretendiendo, en su ignorancia, que el líder argentino incurrió en un acto fallido de “eurocentrismo” discriminador. Pero la Casa Rosada lo ignora: ya se actúa teniendo en cuenta que, según las encuestas, el favorito para la Presidencia de Brasil, el año que viene, es un amigo del kirchnerismo: Lula da Selva.
Brújula de navegación
Claro está, no puede pretenderse que la capacidad de “repentización” del Gobierno nacional sea replicada por el conjunto de la comunidad argentina. Las sociedades tienen sus propias inercias y por ello tomará tiempo internalizar el profundo contenido de las revelaciones presidenciales. Sin embargo, hay lecturas que son impostergables. Y hay cambios que ya se presumen imprescindibles.
• Primero: debe quedar en claro que los adversarios del Gobierno no tienen simples diferencias ideológicas con el oficialismo, sino que promueven políticas completamente contrarias al sentir de esta nación. Es obvio, si son gorilas, deben venir de algún otro país…
• Segundo: dada nuestra condición de europeos de ultramar, nos van a pasar cosas distintas que al común de nuestros hermanos latinoamericanos de origen salvaje. México, que viene de los indios, tuvo en 2020 una inflación que no llegó al 4% anual. Brasil, que viene de la selva, registró una suba de precios inferior al 5% durante todo ese año. Aquí, en cambio, sufrimos un 36% en 12 meses. ¿La razón? Es una y es obvia: a nosotros nos afectó el “Brexit”.
• Tercero, dada nuestra herencia genética incontrastable, el Gobierno apostó por la vacuna de AstraZeneca, desarrollada en Oxford, Gran Bretaña. La de Pfizer, elaborada en EEUU, es para aborígenes. Digamos todo…
• Cuarto: el camino del conocimiento debe ser revolucionario. Como dice una chacarera del trío “Los relativistas”, escrita por el foclorista Alberto Einstein, “locura es hacer lo mismo / una y otra vez / esperando obtener resultados diferentes”. Reiterar los ensayos deriva, como escribió Juan Bautista Alberdi en “Ciudad de pobres corazones”, en que “la sal no sala y el azúcar no endulza”. Entonces, como ya lo insinuaba Gustavo Cerati en “Bases y punto de partida para la organización política de la República Argentina”, la música designa aquello para lo que a menudo no encontramos un nombre. Es hora, entonces, de empezar a hacer ciencia a partir del rock y no de investigaciones antropológicas. Por cierto, la Escuela Normal “Florentino Ameghino”, de ciudad Alberdi, pasará a llamarse “Litto Nebbia”.
• Quinto: basta de desinformar a la opinión pública mintiendo que hay crisis y que miles de argentinos se están yendo del país a buscar un futuro en el Viejo Continente. No hay emigración: sólo estamos volviendo.
• Sexto: el derecho de Europa para reclamar los barcos en los que vinimos ya expiró. Y si no les gusta, vayan a cobrarle al Fondo Monetario Internacional.
• Séptimo: la “Marcha de los Muchachos Peronistas”, a la luz de los acontecimientos, parece condenada a ser reemplazada por “La jungla tropical”, de Pedro y Pablo. “Queridos amigos, estén en donde estén, / la carta que escribo, espero, llegue bien: / estoy en la selva luchando por vivir, / con monos que cuelgan y víboras sin fin. / Gorilas de barrio, macacos de salón, / hipopótamos de buena posición, / jirafas histéricas, tigres rayados, / leones tiranos en calles en pantanos… / Aquí en la jungla tropical, / si no fuera por la música, no nos salva ni Tarzán…”
• Octavo: Tucumán merece ser reconocida no sólo como la “Cuna de la Independencia” sino también como la placenta de las ciencias duras argentinas: los ingenieros vienen de los ingenios. ¿O por qué creen que tenemos cuatro universidades?
• Noveno: La canción popularizada por la hinchada Argentina en el Mundial 2014, conocida como “Brasil / decime qué se siente”, no puede reemplazar a nuestra Canción Patria, pero será propuesta como Himno del Mercosur.
• Décimo: Alberto Fernández no viene de la Municipalidad de Fernández, de Santiago del Estero, sino de Cristina Fernández.
Identidad nacional
Nadie dice que este camino en contra de la multiculturalidad y de la interculturalidad que ha emprendido el gobierno nacional será sencillo. Pero apropiarse de la verdadera identidad redundará en la felicidad del pueblo. En definitiva, como supo decir muchas veces Jorge Luis Borges, “la alegría no es sólo brasilera / no mi amor”.
Es hora, entonces, de reclamar lo que es nuestro. Y empezamos ahora: la vergüenza ya nunca más será ajena en este país.