El maridaje es el proceso de unir un alimento y un vino, con la intención de realzar el placer al ingerirlos. Traduciéndolo al fútbol, sería el unir el buen juego y el rendimiento asociado con los goles que aseguren victorias.
Lo último fue lo que le faltó a San Martín en su excursión a la ciudad del sol y del buen vino. Porque hizo casi todo bien, pero volvió a mostrarse errático en el último toque, lo que le impidió coronar un juego que lo tuvo como amo y señor durante gran parte de los 90 minutos.
San Martín jugó un partido casi perfecto en la casa de Gimnasia y Esgrima. El plan ideado por Pablo De Muner fue inteligente, porque su equipo se plantó con firmeza y dominó el juego casi de principio a final.
Apoyado en la buena sociedad conformada por Ariel Chaves y “Tino” Costa, se transformó en protagonista desde el inicio e impuso condiciones de juego. A partir de lo que hacía la dupla de volantes centrales, el “Santo” crecía en el campo. Allí se gestó todo lo bueno que hizo el equipo durante el duelo; porque cada ataque fue elaborado con calma e inteligencia. San Marín movía la pelota de un lado hacia el otro hasta encontrar el espacio que pudiera ser explotado.
Con Nicolás Sansotre y Lucas Diarte bien abiertos por los costados, encontró la amplitud necesaria para llevar problemas a la defensa rival. Y comenzó a generar situaciones de riesgo casi desde el minuto cero.
Juan Imbert, Marcelo Estigarribia (en dos ocasiones), Ariel Chaves, Diarte y Gonzalo Rodríguez tuvieron el gol durante la primera parte pero fallaron sus situaciones. No hubo fineza en la puntada final y esa fue la única respuesta para que el “Santo” no se haya podido ir en ventaja al descanso.
El juego asociado, la salida limpia, la paciencia para encontrar los espacios de un rival que lo respetó demasiado, fueron las principales virtudes que mostró el equipo.
Desde la llegada de De Muner, San Martín muestra siempre la misma clara. La identidad no se pierde y la idea no se negocia, incluso cuando los intérpretes se encuentran algo erráticos.
Eso fue lo que sucedió en algunos pasajes del juego, pero la solidaridad y el amor propio terminaron supliendo esas falencias que le hubiesen hecho perder todo lo bueno que había hecho durante el partido.
Hay formas y formas de empatar un duelo. En los papeles daba la impresión que si San Martín se llevaba un punto de la casa del escolta no era un mal negocio, por todo lo que hizo (sobre todo en el primer tiempo) el saldo es negativo.
Es cierto que durante los últimos minutos el “Lobo” pudo haberlo sentenciado, pero en el balance final San Martín merecía más.
El punto no debe cortarle el envión a San Martín. Debe continuar puliendo detalles y mejorando en algunos aspectos. Pero este es el camino que necesita desandar un equipo que de los últimos 12 puntos sumó ocho y que poco a poco va acomodándose en la tabla.