Ser futbolista profesional y de elite es, fue y será, por excelencia, el sueño de muchos. La tarea conlleva muchas más obligaciones de las que solemos imaginar. Con varias aristas positivas y de disfrute individual, grupal o familiar. Pero también tiene otros aspectos que requieren de un sacrificio extra.
Para llegar a ser futbolista de elite se deben resignar varias cosas en el camino. Desde el desarraigo temprano, hasta acostumbrarse a vivir en el constante amor-odio que entrega la profesión a lo largo de los años. Cuando se llega a la elite, cada paso será mediatizado, teniendo mayor o menor relevancia, dependiendo el nombre propio del jugador o del club involucrado. Quizás, nunca nos hubiéramos enterado que el arquero suplente de la Reserva de River jugaba torneos barriales por plata, si Alan Díaz no jugaba frente a Boca.
Por caso, clubes como River o Boca, tienen un Código de Conducta que es respetado por todos sus integrantes. En él, se puntualizan temas como: comportamientos individuales y grupales, prácticas de deportes de riesgo y hasta manejo de redes sociales.
Por ejemplo, en el “Millonario”, cuando se promueve a un juvenil o llega un refuerzo, deben reunirse con el encargado de comunicación del plantel. Él marca las pautas del manejo de redes y si es necesario, hasta se reúnen con el psicólogo del plantel, Pablo Nigro.
En Boca, sucede algo similar. Es más, hace unos años hubo revuelo cuando se viralizó una foto de Juan Román Riquelme (en ese entonces jugador) subido a una Ducati Diavel Dark. Fue necesario que la concesionaria aclarase que no le vendió la motocicleta a Riquelme y que sólo se había tratado de una visita a la agencia.
Al firmar un contrato profesional, el jugador pasa a ser patrimonio del club y hay ciertas normativas, en muchos casos tácitas, que deben cumplir. En ese sentido, el Convenio Colectivo de Trabajo del futbolista es claro. El artículo 17° marca las obligaciones del club, de la AFA y del futbolista. “El club está obligado a prestar asistencia médica completa, incluidos los servicios psicosomáticos y de rehabilitación, para asegurar la práctica eficiente de la actividad laboral del futbolista”, señala el documento.
En cuanto a las obligaciones del futbolista, más allá de las deportivas, detalla: “...deberá ajustar su régimen de vida a las exigencias de sus obligaciones...”. El convenio también establece que el jugador debe tener un medio de vida acorde a su calidad de futbolista profesional. Además menciona los cuidados personales, familiares y sociales.
Las normativas internas en muchos casos se aplican a través del sentido común. Sin embargo, otros optan por ser mucho más rigurosos. Barcelona, mantiene vigente un código creado por Pep Guardiola en 2008, aunque con algunas flexibilizaciones.
Está claro que ser futbolista implica algo mucho más extenso que jugar partidos o entrenar seis días a la semana. Deberá ser cuidadoso con las comidas, con las salidas nocturnas y el fútbol por recreación (salvo en entrenamientos) queda de lado. En muchos casos, los futbolistas son ejemplo a seguir, pero en otros, lamentablemente, son el reflejo de la sociedad. (Producción periodística: Daniel Coronel)